charla

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El castaño no permaneció mucho ahí sentado, así que sin pensarlo mucho, entro a las duchas, luego de unos minutos salió, esperando encontrarse nuevamente con Kevin, sin embargo, no fue así. No había ni un solo rastro del más alto.

Se vistió sin prisas, pues aún tenía que esperar a Edson. Su amigo apareció con el cabello mojado, una toalla envolviendo su cadera y el torso escurriendo gotas. Diego mientras tanto estaba atándose las agujetas de los zapatos. —¿Neta ya estas listo? —Edson se dirigía a su lugar, mirando a Diego. El ojiverde asintió en respuesta.

—Si quieres espérame afuera, no tardare mucho. —el pelinegro secaba su torso con una toalla más pequeña.

—¿Seguro? La verdad es que no tengo problema en esperarte aquí.

—Sin pedo. —Edson le miro y luego asintió.

—Bueno. —dijo Diego, guardando sus cosas y luego salió de los vestidores.

Tomo su teléfono, no tenía mucho que hacer, así que decidió enviar un par de mensajes a su madre para saber cómo se encontraba.

No creía que los mensajes fueran contestados en ese momento, es por eso que prefirió indagar en sus redes sociales, las cuales no utilizaba de manera constante. Solo cuando lo ameritaba y ya.

Post, post, post.

Se aburrió en menos de tres minutos, afortunadamente Edson llego, posicionándose a su lado en mucho menos tiempo del esperado.

—¿Ya? —Diego miraba a su amigo.

—Vámonos. —el par de amigos comenzó a caminar hacia la salida del lugar.

El camino al departamento del más bajo fue ameno. La platica fue bastante interesante ya que Edson le contaba un par de sus más recientes anécdotas en su equipo.

El sí fue al Ajax.

Al estar fuera del departamento, la plática cambio su rumbo. Diego con nervios abrió la puerta del hogar.

—Bienvenido. —Diego se hizo a un lado para permitirle primero el pase a su amigo.

—Gracias. —Edson entro, observando todo a su paso y admirando el bonito gusto minimalista del castaño. —Me gusta la decoración, siempre has tenido buen gusto. —Edson admitió. Diego sonrió ante el cumplido.

—Toma asiento. —Edson se sentó cómodamente en uno de los sofás.

—Entonces a lo que vinimos, Diego. ¿te gusta Kevin? —Diego tenía que ser sincero con su amigo, pues estaba cansado de no admitir lo que sentía —Sí, Edson. Pero hoy, ni siquiera me miro. —mentiría si dijera que la actuación de Kevin no lastimaba su corazón.

—¿Qué fue lo que paso entre ustedes? —Edson con miedo realizo tal pregunta, tal vez Diego podía llegar a ser muy específico con la respuesta.

—Cuando jugábamos en la sub-20, no hablábamos tanto el pasaba su tiempo con otros y yo también, pero en la final eso cambio, un gringo me aventó, Kevin se molestó, entonces le metió un putazo al gringo. —relataba Diego.

—Como se debe de hacer. —interrumpió Edson, pues el también responde de la misma manera que Kevin. Diego le miro entrecerrando los ojos.

"Por algo los dos se apellidan Alvarez", supuso Diego.

—Continua, Dieguito. —Edson sonrió convincente.

—Me defendió, al final de todo perdimos y él se acercó a mí, y yo como estaba triste por la derrota, lo abrace. En el camino cuando estábamos en el bus dormimos juntos. —el rubor en las mejillas de Diego le hacía lucir tierno a los ojos de Edson.

—Ya. ¿Solo fue eso? —pregunto Edson levantando una ceja, él se estaba imaginando una telenovela entera.

—Pues si wey, ¿qué esperabas?

—Que habían cogi- Edson no logro terminar su frase, pues Diego soltó un grito exaltado.

—¡No! No, Edson. —sus mejillas exageradamente rojas hicieron que el más alto soltara una pequeña risa.

—Está bien. Ahora, ya entiendo todo. Con razón te lo estabas tragando con la mirada cuando se quitó el jersey.

—No lo pude evitar, perdón. —los ojos de Diego se llenaron de lágrimas, su estado de ánimo era confuso.

Edson al ver la tristeza en el rostro de su amigo, sin dudarlo, lo abrazo fuertemente.

—No te pongas así, Dieguito. —susurro Edson, tratando de calmar al más bajo.

—Es que no sé por qué no me hace caso, si antes me trataba bien. —las lágrimas se deslizaron por su rostro.

—Yo te tengo la solución. —dijo Edson. Diego con rapidez se separó de Edson para verlo a los ojos.

—¿Que? ¿Cuál es? —Diego ansioso pregunto, necesitando con ansias la respuesta.

—Simple, has que se rinda ante ti. —soltó Edson con una sonrisa. Diego al escuchar las palabras de su amigo, separó de golpe el abrazo, su entrecejo fruncido destacaba la confusión que sentía.

—Edson, ¿cómo se supone que voy a lograr eso? —para Diego tal cosa sonaba imposible.

—Fácil, sedúcelo.

—Ni siquiera me voltea a ver. —susurro Diego abatido.

—Por eso, vas a hacer lo posible para captar su atención, sé que lo lograras. —Edson era muy confiado, por lo que no dudo ni un poco en sus palabras.

—¿Qué es lo que tengo que hacer? —Diego se sentía cada vez más confundido.

—En los vestidores, no lo sé, míralo mientras te desvistes o algo así...

—¿Solo eso?

—Vayamos por pasos, Dieguito. —calmo Edson.

—Bien... —Diego miraba hacia a todos lados, con nerviosidad.

—Ya lo veras, va a caer. —alentó Álvarez.

—Rendido. —Diego declaro el inicio del plan con aquella palabra.

Edson sonrió a su amigo convencido... Sin llegar a imaginar nada de lo que podría llegar a suceder.  


rendido ➸ kevin x diegoWhere stories live. Discover now