madre e hijo

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Y lo que prometió lo cumplió.

Como el hombre que era y con palabra, esa misma noche Kevin le ayudo a realizar la compra de boletos de avión para irse a Villahermosa Tabasco, su ciudad.

Luego de confirmar la compra, ambos se dedicaron por el resto de la noche a mimarse y acariciarse. Y aunque las inquietudes seguían presentes y no era algo de lo que se olvidaban, por el momento; solo querían mantenerse al lado del otro sin importar que. Ya habría tiempo para discutir aquellos temas pendientes.

Limar todas esas asperezas sería un tanto largo, pero no imposible.

Ahora estaban juntos, de alguna u otra manera lo que habían hecho anoche les hizo abrir una puerta a una nueva realidad que lucía tan inquietante y a la vez tan magnifica y esperada, no había sido un viaje sencillo llegar hasta este punto, pero de alguna u otra manera lo consiguieron y se sentía como la misma gloria.

Cuando finalizaron sus actividades, solo se dejaron perderse y naufragar en la mirada contraria, algo hermoso; mágico.

Diego amaba posar sus manos en el pecho de Kevin, mientras que el pelinegro se acogía bastante bien descansando sus manos en las caderas del castaño.

—Te quiero. —murmuro Diego con voz baja, como si aquellas palabras fuesen un anhelo tan grande y que al convertirse en una realidad se sentía prácticamente un imposible.

Los ojos de Kevin brillaron preciosamente. Diego era un ángel, tan delicado y tan querido.

—Yo también te quiero. —respondió acariciando de nueva cuenta las caderas.

El castaño se sentía tan en paz que luego de escuchar a Kevin responderle, prosiguió con quedarse dormido.

Nahin le miro con una sonrisa y cerrando los ojos también cayó en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente Kevin fue el primero en despertar debido a la alarma que ambos programaron, el vuelo de Diego saldría en un par de horas por lo que debía de hacer maletas. Al parecer el castaño estaba en un sueño tan profundo que no lograba escuchar el ruido que se escuchaba en la habitación.

Aun mantenía sus manos en el pecho de Kevin y lo más resaltable era su sonrisa. El pelinegro no tuvo otra opción más que moverse lentamente para que el menor despertara, lo cual funciono ya que en cuestión de un par de segundos Diego abrió los ojos, confundido ante la acción del más alto.

—¿Qué pasa? —pregunto con la voz ronca, Kevin le miro para luego soltar una risa.

—Se te olvida que en unas horas tu vuelo sale. —dijo el pelinegro, Diego con sorpresa y prisa a la vez salió de la cama.

—No puede ser, no he hecho maletas. —el castaño se tomó del cabello con cierta frustración.

Kevin también salió de las sábanas, para acercarse a donde Diego. —No te estreses, bonito. Yo te voy a ayudar a hacerlas.

Diego le miro mucho más tranquilo. —¿En serio?

—Si, bueno por algo estoy aquí. —Kevin se encamino al closet del castaño, al abrirlo encontró prendas de todo tipo bien organizadas.

—¿Puedo escogerte la ropa? —pregunto con una mirada que parecía una súplica, Diego se derritió con ese gesto. Era tan maravilloso tener a Kevin así.

—Claro. En lo que tu escoges la ropa iré a darme una ducha. —Kevin entrecerró los ojos con la vista nuevamente en la ropa, sin decir nada. Diego amaba tentarlo.

—¿Está bien? —pregunto el castaño, pasando a su lado.

—Si, muy bien. —murmuro.

Diego ahora fue el encargado de no responder y pronto se encontró en el cuarto de baño dispuesto a darse una cálida ducha.

Kevin eligio las mejores prendas con las que imaginaba a Diego paseando por la ciudad, tan lindo y lo mejor era que el dejaba cierta huella ya que fue el encargado de vestir así a un chico tan divino como lo es Lainez.

7:30 de la mañana y ambos chicos ya se encontraban en el aeropuerto. Los dos portaban gorra, mascarilla y lentes para estar en anonimato. Ninguno era reconocido además de que llevaban ropa oversize y era muy temprano para que el aeropuerto estuviera lleno.

Esperaban a que dijeran algo sobre el vuelo de Diego, sus manos permanecían juntas de manera cariñosa ambos estaban cómodos con tal cosa.

—Pasajeros del vuelo a Villahermosa Tabasco, es hora de abordar. —hablo la voz femenina del aeropuerto.

Se miraron. —Es hora. —dijo Diego levantándose del asiento para tomar sus maletas en mano.

Kevin imito la acción dispuesto a acompañar al castaño hasta la zona de abordaje. Se encaminaron hacia el lugar y cuando ya se encontraron ahí un abrazo se hizo presente por parte de Diego. —Te extrañare. —dijo.

—Yo te extrañare más.

—No, yo más.

—Disfruta estos días con tu familia. —dijo Kevin. Diego asintió. —Claro que lo hare.

—Eso me parece excelente.

El abrazo que deseaban fuese eterno tuvo que verse obligado a deshacerse debido a que no tenían mucho tiempo y Diego tenía que apresurarse.

—Te veré pronto Nahin. —honestamente no quería despedirse del pelinegro y aquello era fácil de percibir por su tono de voz tan afligido.

—Así es, te veré pronto Lainez. —Kevin no estaba triste, era obvio que extrañaría a Leyva, pero el castaño merecía estar con sus seres queridos.

A pesar de que llevaban gafas oscuras descifraban perfectamente como se sentían ambos.

—Creo que es hora. — murmuro Kevin al escuchar que era la tercera y última llamada para abordar. Otro asentimiento dado y sin más Diego se alejó del pelinegro listo para tomar su vuelo.

No tenía muchas cosas que hacer en el vuelo por lo que decidió dormir. Al ya estar en su ciudad, sonrió felizmente cuando bajo del avión.

Tomo un taxi desde el aeropuerto, indicándole al conductor la dirección en la cual vivió desde pequeño. El auto comenzó a avanzar, Diego no despego su mente de la ventana solo pensaba una y otra vez en Kevin.

Al ya estar fuera de lo que aún consideraba su hogar bajo del taxi con sus maletas, después de pagar por el servicio.

Toco la puerta un par de veces y cuando su madre apareció del otro lado sus ojos se llenaron de alegría y su cuerpo de felicidad, Mary se lanzó en segundos a los brazos de su amado hijo.

—¡Mamita! —dijo Diego abrazando con sumo cariño a su madre.

—M-Mi cielo. —murmuro su madre enternecida.

—Te extrañe tanto. —dijeron a la vez.

Diego amaba a su madre como a nadie en el mundo. Por ella nunca se rindió en conseguir sus metas la paz que sintió en esos momentos no tenía comparación con absolutamente nada.

Porque aquel era un sentimiento hermoso; el amor puro que existe entre madre e hijo.  

rendido ➸ kevin x diegoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu