♡Capítulo 48♡

53 5 0
                                    

— ¿Qué haces, papá?—un niño de unos siete añitos se acercaba a su progenitor que se encontraba sentado en una banca fuera del pequeño jardín trasero de la casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

— ¿Qué haces, papá?—un niño de unos siete añitos se acercaba a su progenitor que se encontraba sentado en una banca fuera del pequeño jardín trasero de la casa.

Era algo muy común en el alfa mayor meditar cada día en su tiempo libre. A veces le ayudaba a crear nuevas jugadas para su equipo universitario de futbol americano. Amaba su trabajo con mucha pasión. Unos de sus sueños era convertirse en el mejor jugador de México, pero una infortuna fractura en su rodilla izquierda le rebató ese objetivo. Extrañaba jugar y sentir la brisa en su rostro cada que corría en esos enormes campos verdosos.

—Hola, cachorro.—llevo su atención en el pequeño niño de mejillas sonrojadas por el calor de la tarde, haciéndole una seña con su mano de que se sentara junto a él quien sin pensarlo dos veces se dirigió a su padre con una gran sonrisa.—Solo disfrutaba de la brisa del día.

—Eres raro, papá. —hizo una mueca, provocando una risilla en el mayor. —Siempre te sales al jardín sin importar el clima.

—Me ayuda a relajarme y pensar mejor.

— ¿En qué?

—En lo afortunado que soy al tenerlos en mi vida, a ti y a tu mamá. —el alfa sonrió con dulzura hacia su pequeño.

—Y hare que algún día te sientas orgulloso de mi, papá. —soltó con emoción, dando un brinquito fuera de la banca levantando un puño arriba.—Me convertiré en un jugador de futbol americano tal como tú lo eras.

— ¿Ah, sí?

El joven Julián asintió con una sonrisita.

—Aja. ¡Seré el mejor de todos!

—Yo sé que sí, mi pequeño cachorro. —sonrió enternecido por la alegría que el niño mostraba con un visible brillo en sus ojitos.—Tu padre siempre estará aquí para ver como logras tus sueños, apoyándote en todo.

— ¿Lo prometes?

—Es una promesa. —le despeino el cabello con cariño, provocando una risilla de alegría en el menor.

— ¡La comida esta lista!

Se escuchó gritar desde el interior de la casa a la omega del hogar, llamando la atención de ambos chicos.

—Ven, vamos a comer antes de que tu madre se enoje por hacerla esperar.

Ambos se levantaron de la banca para adentrarse a la casa y dirigirse al comedor, siendo recibidos por el delicioso olor a comida recién preparada. Listos para sentarse a comer, siendo recibidos con la mirada de reproche de la mujer.

—Lávense las manos pares de cochinos. —posicionó ambas manos al costado de su cintura con una mueca.

—Pero papá nunca se las lava.

Una Historia Muy Cliché- OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora