|| Capítulo 24 ||

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Alemania se despertó en los brazos de Italia.

Estaba exhausto, su cuerpo rendido entre las sábanas tras haber estado tres días enteros revolcándose en la cama. Las consecuencias de su celo le estaban pasando factura; tenía agujetas por todas sus piernas, extremidades cansadas, se sentía pegajoso y sus muslos estaban adoloridos; Al haberle dado tanta libertad al italiano...se lo había pasado, ciertamente, bastante bien.

Se removió entre quejas, su frente pegada al pecho del mayor, el cual, con suaves caricias, le rodeaba cariñosamente. Escuchó su pequeña risa silenciosa, divertido por el mal humor del alemán, que se acurrucó aún más en su cuerpo.

—Vamos, tengo que ducharme e ir al trabajo, ya me he saltado demasiados días; y tú también.—Murmuró el alfa, acicalando el flequillo que caía encima de los ojos del menor, que se removió entre pequeños sonidos quejumbrosos.

—No...no quiero—dijo casi inentendible, boca pegada a la piel ajena, piernas rodeando las ajenas y brazos apretando el cuerpo del otro.

—¿No quieres trabajar?

—No quiero ver a Rusia...

Italia le miró en silencio, suspirando con lástima y terminando de ordenar su cabello. —Por favor, escúchame aunque sea una vez en tu vida; debes intentarlo, confiesa tus sentimientos.

Alemania negó sin palabras, haciendo bufar al italiano, que con firmeza agarró los hombros ajenos y le separó de su cuerpo y calidez, mirándole a la cara con ojos verdes teñidos de irritación.—No vas a perder nada que no hayas perdido ya; además, estoy seguro de que Rusia también quiere verte.

No era mentira. Durante aquellos tres días, el teléfono de Alemania había vibrado en decenas de mensajes del ruso: los había dejado todos en visto, sin ánimos de responderle, pero no podía negar cómo su corazón se había ablandado y estrujado al ver los textos, pequeños mensajes preguntándole que qué tal estaba, si vendría al trabajo, si se encontraba bien...Le había escrito hasta el mismo viernes, día de su cita, preguntándole con un emoji triste que si le había pasado algo, que por favor contestase.

—Incluso follándose a otra piensa en ti, sois tal para cual.

La burlesca voz del mediterráneo le sacó de sus pensamientos, y una fría y asesina mirada fue lo que le respondió el menor, girándose a través de la cama para darle la espalda al alfa, que rodó los ojos y se levantó, estirando su desnudo cuerpo en un satisfecho gruñido.

—¿Te duchas conmigo, angelino~?

—No—Murmuró el alemán sin dirigirle la mirada, tono fosco y seco—Y usa el baño de invitados, el principal es mío.

—Aww...—sarcástico, Italia puso un puchero en sus labios.

—Largo—mandó el omega.

No tuvo que decirlo dos veces, y el italiano se fue de la habitación tarareando una canción, rumbo a los ya conocidos pasillos.

Su relación siempre era así; venía, follaban, satisfacía sus necesidades y fin, nada de romanticismo, nada de sentimientos de por medio, así ambos habían acordado. Italia era bueno cumpliendo, y aunque le encantaba ligar y hacer halagos al por mayor, conocía perfectamente su lugar.

Alemania, con su mirada fija en el olvidado teléfono, volvió a mirar la cadena de mensajes que le habían llegado, suspirando con pena. El último era de la noche anterior, un mensaje a las dos de la mañana, cuando, suponía el alemán, había acabado su cita. Tragó saliva, apagando el teléfono y dejándolo boca abajo en su mesilla; no quería contestarle.

Se levantó a duras penas, extremidades pesadas y dolientes. Lo primero que hizo fue deshacer toda la cama, dejándo una masa de telas sucias en el suelo, que más tarde pondría a lavar. Luego, agarrando un par de prendas limpias, Alemania también se duchó, sintiendo el agua caliente quitando todo restro de fluidos y sequedad en su piel, pronto suavizándose ante el gel con olor a vainilla y almendra, pelo negro espumándose con un champú del mismo olor.

𝐈𝐧𝐝𝐨𝐦𝐚𝐛𝐥𝐞 - RusGer || OmegaverseWhere stories live. Discover now