Advertencias: sexo sin protección, sexo semipúblico, digitación, oral, asfixia, elogios
La noche comenzó bastante inocente.
El aire estaba caliente y pegajoso en tu piel, la condensación que se filtraba a través del vaso que sostenías no hacía mucho para refrescarte. Multitudes de personas se pararon en varios lugares de la gran sala de estar en la que estabas. Pertenecía a alguien con quien trabajabas, pero no podías encontrarlo en ti mismo para preocuparte por quién. Billy estaba de pie junto a un grupo de hombres vestidos con trajes caros, hablando de todo, desde el trabajo hasta sus esposas y novias, que sus esposas no sabían. Tus ojos miraban casualmente a Billy, observando su estatura alta y relajada y lo aburrido que parecía en esa conversación. Por un segundo pensaste que lo atrapaste mirándote a ti también, pero simplemente decidiste que tenía que ser una coincidencia.
No habías visto a Billy en algunas semanas y no estabas seguro de si eso fue accidental o no. Sí, estabas ocupado, pero sabías que habías inventado muchas excusas para no reunirte con él. No era que dejara de gustarte, era solo el hecho de que tu estado con él era extremadamente ambiguo. Un par de encuentros casuales en medio de la noche aquí y allá sobre lo que suponías que sería el alcance de tu relación con Billy, nada demasiadograve. Fue muy claro en su deseo de una relación, en que no quería una. Reprimiste tus sentimientos tanto como pudiste, pero a veces, después de que él se fue de tu apartamento a altas horas de la noche, tu corazón se sentía pesado y aburrido, en contraste con la vitalidad que sentías cuando los dos estaban solos, con los cuerpos entrelazados en perfecta sincronía, casi como si estuvieras hecho para él.
La noche aún era joven y el grupo de trabajo en el que estabas había alcanzado su punto máximo. Los sonidos de conversaciones informales rebotaban en las paredes creando un ambiente cómodo que disfrutabas. La mujer con la que estabas hablando miró hacia atrás, mirando a alguien que llamó su atención.
- ¿Qué?- susurraste, girando la cabeza para mirar.
Viste a un hombre entrar en el apartamento, con gafas de sol de color rojo oscuro y sosteniendo un bastón en una de sus manos. Estrechó la mano del anfitrión, tomando un trago de la barra y sorbiéndolo. Quién lo invitó, no tenías idea, pero escuchaste menciones de él de muchas personas durante el último año. Algunos de ellos eran más amables que otros, pero tenías la impresión de que, en general, era un buen tipo. Dio la vuelta saludando a cada grupo de invitados, entablando una conversación fácil y breve antes de pasar a la siguiente. Cuando llegó a ti, te saludó con una mano en la parte inferior de tu espalda y se acercó a ti para presentarse.
- Hola- comenzó, en voz baja y tranquila- Mi nombre es Matt Murdock-
La mujer con la que estabas hablando se presentó, sin poder ocultar su vertiginosa voz de colegiala.
- ¿Y usted es?- preguntó, mirándote.
Era amable, probablemente demasiado amable, y te estabas preparando para que sucediera algo. Era obvio para cualquiera que estuviera escuchando tu conversación que estaba coqueteando contigo. El contacto persistente de tu brazo y tu cara fue más que amistoso, al igual que todas sus bromas irónicas que te dijo para tratar de hacerte reír. La mujer con la que estabas hablando desapareció cuando se dio cuenta de que no estaba llegando a ninguna parte con él, tomando asiento en el bar para tratar de acelerar la conversación. Lo que no notaste fue que Billy te miraba fijamente todo el tiempo que hablabas con Matt, sus ojos negros quemaban agujeros en ambos mientras conversabas con él.
Le diste tu nombre y estudiaste su carácter. Te dijo que era abogado, pero algo en él te dio la impresión de que no te estaba diciendo toda la verdad. Débiles cicatrices cubrían su rostro y se podía ver lo que parecía un contorno moteado de un moretón en la piel que se asomaba a través de su traje. Descartaste tus pensamientos. ¿Quién eras tú para juzgar? Tal vez solo le gustaba un poco rudo.
