Capítulo 42

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Julián

Voy atrasado al trabajo y excedo el límite de velocidad. Sentí un fuerte impacto contra un camión y luego todo se oscureció. A lo lejos escuché mi nombre.

***

Poco a poco abrí los ojos. La luz me molestaba. Miré a mi derecha, todo era demasiado blanco: las paredes, el techo, incluso las sábanas de las camillas; giré la cabeza hacia el otro lado y vi la silueta de una persona sentada a mi lado, pero no la logré identificar.

–Julián –esa voz me resultaba familiar–, al fin despertaste.

La vista por fin se me aclaró y la reconocí: Gianna estaba de pie junto a mí y tomaba mi mano izquierda.

–Gia –dije en un suspiro–.

Ella sonreía con una calidez impresionante, sus manos eran muy suaves, sus ojitos brillaban mientras me miraba... supongo que yo estaba igual. Nunca esperé que ella se enterara de esto ni mucho menos que vendría al hospital a verme.

–No esperaba verte aquí.

–Estás bien. Estás bien –repetía, como intentando convencerse de que seguía vivo–. Yo estaba atrapada en el tráfico que se formó por el accidente, me acerqué a ver qué había sucedido y te vi... –la voz se le cortó– estabas cubierto de sangre... tú... yo pensé que no te... –de sus ojos cayeron un par de lágrimas, las que no pude secar porque me pesaba el cuerpo–

–Hey, pero estoy aquí, no pasó nada, tranquila.

–Tuve mucho miedo de perderte...

–Gianni, estoy aquí, no me separaré de ti aunque intentes hacerlo otra vez –reí mientras derramaba una lágrima–.

–Pero no llores, Julián –me acarició el cabello–.

Se acercó a mí y me dio un beso en la frente.

–Veo que ya despertó el paciente. Necesito que desaloje la habitación, señorita –dijo amablemente la doctora y Gianna asintió–.

–Adiós, Julián, nos vemos afuera.

***

Me realizaron algunos chequeos más y terminé con un yeso en el brazo derecho. La doctora indicó que debía guardar reposo durante dos semanas. ¿Cómo se supone que haga eso si estoy solo en casa?

–Felipe, amigo querido, ¿qué tienes que hacer durante las siguientes dos semanas? –Dije cuando lo llamé por celular–.

–Creo que nada, ¿por?

–Es que tuve un accidente y necesito guardar reposo, entonces estoy solo en casa, ya que terminé con A...

–¿Terminaste con Anaís?

–Sí...

–¿Hace cuánto?

–Un par de semanas...

–¿Por qué terminaron?

–¡Hey! ¿Te preocupa más por qué terminé con Anaís que yo haya sufrido un accidente de tránsito y deba guardar reposo?

–Pues... dado que estás hablando por celular, debes estar mejor.

–En fin –reí un poco, pero me dolió el costado–, mañana a mediodía me dan el alta, ¿puedes pasar por mí?

–Obvio.

Creo que gastaré mucho dinero en delivery, porque él no sabe cocinar y yo no puedo hacerlo.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now