|| Capítulo 23 ||

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Alemania, sentado en el sofá de su casa, tenía la mirada fija en la nada, ojos rojos que le escocían debido a las lágrimas soltadas, ira consumiéndole que le apretaba la garganta y cerraba su tráquea. Temblaba con levedad, un silencio sepulcral en el que solo se podía repetir en su cabeza las palabras del ruso.

El timbre de su casa resonó, su cuerpo moviéndose involuntariamente en un salto, levantándose del sofá y dando pasos firmes y rápidos hacia la puerta principal. La abrió en un fuerte y decidido movimiento, viendo cómo la persona que esperaba le saludaba con una sonrisa.

—Ah...Alemania, pensé que esta vez no me llamarías—Italia se adentró a su casa, una sonrisa ladina y ojos verdes brillantes.—Ya me temía que tu ruso te había-

No pudo siquiera terminar la frase cuando las manos de Alemania agarraron sus mejillas y tiraron de él, labios hambrientos y húmedos besando los suyos.

Italia se quedó unos segundos petrificado en el sitio, sorprendido por el acto. Aun así, no tardó en sonreir entre sus besos y cerrar los ojos, posando sus manos en la cintura ajena y apretándole contra él, pegando sus cuerpos.

Le fue recíproco a su ritmo, besos sensuales y fuertes, sonidos húmedos y obscenos entre ambos. Alemania rodeó su cuello, colgándose del más alto y dejando que el alfa pasase sus desnudas manos por debajo de su camiseta, acariciando su sensible piel y agarrando carne en ella.

Jadeó cuando la mano de Italia pasó a su trasero, gimiendo sobre sus ansiosos labios. Lenguas de ambos se encontraron, saliva mezclándose en un morreo que parecía no acabar nunca. Se adentraron aún más en el hogar, Italia cerrando la puerta con el pie, sus manos paseándose por el cuerpo ajeno, disfrutando de sus sonidos mientras sus labios se encontraban una y otra vez.

Coordinando la posición de ambos, dirigió el cuerpo del omega y lo empotró contra la pared, dejándolo aprisionado entre sus brazos. Su lengua acariciaba su boca, dientes juguetones mordisqueando el labio inferior ajeno, divertido por las quejas que hacía el germano debajo suya.

El oxígeno se hizo un problema, y Alemania se separó jadeante y con párpados caídos, mirando la contenta y socarrona expresión del mayor, que le dio un último pico en sus labios, sin soltar su cintura en ningún momento.

—Wow...—Murmuró con diversión y burla, soltando una pequeña y suave risa—Pensaba que la primera condición de nuestro trato era "nada de besos".

Alemania suspiró con pesadez, moviendo sus manos para posarlas en los hombros ajenos y así mirarle con seriedad.—Italia, quiero que te calles, y que me folles como tú ya sabes.

El italiano agrandó su sonrisa, sujetando con fuerza el cuerpo ajeno y, en un rápido movimiento, agarrándole de forma nupcial, sonrisa canina que enseñaba todos sus dientes—Tus deseos son órdenes para mí.

Alemania rodó los ojos, pero se dejó llevar por el mayor, sujetándole de su cuello y aprovechando la posición para volver a besarle, removiéndose entre sus brazos y regocijándose entre sus feromonas, olor a romero, a pan recién hecho, olor a alfa, pero no olor a Rusia.

Gruñó con rabia, sus labios en los ajenos convirtiéndose en una mordida que hizo incar los dientes en la boca contraria. Italia soltó un quejido ofendido, frenando en mitad de las escaleras y mirando al alemán con una ceja alzada, que le devolvía la mirada con un puchero y mueca desagradable.

—Menudo impaciente eres—Italia rió con sonra, observando con diversión los rabiosos ojos ajenos—¿Qué te tiene tan molesto, huh? Tranquilo, ya voy a desestresarte.

Terminó de subir las escaleras de la enorme casa del alemán, caminando por sus pasillos como tantas veces había hecho ya. La puerta de su habitación estaba abierta, las sábanas revueltas y el nido de almohadas medio deshecho. Se adentró en ella, no molestándose en cerrar la puerta e instantáneamente dejando al omega sobre la cama, contemplándole satisfecho con una sonrisa canina.

𝐈𝐧𝐝𝐨𝐦𝐚𝐛𝐥𝐞 - RusGer || OmegaverseWhere stories live. Discover now