A pesar del tiempo

Capítulo 9

Gianna

Uno de mis primos menores, Raphael, ingresó a la universidad a estudiar psicología este año y me pidió algún resumen que tuviese de la materia de biología que vi en la carrera, pues le está costando mucho y en dos semanas tiene que dar un examen, es su última oportunidad para aprobar el ramo, de lo contrario deberá cursar nuevamente el próximo año la asignatura.

Estaba revisando los archivos que tenía en google drive –por suerte se me ocurrió guardar todos los documentos que usé en la universidad, los resúmenes y las presentaciones utilizadas por los profesores– y en la carpeta de "neurociencia" había un archivo del capítulo 16 del libro "Biopsicología" de Pinel, el cual habla precisamente de uno de los temas que más se le dificultan a Raphael. Cuando lo vi, casi lo muevo a la papelera instantáneamente, pero luego pensé en mi primo y si todo le puede servir sería una pésima persona si... ¿a quién intento engañar? No podría borrar ese documento ni aunque lo intentara: es uno de los recuerdos más lindos que tengo con Julián antes de que fuéramos pareja.

Él y yo egresamos el mismo año del mismo colegio, pero en cursos distintos, dimos la prueba de admisión a la universidad y ambos ingresamos a la carrera que queríamos: él a publicidad y yo a psicología. Recuerdo que en ese momento estaba muy perdida en lo que quería para mi vida, pues hasta el momento de la postulación estuve entre Derecho y psicología, pero elegir esta última fue una de las mejores decisiones que he tomado. Todo era felicidad hasta que nos dimos cuenta que teníamos que irnos de nuestra ciudad natal para estudiar en la universidad, ¿dónde nos quedábamos? Ninguno tenía familia en esa nueva ciudad y viajar todos los días sería demasiado agotador. En aquel entonces, Julián y yo no éramos grandes amigos, de hecho ni nos saludábamos en la calle, pero la vida da muchas vueltas y nuestras familias tuvieron la idea de que arrendáramos un departamento juntos. ¿Por qué ocurrió esta idea? Nuestras madres son amigas. ¿Por qué no me negué? Porque no tenía el dinero suficiente para arrendar un lugar sola y necesitaba empezar a estudiar ese año. ¿Por qué no se negó? por la misma razón. Así que Julián Burnett y Gianna Ellis tuvieron que vivir juntos obligatoriamente. ¿Mi papá estaba feliz? No, pero tuvo que aceptar de todas formas. Siempre ha sido muy celoso de cualquier chico que se me acerque y creo que fue un gran desafío para él aceptar que iba a vivir sola con Julián, aunque los mayores inconvenientes con mi padre surgieron cuando comenzamos a ser novios y uno de nosotros se tenía que ir del departamento, pues esa fue la única condición para que nuestra relación continuara.

Con Julián tuvimos problemas casi a diario durante dos meses, pero luego nos acostumbramos y comenzamos a actuar como personas más civilizadas. Cuando nuestros horarios coincidían, tomábamos desayuno y cenábamos juntos, y a veces nos íbamos juntos en el bus de ida a la universidad. Nos sentíamos tan a gusto el uno con el otro que a veces él pasaba sin polera en el living y no era incómodo o se quedaba dormido en el sillón con sus guías encima y yo llevaba una frazada para taparlo –nunca quería levantarse, no había forma de llevarlo a su cama–, nos volvimos tan amigos que a veces yo le contaba que un chico de la universidad me estaba hablando y necesitaba su opinión para ver si me estaba tomando en serio o no –considerando el hecho de que siempre estuvo enamorado de mí, su opinión nunca fue muy objetiva, pero me di cuenta de eso como 4 años después–.

Cuando sucedió aquello del resumen del libro fue una noche tormentosa...

Mi papá había sido hospitalizado por un mal tratamiento de diabetes, y quise ser un apoyo para mi mamá, por tanto nunca me mostré muy afectada, solía decir "sé que está mejor allá, así que estoy tranquila" cada vez que hablábamos por videollamada, además no me gustaba que me vieran llorar, por tanto a pesar de la confianza que tenía con Julián, prefería llorar sola en mi habitación todas las noches. A la hospitalización de mi padre se sumó la semana de certámenes en la universidad, estos eran día por medio y dentro del temario habían muchos textos y materia, entonces casi no dormía y pasaba alrededor de 9 horas al día leyendo y repasando materia más las horas de clases. Julián me decía que me estaba haciendo mal, que durmiera un poco y que no importaba si es que no leía un texto, que no iba a reprobar sólo por eso, pero nunca lo escuché y discutimos bastante por ello. Una noche mientras lavaba un plato en la cocina, sentí que me dio mucha sed y comencé a ver puntitos de colores en las paredes, me sujeté del mueble y justo entró Julián a la cocina. "¿Estás bien?" Fue lo que alcancé a escuchar antes de desvanecerme y que todo se fuera a negro. Cuando volví a abrir los ojos, estaba sobre mi cama, sin zapatos y con los pies en alto sobre 4 almohadones. Al lado mío estaba Julián con una expresión de miedo que nunca había visto en él.

–Hola, ¿qué pasó? –sonreí y me enderecé en la cama–.

–¿Es una broma? –Respondió totalmente serio, el enojo era muy notorio en su voz, nunca había usado ese tono conmigo, ni siquiera cuando vivíamos peleando, creo que de verdad se preocupó–.

–Tranquilo, estoy bien.

–Ten –me pasó un vaso con agua con azúcar–. ¿Habías comido algo?

–Eh... –sabía que me iba a regañar, así que comencé a tomar agua para evitar responder–.

–¡QUÉ NO COMPRENDES QUE ESTO PUDO HABER SIDO GRAVE! ¿TE IMAGINAS QUÉ HUBIESE PASADO SI YO NO ENTRABA EN LA COCINA? –Gritó. Nunca me había gritado–. Es peligroso que pases tantas horas sin comer por estar estudiando –bajó el tono de voz–, comprendo que tu carrera es compleja y exigen mucho, pero si estás enferma no te va a servir de nada tener la mejor nota en el certamen.

–Lo siento –dije y los ojos se me llenaron de lágrimas. Julián se dio cuenta y se acercó a mí, luego se sentó en la cama y me abrazó–.

–Perdón por gritarte. Me asusté. Si te pasa algo yo... no sé qué haría. Te conozco desde pequeños y no quisiera que nada malo te pase, me gustaría llevarte conmigo a donde fuese y protegerte de quien sea, pero si eres tú misma la que te haces daño, yo no puedo hacer nada más –una lágrima se deslizó por su mejilla y yo la sequé–.

–Gracias... por ayudarme y por lo que acabas de decir, nunca me había dicho algo tan bonito alguien que no fuera mi mamá o mi papá. Te quiero, Julián.

–Te quiero, Gia.

Me dio un beso en la frente, luego se levantó de la cama y salió de la habitación. Cuando regresó, traía un sándwich de queso y jamón, me dijo que lo comiera y que después me fuera a dormir, así lo hice.

Al día siguiente tenía clases a las 16hrs, así que aproveché para dormir un poco más. Cuando desperté después de mediodía, vi en mi velador una bandeja con un termo, un sándwich con palta y una notita que decía "te dejo esto para que desayunes, me voy a clases en un rato más, sírvete todo. ¡Ah! y en la cocina hay arroz primavera con pechuga de pollo. No te preocupes por lavar la loza, yo lo hago cuando llegue. Julián." Hice lo que me dijo en la nota y puse música de relajación en mi celular.

Cuando eran las 13:30 ya había almorzado y encendí la laptop para leer un poco. Al ingresar a la carpeta con mis archivos de neurociencia, estaba listo el resumen del capítulo 16 de "Biopsicología" de Pinel, que era justo el que comenzaría a leer ahora. ¿Julián? ¿Cómo entró a mi cuenta? A los segundos recordé que no tengo mi computador con contraseña y dejo mi correo abierto. Al abrir el archivo, vi que decía:

Capítulo 16: Lateralización, lenguaje y cerebro escindido

Está hecho con mucho cariño,

no hay nadie peor que yo en biología, pero

puse mi mayor empeño y lo que no entendía

está textual del libro para no perjudicarte.

Que tengas bonito día,

Julián.

Nunca nadie había hecho algo así por mí. ¡El texto tenía 32 hojas! Se lo leyó en una noche y hoy tenía clases temprano... creo que le di un buen susto anoche. Es un gran chico.

Luego del nostálgico momento, compartí la carpeta de la asignatura con mi primo y le envié un mensaje para confirmar que lo había recibido.