Capítulo №24

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—¿Sigues molesta?

Suspiro.

Es la décima vez que me lo pregunta. Tomo la botella de agua de la heladera y tras volver a suspirar, me giro para verlo.

—Ya no —respondo a desgano—. Pero no quiero que te metas en mi vida —advierto y lo señalo.

—Sólo me preocupo por ti, no quiero que Ethan te lastime. —Su rostro se ve enrojecido, desesperado.

A veces me pregunto qué mierda pasa por la mente de mi hermano respecto a Ethan y a mí. Aunque no voy a negarlo, siempre que él me ha advertido algo, resultó teniendo la razón.

—¿Por qué lo haría? —inquiero segura o aparentándolo.

—Deja el tema, ve tranquila, cogetelo y dale mis bendiciones.

—¿Eres idiota o te haces?

—No sabes cómo me toca las pelotas que ponga sus manos sobre ti, él o cualquiera, y más cuando las cosas están chuecas.

—Tú estás chueco —espeto—. Me voy, déjate de estupideces, soy grande y hago lo que se le canta a mis tetas.

—¿Cuáles tetas? —replica con sorna y ríe a carcajadas.

Me las cubro ofendida, pero a la vez riendo.

—Hijo de puta.

—Prométeme que no sufrirás y te dejaré cogerte a todo el equipo de fútbol.

Sonrío con ternura y asiento.

—No sufriré —afirmo—. Ethan nunca me haría sufrir, por lo menos no intencionalmente.

—Eres una chica lista y sé que no me decepcionarás.

—Lo sé.

—¿Saldrás así? —Señala mi ropa.

Blanqueo mis ojos. Tengo un pequeño short de Jean tiro alto y una blusa corta que deja ver mi estómago, también unas sandalias de plataforma color piel. No estoy mal, las chicas en la calle andan peor.

—¿Ya viste la temperatura? ¿Quieres que me ponga un sobretodo?

—Vete.

Antes de salir me acerco y lo abrazo. Amo los abrazos de mi hermano por más machista y asqueroso que sea.

En el camino reviso mi maquillaje y cabello, me lo he atado en lo alto por el calor, además estoy molesta, realmente quiero ver a Et, pero también tengo ganas de quedarme en casa, en pijama y con aire acondicionado comiendo helado y mirando películas. Al dar con el edificio estaciono en la entrada, justo detrás del auto de Sharon. Hace unos días me enteré que la otra puerta que hay en el piso de Et, es de Sharon, son vecinos. Pero apuesto lo que sea que él no es tan pesado ni controlador como Tobías.

El portero me saluda y entro al ascensor, es evidente que sabe que vengo. Cuando veo el número, me doy una última mirada al espejo y salgo al piso; comienzo a sentir nervios, como cuando era una niña. Tras golpear su puerta, Ethan se materializa frente a mí. Es raro encontrarlo sin camiseta y sólo en unos pequeños short deportivos. Por su cabello húmedo y tirado hacia atrás, deduzco que se ha duchado, segundos después, cuando su aroma llega hasta mí, lo confirmo.

—Hola —saludo y sonrío, me agarro de mi bolso y hago una pose sensual y extraña tratando de no verme como una vendedora de Biblias.

—Castaña —Se acerca rápido y sin tiempo a pensarlo deja un fugaz beso en mi boca—. Pasa.

Lo hago, ingreso.

Como siempre fue con él, está todo muy pero muy acomodado, todo brilla y reluce. Las luces están algo bajas, el ambiente fresco por el aire acondicionado y de fondo se escucha la música que a Et le gusta. Música rara. Dejo mi bolso en el sofá y me giro a verlo llegar hasta mí.

Castigo Caos#2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora