compañía

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A la mañana siguiente Diego despertó de muy buen humor, los compañeros que se quedaron en México le habían ido a saludar temprano en la mañana, pues le quedaban pocas horas ahí, al fin seria dado de alta.

Valoraba bastante el comportamiento tan especial que sus compañeros le brindaron, la verdad la había pasado bastante mal.

El recuerdo de la noche anterior no lograba salir de su mente.

Recuerda tan bien; los ojos de Kevin mirándole fijamente.

Sus manos entrelazadas.

La nerviosidad de ambos.

Aunque la charla que tuvieron estuvo centrada en el dolor de ambos, fue tan reconfortante el haber estado juntos.

Sin importar el hecho de que negó el perdón a Kevin, porque no estaba listo para ceder tan fácilmente.

Aquel objetivo seguía en mente.

Esperaba con ansias a la doctora, porque luego de salir, sabía que Kevin estaría esperando por él.

Se dispuso a dormir, no tenía algo más interesante que hacer.

A las doce y cuarto, una doctora apareció en la habitación.

—Hola, Diego. —saludo la mujer de manera amable.

Diego le miro con una suave sonrisa. —Hola, Doc.

—¿Como te sientes? —pregunto la doctora, acercándose a Diego.

—Muy bien. —respondió el castaño.

—Eso es bueno. ¿Puedes levantarte? —Diego lentamente se incorporó, para ponerse de pie. La doctora le analizaba, para detectar si todo ya estaba bien con el chico.

—¿Te ha dolido al momento de levantarte? —Diego negó. —Camina, con pasos lentos y dime como te sientes. —Diego acato la orden, con pasos firmes paso por el piso.

—Me siento bastante bien.

—¿Seguro? ¿Ningún dolor en la espalda al caminar?

—No, ninguno.

—¡Genial! Hoy te puedes ir. —dijo la doctora, Diego suspiro con emoción.

—Solo firma estos papeles. —la doctora le dio un par de hojas y una pluma. Diego escribió su firma en donde le era indicado.

—Listo. —devolvió las cosas a la doctora.

—Excelente, Diego. Ya puedes tomar tus pertenencias, ¿necesitas un nuevo conjunto de ropa?

—Si, por favor.

—Bien iré por él. ¿Alguien pasará por ti? —Diego asintió.

—¿Necesitas que le informe a la persona que ya te puedes ir?

—Me haría un favor muy grande, Doc.

—Solo dime el nombre de la persona.

—Kevin Álvarez.

—Muy bien, te dejo solo. En un minuto regreso. —la doctora sonrió, para después salir de la habitación.

Diego al estar solo, se dirigió al pequeño vestidor de la habitación. Donde suponía que se encontraban sus pertenecías.

Acertó, se encontraba su reloj, una cadena de oro que portaba una cruz y su teléfono móvil.

Coloco sus cosas en su lugar, al ya portarlas, la doctora regreso.

rendido ➸ kevin x diegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora