Él, es el alfa dominante más rudo y popular de la escuela. Capitán del equipo de futbol americano, y considerado el número uno en todo menos en el estudio.
Ella, una simple omega como cualquier otra tratando de sobrevivir la preparatoria. Reservada...
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Meztli caminaba por el amplio campo de pastizal pensativa. Desde que tuvo aquella plática con su abuela no podía evitar no pensar en lo que sintió cuando capto ese aroma leve en el alfa. ¿En serio provenía de él? Fácilmente pudo ser otra cosa, pero el comportamiento de su loba decía lo contrario. ¿Y si simplemente fue una casualidad?
No.
No tenía sentido, pues como explicaba el que su loba estuviera clamando por ese alfa. Ansiaba por ser sometida y marcada por él. Algo que jamás había pasado en el pasado.
— ¿Y si los destinados son verdad?—susurro— Eso significaría que...
Meztli negó incrédula queriéndose reír de ella misma por creer en cuentos sin fundamentos que los viejos contaban a los pequeños. Lo único que podía deducir es que estaban locos.
Pensar que Julián y ella eran destinados era absurdo y estúpido. Esta era la realidad, no una fantasía donde cada ser humano era enlazado por una enorme esfera de luz. Y primero que nada, Julián y ella no eran compatibles. Eran completamente distintos. ¿Cómo esperaría que algo bueno de esa relación saliera bien?
Bufo. Ahora que lo pensaba, no sabía cómo es que pudo envolverse con ese alfa. ¿Cómo fue que se dejó liar de esa manera con él? ¿Dónde iba a llegar todo eso? Era una idiota de solo pensar que algo bueno saldría de esos encuentros. ¿Qué acaso se le había olvidado de quien se trataba? Era Julián, el mismísimo alfa dominante que no mantenía relaciones serias.
Meztli está segura que si hubiera tenido relaciones sexuales con él, la hubiera vetado como al resto. Solo se convertiría en una más de su lista larga de conquistas. Menos mal abrió los ojos antes, pero... ¿Por qué entonces sigue pidiendo por el alfa? Por su alfa.
Se detuvo al ver a su abuelo a lo lejos cabalgando a caballo con una enorme sonrisa bajo el sol ardiente. La omega se encamino silenciosamente al lugar donde se encontraba el viejo alfa montando su caballo con mucha experiencia. A pesar de que el mayor fuera de edad avanzada parecía rejuvenecer con solo maniobrar al gran animal con agilidad.
Miraba con atención cada acción de su abuelo, de cómo posicionaba su cuerpo hasta como movía sus manos. Meztli notaba lo bien que su abuelo se la pasaba cabalgando en caballo. Debía ser terapéutico de alguna manera.
—Hola, pequeña. —saludo con voz rasposa el mayor una vez notara la presencia de su nieta a lo lejos, acercándose a ella sin bajar del caballo. — ¿Cómo estás? No me imagine verte por aquí.
Meztli casi cae hacia atrás al ver lo enorme e intimidante que se miraba el enorme caballo negro de cerca. Era sorprendente lo mucho que asimilaba la noche, negro de pies a cabeza, hasta sus ojos eran completamente obscuros pero aun así reflejaban una luz brillante en ellos. Su abuelo bajo de un solo salto como todo un profesional sin nunca soltar las cuerdas del animal para quedar frente a la menor.
