Capítulo 55 - Adrián

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No cabía en mí el orgullo que sentía por esa mujer, en la mañana cuando me desperté, leí su mensaje una y otra vez antes de mandarle un audio diciendo que no tenía palabras, que el sentimiento era amor y admiración, y que me parecía que su mensaje...

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No cabía en mí el orgullo que sentía por esa mujer, en la mañana cuando me desperté, leí su mensaje una y otra vez antes de mandarle un audio diciendo que no tenía palabras, que el sentimiento era amor y admiración, y que me parecía que su mensaje era demasiado potente.

—Ojalá sientas toda la energía que te mando desde aquí... Hablemos cuando regreses, prométemelo —pedí.

Ella me respondió que lo haríamos y luego me deseó un buen día.

La última semana de Martina en ese congreso pasó de lo más lenta, quizá porque ya no aguantaba las ganas de verla y abrazarla, de decirle que estaba listo para intentarlo de nuevo, que necesitaba que ella me aceptara con mis imperfecciones, que deseaba que ella fuera mi rincón de paz en el mundo y yo ser el de ella.

Esa semana también fue una semana de noticias, mi abogado logró convencer al abogado de Juanjo para no levantar una denuncia, para eso tuve que poner dinero, porque era obvio que él no iba a salir perdiendo. Sin embargo, ya lo había hecho, había perdido a Martina y eso no tenía precio.

Flavia me llamó para decirme que Bruno y Sebastián iban a organizar un encuentro cuando regresara Martina, que querían pedirle disculpas por todo y que hiciera lo posible para convencerla de que asistiera sin decirle el motivo real.

Pero la llamada más inesperada la recibí el jueves por la noche. Era de madrugada, y desperté asustado porque pensé que podría haberle pasado algo a Martina. Su curso había terminado ese día, pero ella volvería recién el domingo porque habían decidido tomarse unos días para vacacionar con sus nuevas amigas. Era de un número desconocido, así que atendí por la hora.

—¿Adri? —Era Alana, y sollozaba.

—¿Qué sucede?

—Debes venir al hospital, he traído a Nahuel a la Urgencia y lo van a internar.

—¿Qué pasa? —pregunté sentándome en la cama de un brinco.

—No lo sé, se venía curando de una gripe común, y de pronto le volvió a dar fiebre y un poco de congestión nasal. Hoy la piel se le llenó de erupciones y lo traje volando. Adri... Por favor, ven, estoy sola...

—Iré ahora mismo, dime dónde estás.

Salí como un bólido de mi casa y llegué al hospital pediátrico de la ciudad en tiempo récord. Ingresé y pregunté por Nahuel Martínez y la enfermera me avisó que estaba siendo atendido, pero que encontraría a su madre en el primer piso.

Subí las escaleras de a dos y llegué allí para encontrármela en la zona de Urgencia Pediátrica abrazada a sí misma y sollozando.

—¿Qué han dicho?

—No lo sé, nadie me ha dicho nada aún.

Golpeé las puertas de la enfermería y pedí que nos dieran una respuesta.

Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora