|| Capítulo 9 ||

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Tres días después de ser ingresado, Rusia ya se encontraba considerablemente mejor, su herida cicatrizando correctamente gracias a los cuidados de la peruana y la austriaca. Además, durante aquellos largos días, había tenido tiempo de pensar y reflexionar, un mar de emociones chocantes y dispares cada vez que pensaba en el alemán; se encontraba contrariado, enfadado con él pero con una curiosidad insaciable respecto a su pasado, y muy en el fondo, ganas de resolverlo.

—¡Buenas noticias! Te podemos dar el alta pa' que te vayas pa' tu casa hoy mismo, ¡has progresado un montón!—Perú entró vivamente a su habitación, abriendo la puerta de par en par con una gran sonrisa adornando sus labios.

Austria venía detrás suya, sujetando en sus manos un par de distintos ungüentos y otras nuevas vendas. Le sonrió amablemente, posicionándose a su derecha mientras la peruana continuaba hablando, documentos en mano que el ruso suponía eran sobre él.

—Todavía estás débil, así que te tengo expresamente ¡prohibido!—enfatizó sus palabras, alzando su dedo índice para ayudar a entonar la importancia de ello; Rusia sonrió débilmente— que te fuerces a hacer nada ni te muevas demasiado. Cuando vayas a chambear, trata de hacer lo mínimo, ¿ya?

El ruso asintió, divertido por la manera de expresarse de la mujer; a pesar de tener un trabajo tan exigente como era el de médico, y que su jornada laboral consumiese tanta energía, Perú parecía siempre estar dispuesta a ayudar con ánimos y sonrisas; la tenía que admirar por ello.

—Ah, y por su puesto, no te quiero ver con ningún cigarro, ¿está claro?

Rusia arrugó los labios, una pequeña mueca entristecida—Eso será difícil.

Perú puso las manos en jarra, frunciendo el ceño y mirando de mala manera a su paciente—Al menos aguántate un par de semanas hasta que tus pulmones se curen por completo, ¡como te vuelva a ver aquí por problemas respiratorios...!

El alfa rió ligeramente, asintiendo y prometiendo no tocar su caja de tabaco...por unos días.

—En fin, Austria te comprobará la herida y te pondrá tu último vendaje, en un rato te veo—Esperó a la despedida del contrario, saliendo para probablemente continuar con sus otros pacientes.

Dejó así de nuevo a los otros dos solos, repitiéndose la escena de los pasados días; Austria venía cada hora, revisando que se encontraba bien y que su herida no se abría, charlando tranquilamente.

Tal y como venía haciendo, se sentó a su lado y comenzó con el mismo proceso de siempre, repitiendo los pasos para envolver su cicatriz. Actuó en un silencio agradable, dejando que la calma del lugar les rodeara.

Aunque el ruso no estaba tranquilo, un nudo en la garganta y una pequeña opresión en el pecho; quería hablar con ella, pero no sabía por donde empezar.

—Austria...—Murmuró, captando la atención de la señora al instante.

—¿Sí? ¿Te duele?

—No no, solo...quería hablar con usted...—pausó, haciendo una pequeña mueca—em, sobre su hijo.

—Oh—la austriaca también frenó sus actos, dejando la crema sobre su herida a medio esparcir.

Se removió algo incómoda en su sitio, asintiendo y mirándole a la cara, denotando que le estaba escuchando.

Rusia suspiró, apretando la manta sobre su mano—Yo...hablaré con él; no sé si le puedo perdonar todavía pero...no quiero tener una mala relación con su hijo.

Y entonces Austria le sonrió con tal dulzura que el alfa pensó en perdonarle solo por hacerle un favor a su madre—Muchas gracias Rusia, créeme, lo apreciará.

𝐈𝐧𝐝𝐨𝐦𝐚𝐛𝐥𝐞 - RusGer || OmegaverseWhere stories live. Discover now