Capítulo №3

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Caminaba por las calles del centro oculta tras mis lentes de sol, iba bebiendo un Frapuchino para apasiguar el calor de la tarde mientras veía las vidrieras en busca del atuendo que iba a usar esta noche. Todas las cosas que tenía para salir no son válidas aquí, con tan sólo ver cómo se visten aquí, me hace ver como una remilgada.

—¿Qué harás hoy? —consultó Josh a mi lado, él me acompaña, después de almorzar con Tobías, no quise ir a casa, quise quedarme dando vueltas y recordando cada rincón de la ciudad.

—Voy a salir con mi amiga —conté y quedé muda al verlo ahí...

Me enamoré del conjunto, falda engomada negra, mitad del muslo, cinturón con hebilla enorme, sandalias muy altas, y una blusa negra con transparencias dejando ver el corpiño que use por debajo.

—Qué genial, yo también voy a salir con unos amigos, si quieres nos vemos por ahí y te los presento.

—Suena genial —acepté sin problema, pero estaba muy concentrada en el maniquí—, voy a probarme, ¿vienes?

Josh se encogió de hombros y asintió.

Entré a la tienda a probarme todo, y quedé tan impresionada al verme, por fin voy a lucir el piercing del ombligo, pensé.

—¿Qué tal me veo? —le pregunté a mi amigo, esperaba con cara de perro lastimero junto a un perchero.

—Te queda muy bien —dijo con un lento asentimiento.

—Ok, me lo voy a llevar.

Casi me baja la presión cuando me dijeron el costo total, la tarjeta de papá iba a estar al límite, pero valía la pena el sacrificio, pronto iba a poder pagarme todas mis cosas yo sola.

Al terminar ya casi bajaba el sol, y era hora de ir a casa, quería descansar un rato y debía prepararme para salir.

—¿A dónde irás? —pregunta Tobías parado en el umbral de la puerta.

Me coloco brillo labial y revuelvo un poco mi lacio cabello para darle volumen. No podía dejar de ver cómo me quedaba la ropa, era muy feliz con tan poco.

—Marian me invitó a beber algo —aviso.

Marian es una de mis mejores amigas, aunque estuvimos separadas por la distancia, siempre mantuvimos el contacto. Ella es mayor que yo y pertenece al grupo de amigos de mi hermano, pero eso no impidió que tengamos una gran amistad hasta el día de hoy.

—No me avisaste nada  —reclama.

Me giro y le doy una mirada molesta, al parecer Tobías piensa que aún tengo doce años.

—No sabía que debía pedirte permiso —explico—. Te dejé la cena lista —aviso y paso por su lado para ir por mi bolso.

—Ten cuidado, ponte algo encima, vas casi desnuda —reclama.

—Te pareces a papá —espeto.

—Soy peor, ponte algo —exige.

Me doy una mirada al espejo grande y tal vez sí esté algo desnuda, pero voy a salir a beber, ni que fuese a la iglesia.

—Soy joven —Le recuerdo—, déjame ser —pido y río.

Pone una cara de exaspero como si le hubiese pedido algo descabellado y se cruza de brazos.

—Debo aceptarlo —dice y se gira para salir de la habitación—. Debo aceptarlo —Va murmurando por el pasillo como un lunático.

Termino de arreglarme y me sorprende la puntualidad de mi amiga, miento si digo que no estoy ansiosa por verla, han pasado como dos años desde la última vez que estuvimos juntas.

Castigo Caos#2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora