entrenamiento

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Martes por la mañana.

Diego se removió lentamente sobre las sábanas, no evito sonreír de felicidad al sentir las manos de Kevin envolver su cintura.

Era como si estuviese en un sueño. Ayer no paso nada relevante, pero aun así consideraba como un logro el haber tenido a Kevin nervioso por dormir a su lado, además de dormir abrazado a él.

Su plan se vio interrumpido, ni siquiera estaba seguro de si aún estaba en pie. Y a pesar de que las cosas con Kevin estaban yendo por un buen camino, Diego sentía la necesidad de que el pelinegro estuviera totalmente dispuesto a él; totalmente rendido.

No estaba tan lejos, era una realidad bastante cercana.

Con el paso del tiempo eso probablemente llegaría.

Diego observaba fijamente a Kevin, mientras pensaba. Salió de su ensoñación cuando el pelinegro se movió ligeramente, sin soltarle y sin despertar, el castaño retomo su sueño, pues estaba bastante cómodo, además de que Cocca les pidió estar listos a las ocho de la mañana, tenía que seguir descansando.

A las siete de la mañana, la alarma programada de Diego inundo la habitación. Kevin fue el primero en despertar con un poco de molestia, odiaba cuando la alarma sonaba. Ante el ruido, Diego después despertó, tomando su celular y apagando el molesto ruido.

—¿Qué hora es? —la voz ronca de Kevin se hizo presente. Diego se sorprendió ante la voz de Kevin, sonaba tan... atractivo.

—Las siete. —respondió, su voz también estaba ronca, pero no se igualaba a la de Kevin.

El pelinegro dio un par de vueltas en la cama. —No me quiero levantar. —decía. Diego le miraba con una sonrisa, Kevin estaba actuando como un niño pequeño.

—No hagas más berrinches y ya levántate. —dijo Diego. Kevin le miro entrecerrando los ojos.

—No quiero, Diego.

—¿No? —el castaño pregunto con autoridad, lo que logro poner nervioso a Kevin, quien lentamente se quitó las sábanas de encima y se incorporó en la cama.

—Bien. No era tan difícil, ¿o sí? —Kevin no dijo nada más, con pasos largos se dirigió al baño.

Diego aprovecho el estar solo para cambiarse y acomodar sus cosas.

A las ocho de la mañana Kevin y Diego ya se encontraban en la recepción junto a todos sus compañeros. Irían al estadio donde sería el juego, para tener el entrenamiento.

Al ya estar en el estadio, Cocca nuevamente les ordeno trabajar en parejas, pero esta vez fue el encargado de acomodar a sus jugadores a su gusto. Y para la mala suerte de Diego y Kevin, el director técnico de la selección mexicana les acomodo separados.

Ninguno siquiera tuvo la oportunidad de rechistar.

Kevin trabajaba con Erick Sánchez, con quien también jugaba para el Club Pachuca. El pelinegro mantenía una buena relación con Erick, sin embargo, no evitó el mostrarse un poco decepcionado ante la decisión de Cocca.

Por su parte, Diego fue puesto con Alexis Vega, el jugador de Chivas volvía a la selección mexicana, después de haber sufrido una lesión. A Diego no le molesto la decisión del técnico, pues en los juegos olímpicos de 2020, Vega y él se volvieron bastante cercanos y no estaba de más el hecho de que ambos se consideraban grandes amigos. Pero, aun así, Lainez tenía un poco de esperanza para tener la oportunidad de trabajar al lado del pelinegro.

No quedaba de otra, cada uno hizo sus actividades por separado.

Aunque el constante contacto visual siempre estuvo presente. Cada que podían, uno ya se encontraba observando al otro. Y viceversa.

Era un lenguaje que solo ellos conocían.

Pensaban que estaban siendo discretos, hasta que Alexis llamo a Diego un par de veces y este no le respondía por estar embobado mirando a Kevin.

—¡Diego! —gritó con fuerza. El castaño salió de su ensoñación, exaltado.

—¿Que? —miro a Alexis con el ceño fruncido, le había interrumpido.

—¿No piensas seguir con el trabajo? Vamos atrasados porque nada más no dejas de ver a Kevin. —Alexis miraba al recién mencionado.

—No vamos tan atrasados, Alexis. —dijo Diego restándole importancia.

—Ajá, ya casi todos terminan y nosotros apenas vamos en el ejercicio dos. —respondió Vega con un suspiro de frustración.

Diego abrió los ojos con sorpresa, para él no había pasado tanto tiempo mirando a Kevin, sin embargo, la molestia de su compañero le decía lo contrario.

—Ya, ya. Continuemos, entonces. —sentencio dispuesto a concretar sus actividades, tomo un balón con el que tenía que hacer veinticinco dominadas. Alexis giro los ojos, imitando al castaño, comenzando la actividad.

Erick ya llevaba más de tres minutos regañando al pelinegro. Iban a un buen ritmo en sus actividades, pero Kevin interrumpió.

—¿Ya viste? Alexis también lo puso a trabajar. —Kevin le miraba con una mueca de desagrado.

—Pues si no estoy ciego. —respondió el pelinegro, cruzando los brazos.

—En vez de hacer tus gestos y tus posiciones de digno, ponte ya a trabajar, Kevin. —Erick tomo un balón y con un poco de fuerza se lo aventó a Kevin en el pecho. El pelinegro no tardo en molestarse.

—Ya me regañaste, pendejo. Y ahora me golpeas. —murmuro Kevin sobándose el pecho. El golpe le dolió un poco.

—Ponte a trabajar. —sentencio Erick, haciendo su actividad.

Kevin bufó con cierto enojo y de mala gana, continuo lo que dejo pendiente.

Erick sonrió victorioso. El pelinegro ni siquiera le volteo a ver.

Luego de una hora y treinta minutos, termino el entrenamiento, Kevin se acercó con prisa al castaño, pues su orgullo no le permitía hablarle a Erick por lo que prefirió solo alejarse de él, sin decir más.

—Muy bien, el entrenamiento ha dado fin. Ahora si quieren pueden irse a desayunar. —dijo Cocca, todos asintieron en respuesta, marchándose del lugar.

—¿Tienes hambre? —pregunto Kevin al castaño.

—Bastante. —respondió Diego, pasando su mano por su abdomen. Kevin le miro con una sonrisa.

—Si quieres podemos ir a explorar un poco y encontrar un restaurante. —propuso Kevin.

—Suena bastante bien, aunque espero no tardemos mucho en encontrar un restaurante. —ambos caminaron por la calle, viendo todo a su alrededor.

El dichoso restaurante fue encontrado después de recorrer un par de cuadras.

Ambos ordenaron lo mismo, la verdad es que ni siquiera sabían que esperar de la comida, no le tomaban mucha importancia ya que ambos tenían bastante hambre.

Sus miradas seguían perdidas en la contraria, con la misma intensidad que en el entrenamiento. 

rendido ➸ kevin x diegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora