57. Adrián

946 202 11
                                    

No fue hasta dos semanas después, cuando al fin pudimos regresar a casa luego de dejar a Nahui en la suya, que pudimos relajarnos y conversar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fue hasta dos semanas después, cuando al fin pudimos regresar a casa luego de dejar a Nahui en la suya, que pudimos relajarnos y conversar.

Nos propusimos tomarnos una ducha y pasar el día juntos en la casa, quería que Martina me contara todo lo que vivió y debíamos establecer si volvíamos como pareja. Era bastante obvio que lo íbamos a hacer, aunque no lo habíamos hablado aún.

Ella me contó con lujo de detalle lo sucedido, su conversación con Macarena, las actividades que hicieron, el día de su presentación y muchas cosas más, y cuando creí que lo había dicho todo me miró y suspiró.

—Tengo que contarte algo más, quiero compartirlo contigo.

—Dímelo.

—Uno de los chicos de España, Emilio, quiso tener algo conmigo.

Me quedé helado cuando me lo dijo, no porque no lo creyera o no me lo esperara, sino porque sentí que me ardía la sangre, eran los celos, pero los controlé.

—Ajá...

Ella se rio.

—¿Estás celoso?

—Claro, ¿qué esperas? —pregunté.

Negó y luego siguió.

—Me dijo que quería que nos acostáramos esos últimos días y que si funcionaba podríamos ver la manera de seguir... Estaba loco, pero fue divertido.

—No le veo lo divertido —agregué—. ¿Te acostaste con él? Dímelo, no me voy a molestar, comprendo sí es que...

—¿De verdad me crees capaz de algo así? —preguntó.

—No, pero no se trata de eso... —me encogí de hombros—, si fue un desliz o necesitabas probarte algo a ti misma, puedo entenderlo. Además no estábamos juntos, técnicamente —agregué a modo de convencerme a mí mismo de aquello.

Se puso seria.

—No seas perfecto, Adrián, dime lo que piensas en verdad —dijo y yo asentí.

—Quiero matar a ese tipo —agregué y ella se echó a reír.

—No me acosté con él, no podría acostarme con nadie que no fueras tú porque te amo con locura, idiota. Pero me gustó que me lo dijera, Adri, por eso lo comparto contigo, como un amigo... porque me ayudó a darme cuenta de que puedo gustarle a alguien más que a ti.

La miré como si estuviera hablando en arameo.

—¿Lo dudabas? —inquirí.

—Sí, un poco...

Puse los ojos en blanco.

Entonces me abalancé sobre ella en el sofá y la besé con pasión.

—Todos pueden mirar, pero nadie puede tocar, ¿estamos? Porque esto es mío —dije y apreté sus pechos— y esto es mío —y llevé mis manos a sus nalgas—, y esto es mío —añadí y apreté su entrepierna, ella gimió en respuesta—, pero sobre todo esto —dije y señalé su corazón...

—Estás un poco posesivo me parece —bromeó.

—¿Un poco? —pregunté y mordisqué su labio inferior—. Te quedas corta, preciosa.

—¿Y esto es mío? —cuestionó ella agarrando mi miembro entre sus manos. Me tomó por sorpresa y gemí. Ella dejó su mano sobre mí y sintió cómo me despertaba con una sonrisa lobuna en sus labios.

—Todo tuyo... solo tuyo y puedes hacer con él lo que quieras —añadí—, eres mi dueña, mi única dueña y lo sabes...

Entonces la abracé y ella se subió sobre mí, nos besamos con pasión y desenfreno, hacía demasiado tiempo que no lo hacíamos.

—Adri... —susurró entre besos.

—Hmmm

—Te amo...

—Yo más...

—Yo más

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora