Aemond Targaryen-La Casa Del Dragon

3.7K 140 4
                                    

advertencias: degradación ligera, humillación, escupir torcedura, oral (recepción f), digitación, trampa


- La gente va a pensar que te van a asesinar si vienen por aquí- susurró Aemond, su cálido aliento acariciando la piel sensible de tus muslos- Prácticamente estás gritando-

- Lo siento- tartamudeaste, tomando la manta debajo de tu cuerpo en tus puños y apretando con fuerza.

- Mm, no te disculpes. Nadie se adentra tanto en este bosque- dijo, pasando una mano por tu espinilla y agarrándote la pierna por el pliegue de la rodilla- Además, me gusta verte desmoronarte por mí, mi queridísima señora-

- Vete a la mierda- dijiste, las risitas deslizándose de tus labios- Todavía estoy de una pieza-

Aemond sonrió, presionando sus labios en la parte superior de tu montículo y dejando un beso delicado que parecía inapropiado para la situación lasciva en la que te encontrabas.

- No temas, lo remediaré como siempre lo he hecho-

Abriste la boca para replicar, pero Aemond rápidamente te interrumpió uniendo su boca a tu clítoris y succionando con fuerza.

- Oh, dioses- dijiste, tus manos volaron hacia abajo para enredarse en el cabello largo y plateado de Aemond- No no no-

Aemond se rió entre dientes, y podías sentirlo sonriendo contra tus labios inferiores.

- ¿Quieres que me detenga?-

- Te mataré si te detienes- dijiste con dureza, tirando de sus mechones- Sigue adelante-

Aemond soltó una risa divertida y llevó su mano a tu entrada, deslizando un dedo largo y elegante mientras usaba su lengua para lamer descuidadamente tus pliegues. Gimoteaste, sintiendo su saliva mezclarse con tus jugos para empaparte por completo.

- Eres tan floja, mi señora. Apuesto a que podría meter mi polla y dos dedos dentro de este perfecto coño tuyo-

Empujó un segundo dedo junto al primero sin una palabra de advertencia, arrancándote un gemido de sorpresa. Se hundió en ti centímetro a centímetro, recompensándote con sucios lametones contra tus pliegues por tomar lo que te estaba dando. Una vez que tuvo los dos dedos completamente asentados dentro de ti, comenzó a acariciar tus paredes internas, acariciando todos los puntos sensibles que pudo encontrar. Chillaste ante la combinación de él presionando contra un nudo particularmente sensible de nervios dentro de ti y chupando tu clítoris. En este punto, estabas seguro de que tu agarre en su cabello se había vuelto doloroso, pero él no se había quejado ni una sola vez.

- Podría devorarte todos los días- murmuró Aemond, con la voz apagada mientras sus labios permanecían presionados contra tu calor húmedo.

Sabes tan jodidamente bien. Si yo fuera rey, decretaría que nunca te dejarían salir de mi cama.

- Supongo que debería agradecer a mis estrellas que Aegon es el heredero y no tú- dijiste entre respiraciones irregulares.

- Deberías- dijo- Si yo fuera el heredero, ya habría exigido tomar tu virginidad. Lo habría hecho sobre sábanas blancas y exhibido la sangre que derramaste como la nueva bandera de la Casa Targaryen. Convertiría el patrón en mi sigilo personal-

- Dioses-  dijiste, riendo débilmente y sacudiendo la cabeza- Eres repugnante-

- Quiero consumirte como tú me consumes a mí- dijo, moviendo su mano libre a tu cadera y hundiendo sus dedos en la carne suave allí- Quiero arruinarte-

Presionó el tercer dedo con tan poca ceremonia como el segundo. Jadeaste y empujaste suavemente su cabeza hacia abajo.

- Aemond, es demasiado-

- No, no lo es. Vas a tomarlo, mi señora. Y harás bien en agradecérmelo-

Echaste la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda de placer mientras él presionaba contra tu manojo de nervios implacablemente. Se movió de su posición agachado entre tus piernas para besar tu boca casi insensible. Se había movido para sentarse con las rodillas hacia adelante frente a ti, equilibrando su cuerpo sobre ti con su brazo libre colocado a tu lado. No parecía una posición particularmente cómoda, pero no mostró ninguna señal de que fuera menos que natural.

Una pesadez lenta comenzó a asentarse en la parte inferior de su abdomen, indicándole que estaba cerca de su punto de ruptura. Susurró elogios que no podías seguir en tu neblina de placer.

- Aemond- dijiste, mirándolo a los ojos: el iris azul pálido y el zafiro brillante por igual.

- ¿Estás en tu apogeo, mi señora?-

Asentiste apresuradamente, moviendo tus manos a sus hombros.

- Casi-

- No se detenga, mi señora. Ven en mis dedos. Muéstrame cómo tu coño apretaría mi polla- susurró Aemond, sonriéndote cuando lo mirabas con una expresión aturdida- Te recompensaré generosamente por tus esfuerzos-

Parpadeaste con cautela, jadeando cada vez que frotaba con fuerza tu clítoris.

- ¿Qué...qué tipo de recompensa?-

- Bueno, supongo que es más una recompensa para mí- se rió entre dientes, mirando tus labios sospechosamente largos- ¿Puedo escupir en tu boca?-

- Oh, Dios mío, Aemond- gemiste, echando la cabeza hacia atrás.

En circunstancias normales, te habría disgustado la sugerencia. Pero algo en Aemond hizo que quisieras darle todo, incluso en detrimento tuyo. Querías dejar que él te poseyera por dentro y por fuera, permitirle usar tu cuerpo para su placer y mantenerte para siempre.

Fue peligroso. Él era peligroso. No deberías confiar en él en absoluto. Pero, sin embargo, había esta suavidad en Aemond. Lo cubrió a fondo con un exterior duro y una disposición voluble, pero sabías que había algo gentil detrás de eso. Algo de lo que podrías enamorarte. Algo de lo que ya te estabas enamorando.

- Eso sonó como un rotundo sí- se rió, besando tu sien- Te lo daré después de que vengas, ¿de acuerdo?-

Asentiste, sintiendo las chispas iniciales de un orgasmo acercándose, el hormigueo extendiéndose por toda tu mitad inferior. Naturalmente, te estiraste entre tus piernas para agarrar la muñeca de Aemond mientras él movía sus dedos a lo largo de tus paredes internas y comenzaste a dejar escapar gemidos sin aliento mientras cerrabas los ojos.

- Adelante, mi señora. Ven por tu rey- susurró Aemond en tu oído, tranquilo y melódico.

Jadeaste y dejaste que el placer candente te consumiera. Tu columna vertebral se curvó de forma natural y tu boca se abrió mientras dejabas escapar pequeñas llamadas de su nombre en medio gemidos, medio gritos, tan sorprendido por la fuerza de tu orgasmo que no podías pensar en controlar tu volumen.

En el momento en que dejaste de lloriquear y pudiste respirar de nuevo, Aemond tomó tu barbilla entre sus dedos y acercó su boca a la tuya. Presionó su pulgar en tu labio inferior, manteniendo tu boca abierta mientras escupía dentro. Su sabor se vio empañado por el abrumador sabor de tu coño, pero aún podías saborearlo debajo de todo.

Te cerró la boca y la mantuvo cerrada hasta que te vio tragar. Él sonrió cuando lo hiciste, presionando dulces y fugaces besos en tus labios y frente.

- Buena chica- tarareó Aemond, limpiándose las gotas de sudor que se habían acumulado en tu frente- Mi buena niña-

Si solo eso fuera cierto.

Si tan solo no estuvieras prometida a su hermano.

Si tan solo fueras suya.

One shot- Smut ||Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt