42. Adrián

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Mi relación con Martina era todo lo que siempre había soñado y mucho más, nos entendíamos a la perfección, a veces solo con miradas

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Mi relación con Martina era todo lo que siempre había soñado y mucho más, nos entendíamos a la perfección, a veces solo con miradas. Nos compenetrábamos en todos los aspectos de nuestras vidas y descubrir una relación tan intensa y profunda de su mano, era fantástico.

Ella brillaba, cada vez con más intensidad. Me gustaba ver la confianza que había ganado y ser partícipe de la dinámica que tenía consigo misma.

Aquella noche habíamos decidido ir a un concierto que se celebraba en un bar, la invitación era de Merce, que siempre se quejaba de que la habíamos dejado de lado y que no era justo, pero nos recordaba que, como buena amiga que era, lo comprendería hasta que se nos bajara la intensidad sexual. Nosotros nos reíamos y le prometíamos que la próxima la acompañaríamos, pero lo cierto era que pasar tiempo juntos en casa, una película o una charla, solía ser lo único que deseábamos por aquel entonces.

Sin embargo, esa noche el nuevo chico de Merce tocaría la guitarra en un grupo y ella nos pidió que fuéramos, nos prometió que la pasaríamos bien y aceptamos. Llegamos, nos sentamos con ella a la mesa que tenía reservada para nosotros y comenzamos a beber. Un par de horas después, Martina y yo bailábamos como locos y coreábamos canciones de un grupo que no habíamos escuchado jamás. La estábamos pasando muy bien entre los tres, Merce estaba con nosotros y la noche era fantástica.

Cuando el concierto acabó y ella desapareció con su guitarrista, Martina y yo volvimos a la mesa y pedimos algo para comer, después de un rato, como el ambiente estaba demasiado viciado, decidimos salir a buscar un poco de aire fresco. El bar no era del estilo que solíamos frecuentar, pero eso no nos importaba porque estábamos juntos y aquello era todo lo que nos importaba.

Llevábamos seis meses juntos y pronto Martina tendría que viajar por un mes para lo del congreso, nos quedaba solo una semana, y aunque no era mucho tiempo el que estaría ausente, queríamos aprovechar nuestro tiempo juntos.

—La fiesta de los compañeros será por fin el viernes —comenté cuando recibí un mensaje, era tarde, pero en ese grupo nunca paraban de hablar.

—¿Cuál fiesta? —preguntó ella. Nos habíamos sentado en el canto de la vereda del bar.

—La que te comenté que se pospuso porque la madre de Shirley y Javier había tenido una recaída, pero ahora ya está de alta y ellos deben retomar sus vidas porque si no podrían perder el trabajo, así que viajarán pronto y por eso se hará el próximo sábado. ¿Vas a venir conmigo?

—¿Es necesario? —preguntó y me hizo un puchero—, sé que te llevas bien con todos, pero yo no guardo bueno recuerdos de la época... No iba cuando éramos compañeros, ¿por qué querría ir ahora?

—Porque irás conmigo, de mi mano, te presentaré como mi novia... Quiero hacerlo, Marti, te lo debo...

Sonrió y me dio un beso tierno en la sien.

—Está bien, lo haré por ti, porque yo no tengo ni ganas ni necesidad de ver a ninguno de esos... Además, el domingo viajo y no debería trasnochar tanto porque tengo que preparar maletas y demás.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora