Capítulo №42

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Acomodo mi cabello y tras tomar aire, acciono el picaporte e ingreso. Está sentado tras su escritorio, absorbido en lo que hace, con su ceño fruncido en suma concentración trazando líneas, pero cuando cierro la puerta levanta su rostro instantáneamente, trae sus gafas puestas y se ve terriblemente apuesto. Creo que la falta de él en estos últimos días me ha hecho sentir en abstinencia.

Me regala esa blanca e impecable sonrisa.

—Castaña —saluda amable y se pone de pie para venir a mi encuentro y yo ir al suyo—, disculpa que te haga venir, pero...

Antes que siga me acerco a besarlo, me cuelgo de su cuello y hago que me abrace. Definitivamente ahora es un feliz cumpleaños, sus labios son el mejor regalo.

—Feliz cumpleaños —felicita sonriendo cuando le doy aire, acaricia mi mejilla y sonríe.

—Gracias.

—No quería ir hasta tu lugar porque son todos muy chismosos.

—Está bien —respondo despreocupadamente.

Tiene razón.

Me toma de la mano y guía hasta dar con el escritorio, me deja parada a un lado mientras abre un cajón y saca una caja de terciopelo negra, es del tamaño de una caja de cds y se ve tan fina y elegante. Obviamente se me hace agua la boca de pensar en lo que haya dentro. Y Et lo nota porque sonríe con gracia al verme.

—Espero te guste.

Lo tomo en mis manos y antes de abrirlo vuelvo a mirarlo a la cara para sonreír agradecida.

—Claro que lo hará, nada que venga de ti no lo haría —aclaro y tras ver la tímida expresión de Et, y notar que tal vez fui demasiado empalagosa para lo que él acostumbra, la abro.

Es una cadena de oro, brilla demasiado, en el medio, donde va el dije noto que no es un dije, sino un círculo también de oro con cristal dentro que une ambos extremos de la cadena. Al tomarlo entre mis dedos para levantarlo y verlo más a la luz del sol, veo que tiene escrito «Castaña» en medio de los cristales.

—¿Te gusta? —pregunta con temor.

—Me encanta —respondo agradecida—, es hermoso, ¿me lo colocas?

Me giro y levanto el cabello para que pueda prenderla. Le extiendo la caja para que tome la cadena y la coloque alrededor de mi cuello, y antes de prenderla no me pierdo el detalle de sus dedos acariciando mi cuello, sintiendo cómo los vellos se me erizan ante su tacto.

—¿Puedo pasar al baño y verlo?

—Claro.

Al entrar y verlo en el espejo me fascino, es lo más bello que me han regalado, y más que haya sido Et. Salgo y lo encuentro parado en el mismo lugar, dudo de si acercarme y abrazarlo y besarlo, pero él lo resuelve girándose y caminando en dirección opuesta, hacia la máquina de café.

—¿Quieres uno? —ofrece.

Casi digo que sí, pero recuerdo que prohibieron que lo bebiera.

—Un poco de agua estaría bien.

Camino por la oficina perdida hasta llegar al sofá. Tomo asiento erguida y luego de acomodar mi cabello, acaricio la cadena con la yema de mis dedos. Ethan llega junto a mí y tras entregarme el vaso de agua, toma asiento a una pequeña distancia con su café. Lo observo curiosa y llego a cuestionarme si le molesta que esté aquí, porque la distancia que marca es demasiado evidente.

—Hoy en la noche iremos a un club, aquél que está en la zona de Belgrano —lo invito y responde con un seco asentimiento—, irán todos, te aviso porque no estaré en casa, con mi familia no quise pasarla porque Brenda ha estado jodiendo con la bofetada y me quiero ahorrar el mal rato en casa.

Castigo Caos#2 Where stories live. Discover now