Capítulo №30

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Cierro la puerta y salgo corriendo hacia el baño del piso. No sé cómo sentirme, no tengo ganas de llorar pero tampoco de reír. Sí puedo confirmar que me siento engañada y traicionada. ¿Tobías es el chico del que Caleb habla? Si es él, están desde hace muchos años, eso quiere decir que mi hermano es gay desde siempre y que me lo ha ocultado.

—July —Es él, intenta abrir la puerta y habla en susurros—. Pequeña, abre por favor.

Con las repentinas ganas de llorar, me acerco a la puerta y abro, Tobías está igual que yo, con sus ojos vidriosos y dispuestos a llorar. La pena y vergüenza en su rostro es tan notoria.

—¿Por qué me lo ocultaste?

—No lo sé, siento vergüenza —suelta con dificultad.

—No tienes por qué tenerla —replico—, pero te sientes así por ser un machista, burlarte de personas por su preferencia ¡siendo que eres uno!

—No grites.

Baja su vista y muerde su labio inferior mientras niega.

—¿Eres gay?

Luego de unos segundos de silencio vuelve a levantar su rostro y con los ojos cargados de lágrimas, asiente.

—Soy gay —confirma—, soy un marica.

A pesar de estar enojada con él, me acerco y lo abrazo metiéndolo al baño. Comienza a llorar y a pesar de ser enorme, se hace pequeño para que lo abrace. ¿Quién es este chico? No parece mi hermano.

—Me siento aliviado —susurra entremedio de la congoja.

Me aparto y lo miro a la cara.

—¿Y Jane? ¿Y todas las chicas con las que estuviste?

—Me gusta tener sexo con mujeres. Pero también con hombres, me gustan más los hombres, siento otro tipo de cosa con ellos.

—¿Y Caleb? ¿Por qué lo engañas?

—No lo engaño, tener sexo con mujeres no es engañarlo, tenerlo con hombres sí, yo sólo lo quiero a él.

—No estoy segura de que eso sea correcto —confieso—, a Caleb le duele que te acuestes con otras chicas.

—¿Cómo sabes eso?

—Caleb me ha dicho que es gay y que tenía problemas con su pareja porque se acuesta con mujeres.

Se cubre el rostro con ambas manos exasperado y niega lentamente.

—No puedo salir de clóset, siento que no puedo y la parte que se niega es la que me impulsa a acostarme con mujeres, por más que desee a los hombres.

La desesperación en su rostro me la trasmite a mí. Siento que su problema es mi problema y quiero ayudarlo.

—¿Quién lo sabe?

—Nadie.

—Me duele que no hayas confiado en mí para contarlo.

—Confío en ti más que en nadie, pero me siento más seguro así.

—¿Ocultándote?

Castigo Caos#2 Where stories live. Discover now