Capítulo 45

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Gianna

No puedo creer que justo cuando había decidido acercarme a Julián, apareció esta bruja. ¿Y ahora qué quiere?

–Vete, Anaís.

–Uy, qué miedo me das –se burló–. Me voy, pero necesito hablar contigo.

–¿Se puede saber de qué? –Enarqué una ceja–.

–De él, tú y yo.

De mala gana la seguí, pero solo porque tengo un par de cosas que decirle a ella y a su amiguita que de seguro debe estar cerca. Pasé mucho tiempo practicando con el espejo como para no enfrentarla ahora.

Fuimos hasta un café que ella escogió. Vivian estaba esperándonos. Cuando tomé asiento, Anaís se fue.

–Ya. Habla. No tengo mucho tiempo –dije furiosa–.

–¿Por qué mierda tenías que aparecer de nuevo? –La miré confundida– No te hagas la mosca muerta, no te queda. Desde que éramos adolescentes siempre me gustó Julián y estoy segura de que lo sabías –dijo con fuerza Vivian–. Voy a decirte algunas cosas, pero quiero aclarar que no estoy arrepentida, es para ver como te queda la cabeza después de esto –sonrió maliciosamente–.

–Habla. Dime de una vez a lo que venías.

–¿Qué pasaría si te dijera que Julián estaba bien a tu lado en la universidad y que eso de que le hacías daño y deberías alejarte fue un truco?

–En realidad lo comencé a suponer cuando descubrí la clase de víbora que eres –dije sin darle mucha importancia–.

–¿O que me declaré cuando eran novios e incluso lo besé?

–No me sorprende que seas una arrastrada, amiga –sonreí y Vivian tensó la mandíbula, estaba furiosa porque yo no me había alterado por nada de lo que me había dicho–.

–¿No desconfías de Julián ahora que te dije que nos besamos mientras eran novios? Si me besó, pudo hacerlo con cualquier otra, además no te dijo nada...

–En primer lugar, no todas son igual de descaradas que tú y andan besando a personas que están en una relación, y en segundo lugar, si no lo mencionó de seguro fue porque el beso fue tan insignificante que no valía la pena... igual que tú.

–¿Y si te digo que en un inicio Anaís se acercó a Julián para mantenerlos alejados y que yo le dije toooodo lo que debía hacer?

–¿Tienes algo nuevo para decirme o vas a repetir cosas obvias? Quiero ir a ver cómo sigue Julián, estaba poniéndole nombre a nuestro gatito –el animalito es sólo suyo, pero no tiene caso aclararlo en estos momentos, quiero molestarla un poco más–.

–Anaís y él terminaron hace muy poco ¿y ya va a iniciar otra relación? ¡Qué poca responsabilidad afectiva!

–En realidad, lo más probable es que si no hubieses sido una cizañera hace 6 años, él y yo seguiríamos siendo novios, así que mejor intenta decir otra cosa obvia que quiero volver a la casa.

La miré aburrida y ella sonrió de una forma extraña, en ese momento supe que lo que diría a continuación iba a ser veneno puro.

–¿Qué pensarías si te dijera que Álvaro se acercó a ti porque yo se lo pedí?

–¿QUÉ? –Grité–. Repite lo que acabas de decir de Álvaro –Se limitó a mirarme y a sonreír tranquilamente–. HABLA.

–Sabía que eso jamás lo esperarías –sonrió–. Necesitaba que alguien te alejara de Julián para que me quedara el camino libre –dijo con simpleza–. Álvaro era un chico guapo y que le gustaba a todas las chicas, ¿por qué a ti no? Piensa, ¿por qué crees que apareció justo el día de la ruptura, en la misma parte de la playa, con tus chocolates favoritos y poco tiempo después de que Julián se había ido? –En ese momento comencé a recordar todo lo que pasó ese día. No tenía ningún sentido que apareciera, porque yo no le dije que terminaría con mi novio, lo tomé como una señal de que era mi futuro mejor amigo–. Era obvio que Julián volvería a comprobar cómo estabas tú y si te veía con Álvaro tu excusa de que te gustaba alguien más sería creíble.

–No te creo. Es imposible.

–Habla con tu "amigo" –hizo comillas con los dedos en la última palabra–.

Seguido de los recuerdos del día de la ruptura, vino el recuerdo de los días posteriores, donde Álvaro estuvo conmigo, los años que siguieron permaneció junto a mí, mentalicé nuestras pijamadas, cuando me acompañó a mi primera entrevista de trabajo, cada 6 de diciembre estaba cerca y disponible por si lo necesitaba, nunca me dejó sola, nos reíamos de todo...

–No tengo nada que hablar con él –solté de repente y me miró con el ceño fruncido–, aunque eso que acabas de decir fuese cierto, sé que me quiere y yo a él, con eso es suficiente. Tiene sentido lo que dices, sin embargo, no importa con qué intenciones se acercó, sino el porqué se quedó. Una vez que Julián y yo no nos volvimos a ver, Álvaro permaneció junto a mí, me ha apoyado en los momentos más difíciles y ha celebrado conmigo mis triunfos. No me interesa si llegó por casualidad o tú se lo pediste –hice una pausa para reflexionar–... En realidad, si es que tú le pediste que se acercara, tengo que agradecértelo, Tebi es el mejor apoyo que me podría haber dado la vida. Gracias, Vivian –sonreí–.

Su rostro se contrajo en enojo. Parecía una bomba a punto de estallar.

–No tienes que intentar hacerte la valiente o la fuerte conmigo, sé que estás pensando lo peor de él, te conozco, no lo olvides.

–No, te equivocas, si de alguien estoy pensando mal es de ti, ¿cómo se puede caer tan bajo por un hombre? Además, nunca le interesaste, siempre fui yo quien estuvo en su corazón y bastó con que nos encontráramos nuevamente y así de rápido –chasquee los dedos– se arruinó tu plan y dejó a Anaís. Ya dije lo que te quería decir. Me voy. Adiós. Ah! Y salúdame a tus papás. Me daría mucha lástima por ellos si supieran que inventaste su muerte.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now