Capítulo 41

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Gianna

Me puse un conjunto totalmente negro que constaba de blusa, falda ligeramente ajustada y tacones para ir a trabajar.

–Julián se va a desmayar cuando te vea así –bromeó Emma–.

Reí por lo bajo y me senté a la mesa para desayunar lo que mi chef favorita había preparado: huevos revueltos y un espresso. Lo mejor para desayunar. Por un momento recordé las donas que me dio Julián el día de nuestro reencuentro en la empresa y sonreí.

–¿En qué está pensando la señorita? ¿Julián, por ejemplo?

–Para qué te voy a decir que no si así es. Estaba pensando en cuando me compró el desayuno, cuando nos reencontramos, estaba casi por desmayarme del hambre por no haber desayunad... –¿por qué dije eso?--.

–¿Por qué no desayunaste? –Se puso en modo mamá, alzó las cejas y puso sus brazos en la cintura– Siempre te he dicho que el desayuno es la comida más importante del día, te proporciona la energía necesaria para hacer todas tus actividades. ¿Recuerdas los riesgos de saltarse comidas?

–Sí, sí lo hago, perdón mami, eso pasó porque iba atrasada, pero no vuelve a suceder –se le bajó un poco la rabia y sonrió–. Eres una nutricionista espectacular, pero no me retes tanto.

–Sueno como una señora, pero no importa, me preocupas.

Comimos en paz hasta que sonó el timbre y era Álvaro que pasó de sorpresa a recoger a Emmaantes de ir al trabajo. Sus oficinas quedan cerca, puesto que ella trabaja en la misma empresa cuidando la dieta de todos los trabajadores.

–¿Quién como túúúú? –La molesté–. Cuídense, andan muchos irresponsables al volante hoy. –Me dirigí a Álvaro– Cuídamela, ¿ok?

–No te preocupes. Tú igual, cuídate.

Me quedé un rato en el sofá. Luego, busqué las llaves y documentos. Salí justo a tiempo.

A tres cuadras de mi trabajo, había un atochamiento vehicular. Miré Instagram y no había noticias sobre esto, por lo que descendí y me acerqué a un grupo de personas para preguntarles qué pasaba.

–Un choque entre un camión y un vehículo, el del auto no está muy bien, la ambulancia debería estar por llegar. Es un hombre joven, que pena esto.

Curiosa como siempre, me acerqué un poco más.

Cuando lo vi, el corazón me dio un vuelco. Había sangre por todas partes, el capó del auto estaba totalmente destruido, quizás a qué velocidad iba.

–Julián... ¡Julián!, ¡responde! –grité, porque los bomberos no dejaban que me acercara–.

Minutos después escuché la sirena de la ambulancia y pidieron a todos los choferes que movieran sus vehículos para dejarla pasar.

Pegué mi auto a la acera y pudo pasar justo entremedio de dos automóviles.

Estaban levantando a Julián del suelo cuando les pregunté si podía ir con él, pero se negaron.

Luego de que despejaran las vías, continué el camino hasta la tienda e informé a Sergio de lo ocurrido. Le pedí permiso para ir a verlo, pero se negó rotundamente y me dijo que esperara hasta la hora de salida. Dijo que nadie iría a verlo en horario de trabajo.

–¿No que Julián era uno de los mejores publicistas de la cadena? Claro, ahora que el proyecto está finalizado y no lo necesitas, lo vas a dejar solo en el hospital. Le pides a Julián que se quede unos días para ver cómo funciona la campaña y la recepción, sabes que está siendo un éxito, entonces ya no te importa. ¡El jefe del mes! –Dije eso y me retiré al baño–.

En el camino las piernas se me hacían lana. ¿Por qué dije eso? Julián se puede defender solito cuando salga del hospital, ahora es posible que busquen el momento para despedirme, ¿por qué no puedo quedarme callada cuando se trata de él?

Se me hizo eterna la jornada laboral. Estaba en la tienda viendo en primera persona la inmensa cantidad de personas que llegaba a mirar nuestros productos, los cuales estaban por agotarse. Me sentía enormemente orgullosa del trabajo que había realizado junto a Julián. Mujeres de todas las edades iban y venían de la tienda, me comentaban que estaban ansiosas de que saliera la línea para hombres, así tendrían un regalo para sus parejas y yo así: "ajá, sí, me alegro. Vuelva pronto. Gracias por su preferencia".

Al fin llegó la hora de la salida, tomé mis cosas y abandoné la tienda.

Subí al vehículo y recordé un detalle muy importante que pasé por alto: no sé en qué hospital está.

Hay sólo dos hospitales en la ciudad, no debe ser difícil, aunque están muy alejados entre sí.

Conduje al que se encontraba cerca del centro comercial.

–Buenas tardes, quería consultar sobre un chico que tuvo un accidente de tránsito, su nombre es Julián Burnett O'Connor.

–Lo buscaré, deme un momento.

Cuando pensé que ingresaría su nombre en el buscador, se alejó del mesón y fue por una taza de café, mientras conversaba con otra enfermera y reían muy a gusto.

–Disculpe –dije con evidente molestia–, ¿podrían dejar su interesante plática para más tarde? Necesito saber si Julián Burnett está en este hospital, sino para ir a buscarlo al otro.

–Señora, cálmese un poco, en seguida lo busco.

–No me digas señora que tenemos como mucho tres años de diferencia.

Buscó a Julián en el registro, pero no estaba.

–Gracias. Ahora puede conversar con la otra enfermera tranquilamente –sonreí falsamente–.

Conduje al otro lado de la ciudad y pregunté por Julián en el otro hospital, afortunadamente, la enfermera del mesón fue muy amable y eficiente en su trabajo, puesto que lo buscó inmediatamente.

–Sí, está aquí, pero sólo pueden pasar a verlo sus familiares, ¿usted quién es?

–Soy Gianna Ellis, su prometida.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now