Capítulo 8

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Gianna

Inconscientemente terminé en el supermercado. No tenía que comprar absolutamente nada, pues mi despensa estaba llena.

Estaba en el pasillo de los dulces viendo si había alguna oferta, cuando escuché una voz similar a la de Julián. Mi corazón se aceleró y con una sonrisa involuntaria, voltee a mirar la fuente de aquella melodiosa voz. No era Julián. Era un chico bastante guapo, alto, con cabello rubio, además pude notar unos bellísimos ojos color avellana.

Estaba por girarme, cuando él cruzó su mirada con la mía y respondió a mi sonrisa.

–Hola. Me llamo Felipe, ¿y tú? –¿En qué mundo estaba cuando creí que sus voces eran similares? Al parecer mi mente estaba tan necesitada de ver a Julián que inventó su voz–.

–Yo... s-soy... Gia... Me llamo Gianna –respondí muy nerviosa–.

–Disculpa el atrevimiento, pero eres muy guapa –sonrió, su dentadura era blanca y perfecta-.

–Gra-gracias –tartamudee–. Me tengo que ir... Adiós.

Y sin esperar respuesta alguna, me giré, encontrándome con la mirada de Julián. Ahora no me lo estaba inventando. Era mi ex novio en carne y hueso. ¿Lo peor de todo? No parecía estar feliz. Sus ojos parecían estar clavados en mí y tenía el ceño ligeramente fruncido, sentía que su mirada podía ver en lo más profundo de mi corazón y observar aquellos destellos de sentimientos que aparecen cada vez que nos encontramos.

Cuando interrumpí la conexión de nuestras miradas, observé disimuladamente a nuestro alrededor, pero no había señal de su novia. Ya pensaba que eran uno solo, pues siempre lo veo con ella. Quizá se quedó en el trabajo o en casa.

Julián pasó junto a mí sin mirarme y se acercó a Felipe. Los miré y se abrazaron fuertemente, como dos amigos que no se han visto en años. Mis ojos se abrieron como platos, no recordaba lo pequeño que era el mundo. Me quedé a escuchar un poco de la conversación. El chisme va primero.

–¡Tanto tiempo, Julián! –Dijo Felipe con voz exageradamente fuerte–.

–Dramático, no ha pasado tanto... ¿dos semanas? –rieron–.

–¿Qué haces por acá?

–Vine a comprar algunas cosas que le faltan a la despensa de la casa.

–Ah, verdad que estás viviendo con Anaís, lo había olvidado...

"Anaís", con que así se llama su novia.

Me alejé de los amigos, pues recordé que Emmay yo nos reuniremos a ver una película y me pidió que comprara helado y golosinas. Si no llego con los dulces, mi amiga me mata. De algo sirvió venir a este lugar.

Julián

¿Qué hace Gianna conversando con Felipe? ¿se conocen? ¿o él le está coqueteando como a todas las chicas que se le cruzan por delante?

En el momento en que me iba a acercar para interrumpir su plática, Gianna se volteó y me miró, sus ojos encontraron los míos y sentí algo especial, algo que siento cada vez que estoy cerca de ella, algo que no he sentido con nadie, ni siquiera con Anaís y me siento culpable por aquello, pues me quiere mucho y ha estado a mi lado desde aquel día en que nos conocimos en un parque hace unos cuatro años. Fue la primera en acercarse y la charla fluyó muy natural, pareciera que nos hubiésemos conocido desde antes, pero no recuerdo haberla visto ni en el colegio ni en la universidad. A pesar de que no estoy tan enamorado de ella, no quiero terminar la relación, no se merece sufrir por mi culpa.

No sé qué expresión puse al verla, pero ese sentimiento en mi pecho, no lo pude esconder y, obviamente, se reflejó en mi rostro.

Pasé junto a ella y comencé a conversar con mi amigo, más que nada para separarlos. Una vez que Gianna se fue, le pregunté qué hacía conversando con ella, a lo que me respondió:

–¿Acaso no la viste? ¡Es muy guapa! Tú sabes que soy muy selectivo, no coqueteo con cualquiera...

–Coqueteas hasta con una piedra –dije cortante y puse los ojos en blanco–.

–...aunque ella es muy tímida, te apuesto que no sabe lo bella que es... –sonrió coqueto y eso no me gustó para nada–.

–Yo creo que sí lo sabe –lo interrumpí y luego reaccioné sobre lo que había dicho sin querer–, digo, debe tener algún espejo en casa –intenté enmendar mi error, pero estoy seguro que ya es tarde, no dejará el tema en paz–.

–Y yo que me había creído eso de "tengo ojos sólo para Anaís". Si tu novia supiera que andas mirando a desconocidas por la calle...

–Ella no es una desconocida –dije pensando en voz alta–.

–¡La conoces! ¿De dónde?

–No tiene caso contarte... –dije mientras me reclamaba mentalmente por haber hablado–.

–Anda, dime –mi teléfono sonó y le hice una señal para que guardara silencio–.

–Hola, linda –dije al responder–.

–Mi vida, ¿cuándo vas a volver a casa?

–Estoy en la caja y faltan como... seis personas, además quien está pagando tuvo un problema con su tarjeta. Quizás me demore.

–Te estoy esperando, no tardes mucho. Te amo.

–Te quiero. Adiós.

Finalicé la llamada y Felipe me estaba mirando fijamente y con la boca exageradamente abierta.

–¿Qué? –Lo miré confundido y un poco a la defensiva–.

–Ella te dijo "te amo" y tú le respondiste "te quiero". ¿Me perdí de algo?

–N-no... sólo que no acostumbro a decirle "te amo" a la gente.

–Seré un año menor que tú, pero no soy tonto. Recuerdo claramente que hace años atrás, tenías una novia con la que andabas todo el día dulce y romántico, diciéndole a cada rato "te amo", era repugnante tanta azúcar –lo miré fijamente sin hablar, casi no respiré–. No digas nada... ¡no digas nada! –exclamó–. La chica... ¿Cómo se llama? Gia. ¿Ella era tu novia?

–Se llama Gianna –dije molesto–.

–Uy, ¿celosito? –Sonrió–.

–No sé de qué hablas... no la conozco –dije un poco nervioso–.

–¿Y cómo dijiste que se llama "Gianna" y no "Gia"?

–Porque escuché cuando te lo mencionó... no la conozco.

–En aquel tiempo sólo hablábamos por chat, entonces no la conocí, pero algo en tu mirada cuando la viste... no sé... me hace pensar de que algo pasó ahí, luego me lo confirmaste cuando dijiste que si la conocías. ¿Ves? Todo calza.

–No le digas nada a Anaís, por favor –dije suplicando–.

–¡Lo sabía!

–Ella me ha preguntado si la conozco y lo he negado más de diez veces.

Le conté resumidamente mi historia con Gianna mientras buscábamos las cosas que mi novia me había pedido. Quería mantener esto del reencuentro como un secreto, pero sabía que Felipe no me dejaría en paz hasta que le contara todo en detalle.

Al llegar a la caja, comprobé que el karma existe. Había seis personas antes de mí y quien pagaba tenía problemas con su tarjeta de crédito. Ahora sí que Anaís me va a matar.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now