30. Martina

1K 251 39
                                    

 Caminamos un par de cuadras y nos sentamos en una cafetería cualquiera, él insistió en llevarme a uno de nuestros sitios favoritos, pero yo no tenía ganas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 Caminamos un par de cuadras y nos sentamos en una cafetería cualquiera, él insistió en llevarme a uno de nuestros sitios favoritos, pero yo no tenía ganas.

—No debiste venir a la casa de Adri de esa manera...

—¿Por qué? También vives ahí, ¿no?

—Sí, pero no me parece correcto —comenté—. ¿En qué te ayudo? —pregunté para mostrarme fría y lejana.

—Solo quería que hablemos y tú no te has mostrado muy predispuesta.

—Porque considero que no tenemos nada de qué hablar, pero voy a escucharte... habla.

—Martina, te extraño, me haces falta y quiero que regreses conmigo.

Lo miré con cara de sorpresa por la forma tan posesiva en que lo dijo.

—¿Y qué hay de lo que yo quiero?

—Pues dime qué es... trataré de cambiar, lo prometo.

—¿Qué es lo que vas a cambiar exactamente? —pregunté.

—Pues mi forma de tratarte... ya no voy a decirte si estás o no comiendo mucho o no te aconsejaré sobre cuál ropa te queda mejor o no... sé que te molesta y aunque lo haga por tu bien, tú no eres capaz de valorarlo, por lo que he decidido que mejor no digo nada y llevamos la fiesta en paz.

—Oh, ¡qué considerado! —respondí con exageración.

—¿Por qué me hablas de esa manera? ¿Qué es lo que quieres?

—Pues nada de lo que tú puedes darme, Juanjo. Ya no quiero regresar contigo porque creo que merezco algo mejor, alguien que me valore y me quiera como soy, con todo y mis kilos de más y no esté intentando taparme o cambiarme...

—Yo no he hecho eso, Martina...

—Sí lo has hecho... No te gusto, no sé por qué te empeñas en estar conmigo... —agregué.

—Sí que me gustas, solo quiero sacar tu mejor versión y ayudarte a conseguirla...

—Pues yo no quiero tu ayuda... mi mejor versión es la persona que puedo ser en cada momento cuando me siento bien conmigo misma, desde que te dejé he aprendido muchas cosas y por fin estoy aceptando que puedo ser feliz con este cuerpo, incluso aunque no se vea perfecto... No quiero volver a sentirme mal o menos que nadie.

—Lo podemos trabajar, Martina... estoy dispuesto.

—Lo valoro y te lo agradezco, pero tú y yo ya no estamos en la misma sintonía, Juanjo... no funcionaría. Por eso, te pido que respetes mi decisión y te alejes. Vive tu vida y trata de ser feliz, déjame a mí hacer lo mismo.

Dicho esto, me levanté y me encaminé hasta la casa, sabía que Adri estaría nervioso y algo celoso, y aquello me gustaba, pero también me preocupaba. Cuando llegué, no estaba, por lo que pensé que habría ido a casa de sus amigos a jugar videojuegos, hacía eso siempre que necesitaba evadirse. Aproveché la soledad y me metí a dar una ducha antes de que regresara, y luego, todavía en ropa interior, fui hasta su habitación para mirarme en el espejo de cuerpo completo que él tenía ahí.

Era un espejo grande en frente del cual me puse de pie con un poco de temor. Había dejado eso de mirarme el cuerpo para el final y me parecía que era un buen momento.

Me observé de arriba abajo, mis pies eran bonitos, tenía las uñas recién hechas y pintadas en color verde menta, mis tobillos no eran anchos, mi pierna en general no la era, pero se me agrandaba en las caderas, donde el exceso de carne y las subidas y bajadas de peso que habían sido una constante en mi vida, daban lugar a la tan odiosa celulitis. Me puse de costado y me aprete el muslo para ver formarse la piel de naranja, pero entonces me miré el trasero y no lo vi demasiado grande como antes solía imaginarlo. Las palabras de Adri retumbaron en mi cabeza y las fantasías regresaron con fuerza, sonreí ante la idea y me puse de nuevo de frente al espejo. Me acaricié el abdomen, no era terso ni estaba marcado con las abdominales perfectas de las chicas fit, pero no era desagradable y tenía la piel sensible allí. Me apreté los pechos entre mis manos y me agradó su forma, no eran demasiado grandes ni tan pequeños tampoco.

Di una media vuelta sobre mi propio cuerpo y me puse a hacer poses frente al espejo, era divertido, no me provocaba asco ni tampoco me daba incomodidad, era mi cuerpo, el mismo que me permitía sentir todo ese calor que Adri lograba en mi interior, el mismo que me había acompañado a lo largo de tantos años y que me había permitido abrazar a muchas personas que quería, acariciar, incluso trabajar. No lo odiaba, no quería esconderlo más, era mío y comenzaba a acostumbrarme a que, aunque no me viera como una modelo, tampoco me veía como antes creía verme.

 No lo odiaba, no quería esconderlo más, era mío y comenzaba a acostumbrarme a que, aunque no me viera como una modelo, tampoco me veía como antes creía verme

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Una chica como yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora