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El rey estaba ahí

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El rey estaba ahí.

La castaña se quedó estática, su rostro palideció y sus manos temblaron de pavor. ¿El rey la había oído quejarse y renegar?, ¿Había oído su forma de llamarle?

Bastardo

Sí, así denominó ella al Rey, quien le miraba a los ojos con frialdad, regalándole una mirada inexpresiva y tenebrosa. Por primera vez había dejado ver algún sentimiento en sus ojos, y esta vez. Expresaban cierto enojo y decepción, y ni hablar de su ceño fruncido. Daba a entender que le había oído y no le había gustado para nada lo recientemente dicho por ella. La castaña, queriendo demostrar que no le temía -aunque sí lo hacía- le dio una mirada de odio, arrugando levemente su nariz, para luego, pasar al lado de este bruscamente, sin intenciones de pedir perdón. Pero. El rubio Rey, aún enojado con la contraria, puso su pie en el camino de esta, haciéndola tropezar, pero este no contaba con que la menor se caería, con las palmas sobre el suelo, doblando fuertemente sus muñecas.

Este rápidamente se arrepintió de haberse reído por lo bajo apenas metió su pie en el camino de esta. Y se agacho a ver a la que luchaba porque sus ojos no se empañaban, sus lágrimas querían salir sin permiso. Solo porque le dolía y a la vez estaba enojada porque aquel hombre se burlaba de ella.

- ¿Está bien? –Preguntó el rubio agachado a un lado de esta, mirando a la que seguía con las manos contra el suelo y con la mirada puesta en el suelo.

- ¡Hija! –Exclamó su madre, saliendo rápidamente de la habitación a ver a su hija, agachándose a verla con cuidado de no tropezar con su hanbok- ¿Estás bien, Cariño? –Dijo ya preocupada por el bienestar de esta.

- Voy a llevarla con el doctor por si acaso –Dijo el rubio, levantándose del suelo. Mientras la madre de la morena le miraba esperando que este hiciera algo.

El rubio levantó como si nada a la menor, cargándola con cuidado. Mientras que esta se mantenía con la cabeza gacha y sus lágrimas ya comenzaban a bañar su rostro, mientras que ella acariciaba por si misma sus muñecas malheridas. Siquiera entendía por qué este le había cargado si se había dañado las muñecas, pero simplemente guardó silencio mientras que el mayor comenzaba a caminar hacia la enfermería del palacio.

- ¿Por qué hace esto? –Preguntó la menor con la cabeza gacha, mientras sobaba sus muñecas y las lágrimas que recién salieron por sus ojos bajaban lentamente por sus mejillas.

- Puedo hacer lo que quiera –Respondió el mayor con la vista en alto, serio.

- Bájeme –Exigió en medio de un sollozo la menor en los brazos del rubio.

- No –Respondió aun serio y con la mirada puesta en el camino.

- ¡Le he dicho que me baje! –Le gritó la morena mirándolo con el ceño fruncido.

- No lo haré. Porque sé que si la bajo. No sequedará conmigo 

- ¿Qué le pareció? –Preguntó la azabache menor de los Min, caminando junto al castaño Príncipe

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- ¿Qué le pareció? –Preguntó la azabache menor de los Min, caminando junto al castaño Príncipe. Mientras ella vestía su recién usado vestido con el cual practicaba danza color azul.

- Ha estado muy bien –Respondió el mayor con una amigable sonrisa. Y las manos tras la espalda, mientras andaba junto a esta por el jardín del palacio.

- ¿Dónde estaba antes de venir a verme? -Preguntó Sun Hee intrigada por aquello.

- Ah, eso... -Respondió el castaño, ampliando su sonrisa, dejando ver sus dientes- Fui a ver a la costurera. Nana.

- Ah, ella... -Murmuró la menor, ciertamente irritada por la respuesta- Le recomiendo no acercarse a ella. Ya puede ver que es problemática. No me gustaría que usted saliera perdiendo por culpa de ella.

- No puedo perder nada por ella –Respondió aun en su propio mundo, con la cara de la mencionada costurera en mente- Estoy decidido a cuidarla.

- No puedo perder nada por ella –Respondió aun en su propio mundo, con la cara de la mencionada costurera en mente- Estoy decidido a cuidarla

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- Va a estar bien, Majestad. Solo fueron unas leves torceduras, pero todos sus huesos están bien y usted también –Explicó dulcemente el doctor, mientras que la mencionada estaba sentada con ambas manos sobre la mesa que recientemente este revisó con dedicación.

- Muchas gracias, Doctor –Respondió la menor, haciendo una reverencia con la cabeza.

- Creo que eso es todo. Me retiraré a ver cómo está la costurera, Con su permiso Majestad –Dijo el doctor, para levantarse haciendo una reverencia a la menor y luego otra al Rey rubio para luego irse rápidamente por la puerta corrediza.

Y la enfermería se quedó en un profundo silencio. El rubio se encontraba de brazos cruzados contra una de las paredes mientras miraba directamente a la que estaba sentada de espaldas a él con las manos sobe la mesa de madera aun.

- Lo que dijo antes... -Habló la menor, rompiendo el silencio- ¿Era cierto?, ¿No quiere que me vaya?

- Será mejor que vuelva a su alcoba. Tengo cosas que hacer...--

- ¡Responda! – Le gritó la menor, aun de espaldas a este. Con El ceño fruncido.

- Sí. No quiero que se aparte de mí –Respondió serio el rubio. Fríamente.

- No vuelva a hablarme. –Dijo la morena, levantándose de la silla, parándose en frente del mayor y mirándolo sin expresión a los ojos- Nunca más. Ni cuando nos casemos, ni cuando esté al borde de la muerte. Haga eso y no me iré. 

 

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The Min Dynasty [Min Yoon-Gi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora