Él, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio.
Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...
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Trataba de que aquella confrontación con aquel alfa pelirrojo no le distrajera mucho. Odiaba el tener que pensar que sus palabras hubieran provocado alguna clase de efecto en él, todo por el tema de que Meztli iba a salir con el ojo azul este viernes. Aún seguía esa maldita pregunta rondándole por la cabeza, ¿por qué rayos acepto salir con él?
Estaba que le estallaba la cabeza con tantas dudas, empezando con el ¿desde cuándo se interesó en ella? ¿Por qué ella? ¿Qué tenía ella que no tuviera otra?
Era un caos total, tanto que no podía concentrarse en sus entrenamientos. Ya van más de cuatro veces en un día que su entrenador le llamaba la atención por no estar concentrado en el partido de práctica. Tenía que aclarar su mente o en uno de estos días recibiría un pelotazo en la cara por distraído.
—Que mierda de día. —se quejó, tomando asiento en las gradas del campo para luego darle un gran trago a su botella de agua.
El entrenamiento había terminado por el día de hoy, por lo que todos se dirigieron a los casilleros a tomar sus pertenencias y retirarse a sus casas sin pensarla dos veces. A excepción de él, que decidió tomarse un momento más y disfrutar de la fresca brisa de otoño. Estar al aire libre le ayuda a aclarecer su mente y a relajarse de todo ese estrés que sentía encima de él.
Estaba agotado, sudoroso y de pésimo humor. Por lo que agradeció el hecho de que Noah no le haya insistido más en irse juntos porque sabía que iba a querer invadirlo de preguntas que no deseaba contestar.
Odiaba que de un de repente todo lo que trataba de no darle mucha importancia le haya caído como balde de agua fría. Ya iban a hacer las nacionales por lo que debía estar completamente concentrado en ello, pero no era el caso. Ni siquiera sentía la emoción que sintió en un principio y eso no era nada bueno. No es que no quisiera jugar, pero una parte de él parecía estar enfocado en otra cosa, o más bien en alguien.
—Maldición— soltó acongojado—Lo que me faltaba, tener que depender de alguien.
Ahora estaba molesto con él mismo por haber bajado la guardia y fiado en el que jamás se fijaría en alguien; ahora mírenlo, preso de su propia mente. Si seguía así esto solo traería problemas, demasiados a decir verdad.
Todo este tiempo evitaba darle mucho interés a como reaccionaba estando cerca de aquella castaña clara, ya que odiaba sentirse dócil con solo una mirada por parte de esa chica. Odiaba tener que querer ser el dueño de sus sonrisas y complacerla con hacerla sentirse orgullosa de él para que lo note de una vez por todas. No quería que lo viera como un alfa engreído, fracasado y descorazonado. Quería demostrarle que él podía ser un buen alfa con sentimientos, pero lo peor es no saber cuándo todo empezó a suceder.
No podía negarlo más, parecía que desgraciadamente también estaba cayendo ante las garras de ese sentimiento conocido como amor, que siempre trataba de evitar.
