Capítulo 54 - Martina

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Estábamos en una fiesta, era el tercer y penúltimo fin de semana por allí, había muchas copas de bebidas de todos los colores, pero no estaba borracha, solo la estaba pasando lindo con mis amigos

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Estábamos en una fiesta, era el tercer y penúltimo fin de semana por allí, había muchas copas de bebidas de todos los colores, pero no estaba borracha, solo la estaba pasando lindo con mis amigos. Bailaba con Emiliano y nos meneábamos como si el mundo se fuera a acabar mañana. Sofy ya había desaparecido por ahí con un chico y Ayrton y Maca bailaban a mi lado.

—¿Quieres ir a dar un paseo por la playa? —preguntó Emi y yo asentí.

Era guapo, rubio de ojos celestes, alto y con ese acento español que le subía unos diez puntos a su sex-appeal. Era divertido y solía estar siempre pegado a mí, buscaba mi conversación y me preguntaba mucho sobre mis ideas con respecto a lo que hablábamos en los talleres.

Fuimos hacia la playa y nos descalzamos para pisar la arena.

—Mmmm —gemí—. Qué rico se siente esto.

—Sí, ¿verdad? —preguntó y luego caminamos hacia la orilla—. Han sido unos días perfectos, no puedo creer que ya solo nos quede una semana —dijo.

—Cierto, pero continuaremos en contacto por el grupo y espero que nos volvamos a juntar en alguna oportunidad.

Él trabajaba en una clínica en Madrid y también enseñaba en la universidad, era un par de años mayor que nosotras, pero tenía un doctorado en didáctica universitaria.

—Martina, no sé cómo decirte esto sin que me lo tomes a mal, no hemos hablado de nuestras vidas privadas... no sé cómo eres en realidad, pero lo que he visto me ha gustado...

Me quedé de piedra porque no comprendía a qué iba.

—Bueno, tú también me caes bien —admití.

—Me refiero a que me caes un poco más que bien —dijo y se detuvo para mirarme—. Me gustas... mucho, pero sé que la distancia será un impedimento...

Lo miré con los ojos bien abiertos, no era consciente de eso y no lo comprendía.

—¿Qué? —preguntó.

—¿Yo te gusto?

No lo pude evitar, mis inseguridades volvían de vez en cuando.

—Ajá. ¿Qué tiene de raro? Eres hermosa e inteligente, hablar contigo es delicioso —dijo y yo sonreí nerviosa.

Mi cerebro no procesaba esa información tan rápido, pero me agradaba. Me gustaba escucharlo decir esas cosas de mí. Lo miré a los ojos y vi que era sincero.

—Te lo pongo fácil, Martina. Te ofrezco pasar juntos esta semana que nos queda, y me refiero a, bueno, ya lo sabes... No quiero ofenderte, no busco solo eso, de verdad —admitió—, pero eres sexy, mujer y yo... —Se encogió de hombros—. Si las cosas salen bien podríamos intentar seguir a la distancia hasta que... bueno, si nada te ata a tus tierras podrías ir a Madrid, te conseguiría trabajo.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora