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— ¡Ya, Silencio! —Exigió la chica, ansiosa por oír la historia de la menor

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— ¡Ya, Silencio! —Exigió la chica, ansiosa por oír la historia de la menor. Cansada de las constantes interrupciones de las demás chicas.

— Solo la contaré una vez y ya —Sentenció la costurera castaña, descansado sobre el futón morado, mientras que las demás siervas del lugar estaban sentadas sobre el tatami, rodeando a la que estaba recostada boca abajo por sus recientes heridas.

— ¡Está bien!, ¡Ya cuenta! —Exigió otra de las tantas siervas. Emocionadas por oír la historia de quien estaba de reposo.

— Muy bien —Dijo la castaña oscura, aclarando su garganta— "Cuenta la leyenda que la luna y el sol siempre estuvieron enamorados uno del otro. Pero nunca podían encontrarse, púes la luna solo salía cuando el sol se iba.  Siendo así, Dios en su infinita bondad, creó el eclipse, como prueba de que no existe en el mundo un amor imposible" —Contó la castaña oscura, usando un tono y mirada dramática a pesar de estar recostada.

Apenas soltó la última palabra sobre la leyenda. Las chicas a su alrededor gritaron de emoción, abrazándose entre sí y ocasionando un alboroto en aquella habitación donde "descansaba" la castaña oscura.

— ¿¡Quién crees que sea mi luna!? —Exclamó emocionada una de las tantas siervas.

— ¿¡Soy el sol o la luna!?

— ¿¡Cuándo es el eclipse!?

Comenzaron a llenar de preguntas a quien reía por la emoción y desesperación por parte de a quien consideraba más que compañeras de trabajo. Amigas.

— Calma. No se puede saber cuándo será el eclipse, tampoco se puede saber quien es su sol. Claramente ustedes son La luna y así como El sol y la luna esperaron, ustedes también —Explicó, sacando otro gritó lleno de euforia por parte de todas las presentes a su alrededor.

Pero su alborto fue interrumpido por el sonido de la puerta deslizándose. Y cuando todas, excepto la que estaba recostada —Porque no podía hacerlo— miraron hacia la puerta, se levantaron haciendo una reverencia.

— Buenos días —Saludó sonriente el Príncipe castaño. Taehyung.

Por otro lado.


— La cuestión estaba en que, normalmente le temblaban las manos. Por eso no tuvo buena ortografía por un año entero durante su entrenamiento —Contaba tranquilamente, Sun Hee, La princesa Min, sentada en frente a la Princesa Kim con una taza de té en la mano.

The Min Dynasty [Min Yoon-Gi]Where stories live. Discover now