26. Martina

1.1K 245 44
                                    

Creo que hubo un antes y un después de nuestro primer beso con Adrián porque algo cambió entre nosotros ese mismo día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Creo que hubo un antes y un después de nuestro primer beso con Adrián porque algo cambió entre nosotros ese mismo día. Si hasta entonces habíamos sido solo amigos que en ocasiones jugábamos con fuego sin quemarnos nunca, esta vez todo tomó otro rumbo. Seguíamos siendo amigos, por sobre todas las cosas, pero también sabíamos que íbamos a quemarnos porque la tensión entre nosotros se hacía casi inaguantable por momentos y los dos queríamos hacerlo.

Si miro en retrospectiva debo agradecerle a Adrián el impulso que me dio para que saliera del letargo en el que la falta de autoestima me había sumido. Un letargo de autocompasión y resignación que me tenían embotada y enfocada en donde no era. Él me hizo sentir y despertó en mí cosas que pensé que no eran para mí. Hasta ese momento todos me habían pedido que pensase, que analizase, que comprendiese, que dejara de creer que no me merecía ciertas cosas porque así nunca las tendría, pero la mente puede entender y aun así no ser suficiente. Yo sabía toda la teoría sobre la importancia de la autoaceptación de mi cuerpo y demás, pero no sabía cómo aplicarla, no encontraba el camino para lograrlo.

Adri me hizo sentir y experimentar cosas que fueron tan fuertes que llegadas a un punto me hicieron dejar de pensar y permitirme sentir, lo único que necesitaba era explotar y dejarme llevar de una vez por todas. El sexo puede ser muy poderoso y él era un experto en encenderme con solo un gesto, una palabra o una mirada. El tema era que yo no sabía que eso era posible para mí, había asumido que, al no tener un cuerpo bello ni deseable para el común denominador de la sociedad, no era merecedora de tales atenciones. El mundo me había hecho creer y aceptar que estar conmigo podía llegar a ser asqueroso, y, en consecuencia, yo estaba dispuesta a conformarme con lo que fuera y hasta a agradecer al que se animara a mirarme aunque lo que me diera no fuera suficiente, por el simple hecho de haberme visto, como si realmente me hiciera un favor y yo se lo quedara debiendo.

Pero Adri lo cambió todo, él me hizo sentir que estaba equivocada, no comprender, sino sentir, y creo que ahí radica la gran diferencia. Porque por comprender lo comprendía, pero de repente por encima de todo aquello, lo sentía en toda mi piel que gritaba por sus besos y sus caricias. Lo deseaba, y no estaba mal, no era algo que tuviera prohibido. Nunca tuve miedo de perder mi amistad con él si pasábamos el límite, quizá porque asumí que jamás lo pasaríamos o porque me conformé, como siempre, a lo que pensé que él quería darme. Pero no era así y él se aseguraba de que me sintiera deseada desde que me veía por las mañanas hasta que nos despedíamos para ir a dormir. A veces era sutil, me miraba cuando yo parecía no notarlo, otras, era más intenso y hacía que la sangre me hirviera.

Yo comencé a disfrutar de eso, si bien al principio no sabía cómo reaccionar, pronto me di cuenta de que quería gustarle, provocarle más ganas, enloquecerlo. Eso me llevó a hacer pequeños cambios en mis rutinas que nunca me había animado. Comencé a soltarme de a poco, a usar ropa un poco más corta o a dejar un poco más de escote cuando sabía que saldríamos. Apagué mi mente y me dejé ir porque confiaba demasiado en él y eso ayudaba bastante. No sé si con otra persona lo hubiese logrado así, pero con él no tenía miedo a que se burlara o acabara por menospreciar mi esfuerzo.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora