Capítulo 29

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Gianna

–¡Álvaro Cabañez! –Grité–.

–Dime, querida, ¿qué pasó? –Dijo calmadamente–.

–¿Cómo es eso de que sigues a Julián?

Abrió los ojos de par en par.

–Fue hace algún tiempo, no creí que lo notarías –rió nervioso–.

–Bueno, me va a servir para seguir enterada de lo que pasa con él sin estar cerca. Gracias –sonreí–.

Mi amigo estaba asustado por mi reacción tan tranquila, pero no estaba enojada, sólo me sorprendió que lo siguiera.

–¿Me lo vas a pasar cada vez que te lo pida, cierto? –Asintió–. Gracias.

Álvaro se quedó sentado en el living de mi casa y yo fui a la cocina a preparar un batido de aspecto asqueroso que Emma me ha estado obligando a tomar, pues he tenido algunos mareos y fatiga últimamente.

Me lo serví en un vaso alto y delgado. Sin respirar, comencé a beberlo. El sabor no es del todo desagradable, pero el aroma sí.

Mi comadre linda contrató Disney plus, así que hicimos un maratón de Hannah Montana después del trabajo. Volvimos a pasar más tiempo juntas desde que dejó por la paz el tema de mi amiga.

Hoy conversé con Estela, una de las supervisoras, y me dijo que la semana entrante tengo que hablar con un chico que hará su traspaso a esta sucursal de la tienda y se integrará a mi equipo. Existen tres locales: dos en la misma ciudad y uno en la capital.

Álvaro me dijo que le daría una sorpresa a su novia este fin de semana y la llevaría a unas cabañas en la montaña, ya había comprado un paquete que tenía múltiples actividades entretenidas. Así que lo tenía que ayudar haciendo que Emma no se comprometa a nada esos días.

Lejos lo más difícil que he tenido que hacer estos meses, es mantener a Emma quieta. Ella está muy acostumbrada a andar de aquí para allá. Es la chica con más energía que he conocido. Ya entendí por qué nos llevamos bien: ella es la energía y yo el descanso; ella sugiere ir a correr y yo una maratón de pelis antiguas; somos como el yin y el yang, nos complementamos.

Le dije que este sería un fin de semana de amigas y que no fuera a ver a su prima en las afueras, ni a jugar voleibol a la cancha que queda a dos cuadras, ni al gimnasio, ni nada de esas cosas. El sábado en la mañana cancelé todo cuando Tebi llegó y se la llevó lejos.

La casa se sintió tan vacía estos días sin esas dos pulguitas. Hace algunos años vi una serie y no había comprendido lo que decían hasta hoy: "una vez que te acostumbras a vivir en familia, no puedes volver a la soledad". Dejé la casa de mis padres muy joven y viví sola varios años –después de que Julián y yo comenzamos a ser novios, mis padres no quisieron que viviéramos juntos–, en aquel entonces la vida en solitario era genial, hasta que Emmase mudó conmigo y me acostumbré a la buena vida: ella cocinaba y yo hacía las compras; yo aseaba el baño y ella lavaba los platos, etc. No creo que pueda volver a vivir sola.

***

–¡¡Hello!! –Escuché una voz femenina en la sala y salí disparada de mi cuarto–.

–¡Emi! –Chillé de la emoción–.

La abracé muy fuerte.

–¡Te extrañé demasiado!

–Y yo a ti, amiga.

–¿Para mí no hay nada? –Escuché la voz de Álvaro–.

–También te extrañé, amiguito lindo.

Nos abrazamos los 3 y esperamos a que llegara la pizza que había ordenado. Mi amiga se había ofrecido a cocinar, pero no quise abrumarla con eso –aunque ya extraño su cocina–, porque viene recién llegando de un viaje reparador.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now