11. Martina

1.3K 266 166
                                    

Me sentía renovada con los resultados que iba obteniendo luego de unas semanas en el gimnasio, eran pocos y a lo mejor todavía no se observaban a simple vista, pero yo los veía y me hacían sentir orgullosa de mí misma

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me sentía renovada con los resultados que iba obteniendo luego de unas semanas en el gimnasio, eran pocos y a lo mejor todavía no se observaban a simple vista, pero yo los veía y me hacían sentir orgullosa de mí misma. Estaba en esa fase positiva en la que creía que todo era posible y que esta vez sí lo lograría.

Animada por ese entusiasmo y con la idea de intentar revivir mi difunta relación con Juanjo, me compré un camisolín negro de encaje, en una de esas tiendas que vendían ropa sexy en talles plus. Siempre había pensado que me vería horrible con eso, que en vez de sexy el resultado sería grotesco, pero ese día me pareció una buena idea. Tampoco era la gran cosa y no mostraba demasiado, pero para mí fue un paso gigante, tomé coraje y me armé de valor, Nadia me había dicho que sentirme sexy no dependía de mi talla sino de mi actitud y yo quería probar si era cierto.

Me bañé y me arreglé para esperarlo, me lo puse unos minutos antes de su hora de llegada. Lo que me mostró el espejo no era nada similar a lo que se veía en los catálogos de ropa sensual, pero me asombré al darme cuenta de que tampoco era desagradable, solo era yo mostrando más piel de lo normal. Lo esperé vestida así mientras me mordía las uñas, y cuando abrió la puerta y me vio, supe que le gustaba. La noche pintaba bien, cenamos, tomamos una copa de vino y luego fuimos a la habitación. Por un minuto pensé que volvíamos a ser los de antes y me sentí tranquila.

Juanjo comenzó a besarme y me dejó caer en la cama. Sus besos bajaron por mis hombros, me levantó el camisolín para buscar mis pechos y besarlos por un rato. Después de unos minutos, cuando él se puso el preservativo y estábamos listos, le dije que esa noche quería probar algo diferente.

Estábamos con la luz prendida por primera vez y yo lo estaba intentando de verdad, además lo disfrutaba y me sentía bien. Entonces, en un arranque de valentía y pasión, lo empujé como para dejarlo a él acostado y me subí encima. Era una posición que nunca me había animado a probar por las burlas que siempre había escuchado al respecto.

—No me aplastes —bromeó y me apretó las nalgas.

No necesité nada más.

Un baldazo de agua helada cayó sobre mí y me quedé petrificada.

—¿Qué pasa? —preguntó buscando mis pechos con sus manos.

—¿Qué has dicho? —cuestioné intentando que no se me notara el dolor que me había causado.

—Era solo una broma, Martina, no te ofendas por cualquier cosa. —Le quitó importancia, pero para mí ya todo estaba acabado, era imposible que continuara aquello.

Me levanté, me puse una sudadera enorme y un buzo negro sobre el camisolín y tomé mi bolsa.

—¿A dónde vas?

—Esto no está funcionando, Juanjo, no puedes seguir hablándome así. Se supone que nos queremos y nos respetamos, si no te gusta mi cuerpo y no lo aceptas es que no me quieres como soy y lo mejor será que nos tomemos un tiempo.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora