35. Adrián

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Todos estábamos cansados por el día bajo el sol, así que Pablo, Leti y los niños fueron a dormir temprano

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Todos estábamos cansados por el día bajo el sol, así que Pablo, Leti y los niños fueron a dormir temprano. Al día siguiente era la fiesta y los invitados llegarían desde la mañana, teníamos que estar listos para ayudar a nuestros padres a prepararlo todo, y eso podía resultar estresante con mi madre al mando, no admitía errores.

Cerca de las ocho de la noche, ya cada quién había ido a dormir luego de una cena liviana, Martina y yo nos metimos a la habitación, nos sentíamos relajados luego del baño y la comida. La envolví en mis brazos y la besé con ternura.

No hicieron falta palabras, ella también me besó, enrolló sus brazos en mi cuello y enredó sus dedos en mis cabellos. El beso comenzó suave, pero se fue cargando de pasión con el pasar de los minutos. Martina envolvió su pierna sobre mi cadera y me acercó a ella con un movimiento.

—Hmmm —susurré.

Su mano comenzó a subir y a bajar por mi espalda desnuda hasta colarse bajo mi bóxer y apretarme una nalga.

—Vaya, vaya —bromeé y ella me mordió el labio antes de sentarse y sacarse la parte de arriba de su pijama de estrellitas, ese que tanto me gustaba—. Oh, Dios —dije y la miré con hambre.

Martina agarró entre sus manos sus pechos y luego de apretárselos, acercó uno a mi boca, me gustaba tenerla así, estaba desatada y yo me dejaba llevar por ella dispuesto a seguirle el ritmo. Ella echó la cabeza para atrás y dejó que yo la devorara mientras gemía bajito y disfrutaba.

Su mano se internó de nuevo en mi bóxer, pero esta vez hacia adelante, di un brinco cuando la sentí tomarme con fuerza y comenzar a mover sus dedos alrededor de mí.

La ropa que nos quedaba comenzó a estorbar, por lo que me puse de pie y me saqué la única prenda que tenía antes de acercarme a ella y sacarle la parte de debajo de su short dejándola con una braguita pequeña de color rosa que le quedaba de lo más sexy.

—Wow —susurré.

Ella volvió a tomar el mando y se sentó en la cama haciéndome un gesto para que me acercara, mi miembro quedó a la altura de su rostro por lo que se lo metió a la boca.

—Marti... Oh...

Enredé mis dedos en sus cabellos y la moví para marcar el ritmo, ella gimió y me miró desde allí lo que me pareció demasiado erótico. Pero era todo demasiado intenso y no pensaba acabar tan rápido, por lo que la aparte y la empujé para que dejara caer el torso en la cama. Ella se dejó y entonces me recosté encima y la besé en la boca para luego bajar con mis besos por su cuello, su hombro, sus pechos, su abdomen.

Me detuve allí porque temí que no le gustara, levanté la cabeza para mirarla, pero ella enredó sus dedos entre mis cabellos y no permitió que me alejara, así que me quedé un buen rato dándole pequeños mordiscos y besos alrededor del ombligo y en toda esa zona. A ella pareció gustarle porque gemía y se removía bajo mi cuerpo.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora