59 - Adrián

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Un mes después de que todo volvió a la normalidad, decidimos festejarlo con una cena romántica, era domingo, y pasamos la mañana y el almuerzo en casa de mis padres, en familia con mi hermano, mis sobrinos y Nahuel

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Un mes después de que todo volvió a la normalidad, decidimos festejarlo con una cena romántica, era domingo, y pasamos la mañana y el almuerzo en casa de mis padres, en familia con mi hermano, mis sobrinos y Nahuel. La mamá de Martina también estuvo presente, Nahui le decía abuela, igual que a mi madre y a la madre de Alana.

Luego del almuerzo, bañamos a Nahui y lo dejamos un poco más temprano en casa de Alana, la idea era prepararnos, ir al cine y luego ir a cenar a un restaurante. Yo había reservado un hotel para pasar la noche, pero esa era una sorpresa para Martina.

Salimos de la casa cerca de las dieciocho para poder llegar temprano al cine, la película que íbamos a ver era un estreno y sabíamos que la sala estaría llena. No esperaba que la fila saliera dos cuadras a la redonda.

—Parece que tendremos que cambiar de planes...

—¿En serio toda esta gente para ver una película? No puede ser —dijo Martina y me tomó de la mano para acercarnos a la caja a mirar qué era lo que sucedía. En efecto la fila era para el estreno.

—Bueno, podemos hacer otra cosa —dije y ella asintió.

En ese momento, un guardia se le acercó y le tocó el hombro para llamar su atención.

—Señora, puede ir a aquella caja —dijo y nos señaló una caja libre.

—¿Cómo? —preguntó.

Y entonces vi la imagen que estaba pegada por el vidrio de aquella caja, era una imagen de atención especial para ancianos, embarazadas y mujeres con niños pequeños.

Tragué saliva, nervioso, porque me dio miedo la reacción de Martina, pero ella sonrió con alegría, se llevó la mano al abdomen y nos guio hacia la caja luego de agradecer al guardia.

Compramos las entradas y luego ingresamos con calma a la sala, nos sentamos en un buen sitio y ella me guiñó un ojo, yo seguía sorprendido, pero ella se echó a reír.

—Nunca me había pasado, pero Maca dijo que es de lo más normal, que la gente te cede lugares porque piensa que estás embarazada. Ella dice que le encanta porque siempre va cómoda en los buses o no hace filas en el banco.

—Es de lo más extraño... —dije y ella se encogió de hombros.

—Era eso o no ver la película, el hombre no tenía mala intención —añadió despreocupada.

Me quedé quieto un rato porque de verdad me sentía confundido, no pude evitar pensar que el mundo que yo habitaba no era el mismo que el que habitaban Martina o Maca. Aquella experiencia no era mala, daba hasta risa, pero no siempre era así, y ser consciente de todo lo que pasan las personas con sobrepeso solo por tener una característica física me hizo sentir un poco frustrado.

Martina se dio cuenta, llevó de nuevo su mano al abdomen e hizo una broma.

—Háblale al fideo —dijo y se echó a reír. Habíamos comido tallarines ese día—. Fideo, tu papi está muy feliz de que nos hayas conseguido entradas —añadió.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora