Capítulo 27

26 0 0
                                    

Julián

Anaís y yo estuvimos ordenando un cuarto toda la tarde. Archivadores, viejas fotografías, entre otros objetos que muchas veces no servían, los estuvimos acumulando durante todos estos años, así que hoy nos propusimos ordenar. Aprovechamos uno de mis últimos días libres antes de cambiar de oficina. Tengo el presentimiento de que no la voy a pasar muy bien en mi nuevo trabajo. Hace unos días me avisaron que como había terminado el proyecto en el cual trabajaba, me cambiarían de sucursal, por un ajuste que hubo en otra de las tiendas, pero mantendría el mismo salario.

Eran alrededor de las 5 de la tarde cuando ella fue por el pan y yo continué revisando la última caja. Al abrirla encontré un baúl pequeño e instantáneamente recordé lo que había guardado allí hace algunos años. Estaba con llave, pero fui por ella y lo abrí, aprovechando la ausencia de mi novia.

Cartas, fotografías, una cajita pop up y corazones, todos regalos de Gianna durante la universidad. Había una pequeña bolsita con un objeto dentro, no recordaba de qué se trataba, así que la abrí.

No, por favor, todo menos esto.

8 años antes

–Mi amor –exclamé–, ¿qué haces acá?

Gianna debía estar en clases, pero estaba esperándome fuera de mi sala. Acababa de terminar la clase de estadística y no quería más guerra, apenas podía tener los ojos abiertos, pero al verla, recuperé todas las energías.

–Te tengo una sorpresa. Ven. Sígueme.

Me tomó de la mano y me llevó casi corriendo. Su pequeña mano apenas alcanzaba a envolver la mía.

Llegamos hasta el "jardín de los corazones". Su nombre proviene de una historia del campus, donde se dice que una pareja de enamorados vinieron a celebrar su primer mes de novios y plantaron unas semillas de una extraña planta cuyas hojas forman corazones perfectos. Hoy en día muchos alumnos vienen aquí para declararse o celebrar sus aniversarios. Gia y yo habíamos cumplido dos años hace poco.

–Te tengo un regalo. En ese día especial no los tenían listos, pero apenas estuvieron, me los entregaron.

Nos sentamos en una banca bajo un cerezo en flor, rodeado de pequeñas plantas corazón.

–¿Qué es?

–Ten –me tendió una pequeña bolsita con algo dentro y ella sujetó una igual–. Es para que recuerdes lo mucho que te amo y que siempre estaremos juntos.

La abrí y saqué un anillo que contenía un símbolo de un infinito en el centro. Lo miré.

–Es muy bonito. Gracias, mi amor.

–Te amo, Julián Burnett. Nunca lo dudes.

–También te amo, Gianna Ellis. Nunca lo dudes.

Me acerqué, aparté sus cabellos de la cara y la besé delicadamente.

"Siempre estaremos juntos" y yo de idiota me lo creí. De verdad pensé que Gianna cumpliría su promesa, pero me equivoqué. Admiré las fotos juntos con nostalgia y pesar.

Ese anillo... me tengo que deshacer de esto. Le envié un mensaje breve y claro a Anaís: "Linda, voy a ver a Alan un rato y ya vengo". Me puse una sudadera negra, jeans y zapatillas del mismo color, guardé el anillo en su bolsa dentro de un bolsillo y salí de casa.

Tenía el rumbo fijo en mente: la playa.

Ya había caído la noche cuando llegué a mi destino. Aparqué en el estacionamiento y bajé con las manos en las carteras de la chaqueta. Hacía frío, pero no más del que sentía en mi corazón.

Pateaba la arena a medida que iba caminando, mientras recordaba aquellos momentos hermosos a su lado. Tomé asiento y miré el anillo. Nunca había notado que tenía escrito: "hoy, mañana y siempre".

En un momento de rabia, me cegué. Tomé el anillo y lo apreté con fuerza.

-¡Eres una mentirosa, Gianna Ellis!

Lancé el accesorio con toda mi fuerza, repitiendo esa frase una y otra vez, mientras las lágrimas brotaban sin cesar de mis ojos. Me senté de golpe nuevamente en el suelo, en mi mente aparecieron imágenes de su sonrisa, sus ojos brillantes cuando me entregó el anillo y su ilusión de que todo funcionara en aquel entonces. Me golpeé con las manos en el rostro, ¿por qué hice eso?

Encendí la linterna de mi celular, me quité los zapatos y entré al agua a ver si encontraba el objeto. Nada. Miré sobre la arena. Nada. Las olas ya se habían llevado el regalo que me dio Gia, ¿por qué no pueden hacer lo mismo con mis sentimientos hacia ella?

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now