|| Capítulo 28 ||

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Sintió el delgado cuerpo ajeno removerse entre sus brazos. Inconscientemente reforzó su agarre, manos sujetas sobre la tersa y caliente superficie de la piel de Alemania. No supo en que momento de la noche sus dedos se habían colado por la fina camisa de pijama del menor, pero no parecía querer desprenderse del suave tacto.

Rusia llevaba despierto un buen rato; de hecho, no había dormido demasiado, su mente ocupada en procesar el rápido avance que había dado su relación en cuestión de unas horas. Seguía sintiendo los labios del alemán sobre los suyos, un sutil cosquilleo que permanecía desde la anterior noche; pero sobre todo, eran sus palabras, la información obtenida la que parecía no poder irse de su cerebro.

El cuerpo se volvió a remover, pero esta vez con pequeños quejidos y murmullos; Alemania se giró, rompiendo su posición de cucharita en la que se habían quedado dormidos para así poder encarar al ruso y recolocarse en un nuevo abrazo, su rostro colocándose en el pecho ajeno mientras que una de sus manos la dejaba apoyada en el mismo, cesando sus adormecidos quejidos cuando estuvo complacido con la pose.

Rusia sonrió, obvservándole en todo momento, y le abrazó de vuelta. Soltó aire con gracia, contemplando el pacífico rostro del omega, sin ese característico fruncido entre sus cejas que siempre tenía cuando estaba despierto. Llevando un delicado dedo hacia su cara, movió un pequeño mechón negro para despejar su frente, suma suavidad en sus movimientos. Tras ello, bajó su propia cabeza hasta acercarla a la suya, posando los labios en su sien, un pequeño beso que demostraba el enternecimiento que sentía.

Al parecer fue suficiente como para despertar por completo al somnoliento alemán, que apretó su agarre en el ruso y comenzó a pestañear lentamente, ojos nublados poco a poco iluminándose en duda. Alzó su mirada, moflete pegado al desnudo pectoral del mayor.

Sí, desnudo, porque no es como si Alemania tuviese ropa de cama para dejarle en aquella inesperada petición, por lo que, aunque con algo de vergüenza, Rusia había tenido que dormir en su ropa interior; no es como si el omega se fuese a quejar.

—Buenos días—Susurró el eslavo, tono suave y dulce.

Alemania no le mimicó la sonrisa, más que nada por el sueño que aún se le pegaba a todos sus sentidos, pero su mirada se relajó y su cuerpo, ahora consciente, se volvió a remover, una pierna pasando por encima de la contraria para atraerle más a él, mientras que el brazo apretaba su agarre entorno a su pecho.

Murmuró algo inteligible que el ruso supuso era un "buenos días" de vuelta, y tras ello, volvió a cerrar sus ojos. Rusia continuó contemplándole, admirándole; la mano en su cintura comenzó a dar suaves caricias, yemas calientes trazando dibujos y garabatos en su piel. Se quedaron así por unos largos minutos, silencio que sólo era roto ocasionalmente por los pequeños murmullos de gozo del alemán.

—Si sigues así me voy a volver a dormir...—Dijo en un susurro, suspirando complacido ante los dedos más rugosos del alfa debajo de su camiseta.

Rusia sonrió, pero no cesó con sus caricias.

Alemania, abriendo los ojos con más enfoque y claridad que antes, volvió a levantar su mirada para fijarla con la azul contraria. Le sonrió suavemente, un pequeño sonrojo adornando sus mejillas.

Era precioso. A pesar de las ojeras, el pelo revuelto, la sequedad de sus labios y su piel de la deshidratación que conllevaba estar dormido, a pesar de las pequeñas legañas imperceptibles que se pegaban a sus ojos, a pesar de tener los dobleces de la almohada pegadas a su mejilla, a pesar de todo, en los ojos del eslavo Alemania era perfecto, el ser humano más guapo que hubiése visto nunca.

Así se lo hizo saber, dejando que su otra mano libre agarrase el mofelte ajeno para mirarle con amor. Como era de esperar, Alemania sonrió pudoroso y sus mejillas se calentaron aún más, tentado a apartar la mirada.

𝐈𝐧𝐝𝐨𝐦𝐚𝐛𝐥𝐞 - RusGer || OmegaverseWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu