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La noche había caído ya sobre el reino, las linternas de papel se hayan encendidas y, los guardias se paseaban por los alrededores del palacio con más frecuencia

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La noche había caído ya sobre el reino, las linternas de papel se hayan encendidas y, los guardias se paseaban por los alrededores del palacio con más frecuencia. La reina viuda se preparaba para dormir, bebiendo como de costumbre su té; la mayoría, se hallaba ya arropado en su cama o, a punto de irse a dormir. El silencio abundaba junto a la tranquilidad, era una noche realmente pacífica. La costurera castaña volvía de recoger una última entrega de preciosas joyas que, había encargado la reina para El rey.

Con la algo pesada caja de madera envuelta en una preciosa tela de seda azul, se dirigía de regreso a su taller, dispuesta a trabajar un poco más antes de irse a dormir, quería tener lo antes posible realizado el traje que utilizaría El rey en la ceremonía y el desfile de los hwarang, tenía mucho trabajo por hacer. Seguía preguntándose a sí misma, ¿Por qué repentinamente el pelinegro Jeon había cambiado si aptitud para con ella? No recordaba que hubiera transcurrido algo entre ellos dos que, ocasionara su distanciamiento o su enojo. Sinceramente, añoraba ya su agradable compañía.

Entonces, cuando entró a su taller, este se encontraba perfectamente organizado y limpio, lo cual fue lo primero que le impactó, recordaba muy claramente que tenía un pequeño desastre en varias áreas de aquel espacio. Entró algo espantada, ¿Quién había estado ahí limpiando? Entonces, dejó rápidamente la caja sobre la mesa al notar un paquete envuelto de seda brillante y, sobre esta, una preciosa orquilla binyeo de flores. Tomó la orquilla en sus manos, mirando detrás suyo y hacia todos lados en busca de alguien, pero, no había nadie. Era una orquilla jam, de flores, si esto era para alguien, esa persona seguramente le deseaba riqueza y, protección.

Prefirió no meterse en problemas y, tomó aquel bulto, junto a la orquilla, dejándolas ocultas en un canasto, dispuesta a mañana preguntar por el palacio al respecto y, entregárselo para evitar problemas, a la reina viuda. Admiró nuevamente los alrededores, todo estaba organizando y limpio, sintió vergüenza, seguramente la persona que había entrado a dejar el extraño presente, le pareció todo tan desorganizado que se vio en la labor de limpiar y ordenar todo. Se cubrió el rostro apenada.

¿Quién sería la persona que entró?

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—¿Qué es lo que has dicho, hijo?

Por otro lado, en los aposentos del rey de Goguryeo y, su esposa, la reina, se desataba una discusión bastante exaltada. Se trataba de la petición del príncipe y, su nueva e absurda idea de quedarse en Silla y, además de ello, residir entre los hwarang que prontamente serían presentados al rey en la ceremonía que se estaba organizando.

El rey estaba indignado, adoraba con locura a sus dos hijos pero, lo que proponía su hijo le parecía extremadamente inmaduro, ilógico e indignante. Su hijo le había pedido quedarse en un inicio, por su hermana, para hacerle compañía hasta el día de la boda y, su seguridad. La idea no le sonó tan descabellada e ilógica, hasta que este mencionó unirse al entrenamiento hwarang y, residir entre jóvenes hijos de oficiales en la misma casa.

The Min Dynasty [Min Yoon-Gi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora