almas

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La respiración de Kevin se volvió agitada, cómo si hubiese corrido por más de dos horas seguidas, ni siquiera en un partido lograba agitarse así, su mandíbula tensada, sus manos sudando, humedecía sus labios constantemente. Estaba que moría de los nervios.

Su mente estaba concentrada en todo lo que le diría a Diego.

Se sentía irreal el estar ahí, porque estaba enfrentando una situación que no quería, si quiera le fuera mencionada.

Aunque estaba decidido a enmendar las cosas, porque eso era lo correcto. Sentía que no faltaba mucho para que empezara a llorar, y no estaba en sus planes el contenerse.

La luz de la habitación estaba apagada, con la mano busco el interruptor, para luego iluminar el lugar.

Su mirada se encontró con Diego durmiendo recostado en la camilla, sus facciones relajadas le hacían ver tan lindo.

Al parecer el castaño no se percató en ningún momento, de cuando Kevin entró a la habitación. Con prisa el pelinegro se retiró las prendas y objetos que llevaba para ocultar su identidad.

Tendría que verse obligado a despertar a Diego. Dejó sus cosas en una silla que estaba esquinada. Para luego proseguir con acercarse al castaño. Parpadeaba un par de veces, dando pasos cortos.

Al ya estar al lado de Diego, con miedo, posó su mano encima de la del ojiverde. Para luego acercarse a su oído y susurrarle su nombre, le pareció buena idea, pues Diego tenía el sueño bastante pesado.

—Diego, Diego, Diego. —murmuraba. El castaño comenzó a removerse inquietamente en la camilla, estaba despertando. Kevin sonrió al estar logrando su objetivo.

—Diego, Diego. —llamo dos veces más. El castaño abrió los ojos lentamente, el calor de alguien presionando a su lado, le hizo suspirar. Kevin se separó de Diego lentamente, revelando su rostro golpeado. Se veía bastante mal.

Diego le miro paralizado un par de segundos. —Kevin... —no podía decir algo más, el pelinegro le estaba visitando, tenía el rostro lleno de golpes, eso era mucho para procesar. No lo creía.

Sabía de donde provenían los golpes; Edson fue el causante. —¿Estas bien? —pregunto el castaño. Le preocupo el estado de Kevin, desde que en la mañana noto las manos de Edson vendadas.

—Estoy bien, tranquilo. Lo merecía. —Diego negó. —Se lo dije porque- Kevin corto la explicación que Diego intentaba darle. —No te preocupes más por esto. Aquí lo importante eres tú. —ambas miradas se encontraron; el café claro uniéndose con el suave verde. Una combinación perfecta.

Sus corazones latían en la misma sincronía, casi de la misma manera que lo hicieron cuando pasaron por la derrota contra Estados Unidos de la sub-20, donde Kevin tratando de consolarlo le arropo entre sus brazos.

Ese abrazo que le hizo rendirse ante Kevin...

Los sentimientos de ambos estaban a flote.

En aquel momento volvían a ser jóvenes de dieciocho y diecinueve años respectivamente. Uno que se lamentaba por la derrota y otro que se mostraba fuerte y le hacía cara a la adversidad.

Ambos saben cómo es que llegaron hasta aquí, aunque la vida de los dos avanzó, de manera diferente, cada uno tomando el camino que consideraron el mejor.

Pero ¿por qué al final de todo el rumbo que tomaron los llevo a estar el uno con el otro?

¿Fue acaso obra del destino? quien les hizo volver a estar juntos.

—¿Por qué estás aquí? —fue la pregunta de Lainez. Sacando a Kevin de sus pensamientos.

—Porque quiero arreglar las cosas contigo. —respondió Kevin. Diego tragó saliva. —¿Teníamos que llegar a esto para arreglar las cosas? Desde el primer día, pudiste hablarme. Pero preferiste que las cosas sucedieran así. Tú y yo sabemos que pudiste evitarlo. —Lainez expreso con dolor. Sería totalmente honesto con Kevin, no iba a callar su sufrimiento.

—Tengo claro que cometí muchos errores, Diego. —Kevin soltó un sollozo, al escuchar las palabras del menor. —No merecías que yo te hiciera esto.

—Si no lo merecía, ¿entonces por qué lo hiciste? —Diego quería, mejor dicho, necesitaba saber las razones de Kevin.

—Porque no podía volver a comportarme como lo hice; tan dulce, meloso contigo. Imagine que lo mejor era tenerte lejos de mí, y como un idiota la solución que encontré fue que si te causaba daño tú me odiarías y yo podría continuar con mi vida. —la respuesta de Kevin fue como un golpe directo.

Diego amaba a ese Kevin meloso y dulce, mientras que para Kevin el actuar así era su mayor pesadilla.

—Jamás podría odiarte, Kevin. —soltó Diego comenzando a llorar. —Porque tu estuviste en mis noches más oscuras. —Kevin frunció el ceño. Diego le miro, no le estaba entendiendo. —¿Recuerdas cuando me abrazaste? —Kevin asintió en respuesta. —Luego de eso enfrente un par de situaciones difíciles, así que cada que me sentía triste te recordaba a ti, porque me hiciste sentir seguro. Dormía tranquilo, gracias al revivir una y otra vez aquel momento. —el pelinegro suspiro con alegría era bueno saber tal cosa.

—Tu querías dañarme, lo lograste, me heriste física y mentalmente. —Kevin hizo una mueca de arrepentimiento. —Pero debes de entender que, a pesar de ello, no puedo dejar de preocuparme por ti. —el pelinegro sentía un dolor tan fuerte en el corazón, tales como las punzadas de dolor que él le ocasiono a Diego.

—Perdóname Diego, lo siento tanto. —Kevin con impulso apretó un poco la mano de Diego para luego arrodillarse suplicando perdón.

Su rostro golpeado y húmedo por las lágrimas, sus ojos enrojecidos, sus labios temblorosos, una mirada que mezclaba: dolor, culpabilidad y arrepentimiento.

Kevin lucia tan afligido.

Diego le observaba de arriba hacia abajo, no noto cuando por sus mejillas ya se deslizaban lágrimas, una tras otra, despidiéndose de lo que estaba guardando, estaba liberándose poco a poco.

El dolor de dos almas que sufrían en silencio por la otra.

—Kevin... —procesó sus palabras un poco, antes de hablar. —No puedo perdonarte ahora, lo siento. —declaro el castaño. Kevin al escuchar el veredicto de Diego lo acepto, no iba a rechistar.

Diego Lainez estaba en su total derecho de negarle las disculpas.

Y si es honesto, y si las cosas hubieran sido al revés Kevin tampoco hubiera perdonado tan fácilmente.

—Está bien, Diego. —respondió Kevin, lentamente se levantó del piso. Diego le miraba con dolor, no había sido fácil tomar tal decisión, sin embargo, la considero como la mejor. No le importaba que sucediera con Kevin después de la charla, él sabe que fue honesto en todo momento.

Sus manos seguían entrelazadas.

—Solo te preguntare una cosa más, Kevin. ¿Me quieres lejos de ti? —la pregunta era tan sencilla, pero con un significado tan fuerte.

Una decisión difícil.

Ya que, si Kevin respondía un "no", probablemente todo cambiaria, para bien. Tal vez existiría una oportunidad importante.

Pero si le daba un "sí", eso era todo, el final.

Kevin tragó en seco y sin dudarlo respondió un firme "no".

La mirada tan llena de dolor y sentimientos negativos de Diego se iluminó, una luz que logró salir de la oscuridad hizo su aparición. Todo ante la presencia de Kevin.

Ambos soltaron lágrimas, pero esta vez fue diferente. El dolor dejo de ser intenso, sus respiraciones dejaron de ser intensas, sus mentes se tranquilizaron.

No había nada, ni nadie más.

Solo eran ellos; Diego y Kevin, experimentando un par de las tantas fases del amor.  

al fin un capitulo de Diego y Kevin, se que en la mayoría es triste pero era necesario, quería narrarles el sufrimiento por el que que ambos estaban pasando, la felicidad esta cada vez mas cerca. 

la historia ha llegado a las más de mil lecturas y más de doscientos votos. no tengo palabras, jamás imagine que una idea que surgió de la nada se iba a convertir en esto, les agradezco tanto el apoyo. 

en fin, no me quiero poner más sentimental, a ti personita que lees esto, te quiero mucho. 💗💗


rendido ➸ kevin x diegoWhere stories live. Discover now