Capítulo 20

25 1 0
                                    

Gianna

Estaba sentada sobre mi cama con las piernas cruzadas leyendo "la razón de estar contigo". Las lágrimas brotaban de mis ojos como si de un grifo abierto se tratara.

–¿Qué pasa, amiga? –Preguntó Emma al ver el montón de pañuelos en el piso y mis ojos rojos–.

–¡Murió el perrito otra vez!

Me sequé las lágrimas una vez más y mi celular sonó, anunciando una nueva notificación. Estaba junto a mí y admiré una vez más mi carcasa, sigo sin entender por qué no la he cambiado, después de tantos años. Era color burdeo con el dibujo de un pequeño dinosaurio tomando la punta de la cola de un dinosaurio que no se alcanzaba a ver, tenía un pequeño texto "miss you, hug me"... el complemento de la carcasa es color negro y tiene un dinosaurio diciendo "what are you doing?".

–Hola, Gianna, ¿me recuerdas? Soy Vivian Berríos.

Leí el texto unas diez veces como mínimo. No lo podía creer. ¡Después de tantos años!

–¿De verdad eres tú?

–Pregúntame lo que sea.

–¿Qué película vimos juntas cuando cumplimos un año siendo amigas?

–¡Qué fácil! Es obvio que "son como niños 2". Recuerdo que fui a tu casa y estaban pasándola por el fox, que ahora se llama star channel.

Sí, era ella.

–¡Emi! –Grité emocionada–. ¡Apareció Cris!

–¿Y ella es...? –Preguntó confundida–.

–Vivian Berríos, mi amiga de la infancia, la que se mudó aquel día en que terminé con Julián –dije con pesar– y no volvimos a hablar.

–¡Ah! Ya la recordé.

Charlé unas horas con mi amiga. La conversación fluyó como si nunca nos hubiésemos separado, se notaba que la confianza estaba intacta. La extrañaba. Fue mi mejor amiga desde que teníamos 7 años.

Ya había oscurecido cuando mi amiga dijo que tenía que irse a dormir, que mañana seguíamos hablando, nos despedimos y se desconectó.

–Perdón que te lo diga, Gianni, pero Vivian no me da mucha confianza...

–¿Por?

–Se desapareció por muchos años y ahora vuelve a escribirte. Es raro.

–Me dijo que había perdido su celular y que no tenía los contactos.

–Amiga, siglo XXI, existen las redes sociales –puso los ojos en blanco–.

–Ella no las utilizó durante mucho tiempo por un problema familiar...

–Como quieras, pero ella no me genera confianza. Ten cuidado.

–Mi intuición no falla. No te preocupes.

–La mía tampoco, por eso te lo digo –advirtió Emma–.

Cenamos sin tocar el tema, pero me molestó mucho que hablara así de Cris, ella no la conoce, no puede juzgarla.

Al día siguiente, me levanté con mucho ánimo para ir a trabajar. Extrañaba hablar con mi amiguita, digo, fuimos mejores amigas desde los 7 años hasta que finalizamos la universidad, no es algo simple.

La jornada se me hizo eterna, cliente tras cliente, les preguntaba opiniones sobre las prendas y anotaba sugerencias, a veces les preguntaba a compradores nuevos qué les llamó la atención de la tienda o si llegaron por alguna publicidad, ahora más que nunca voy a necesitar esos datos, para crear la nueva campaña publicitaria junto a mi equipo.

Nuestras prendas son producidas a pequeña escala, por lo que sería muy difícil que dos personas vistieran la misma blusa, debido a esto, la tienda es muy codiciada, pues cada sucursal de la cadena tiene prendas distintas –quizás un poco parecidas, pero nunca iguales–.

Mi jefe me tenía nuevamente encuestando clientela presencialmente, pues la campaña publicitaria va a demorar un tiempo en comenzar a producirse, debido a que al nuevo colega no le han notificado y está en medio de un proyecto. Sentí vibrar mi celular y lo dejé sonar. De nuevo lo mismo. Lo dejé intacto mientras atendía a una señora y apenas se fue, revisé. Era Cris: "¿Tienes tiempo mañana en la tarde para que nos veamos?" Chillé de la emoción.

Luego del trabajo, fui directo a mi departamento y busqué unas prendas que me acomoden. El verano ya está en pleno, así que seleccioné una blusa de tela liviana y un estampado floral, sin hombros y hasta la cintura; unos jeans azules holgados y unas vans blancas.

*****

Eran las 18hrs y yo estaba sentada en una banqueta en la plaza. Mi vista, involuntariamente, se fijó en el asiento donde, hace un tiempo, Julián y su novia se estaban besando.

Ese dolorcito en mi pecho volvió. Fue como revivir aquella escena. No venía a la plaza desde aquel día.

–¡Hola, chiquitita! –Escuché a mis espaldas. Me giré exageradamente rápido y me mareé un poco–.

–VIVIAAAAAAAAAAN –la abracé emocionada, ella me correspondió el abrazo–.

–¿Cómo has estado amiga del alma?

–Bieeeeen, pero te extrañé demasiadooooo, ¿cómo has estado? ¿Qué es de tu vida?

–Súper bien, regresé de Italia hace algunos días y decidí buscarte, me hacías mucha faltaaa, ya no sabía qué estaba sucediendo en tu vida.

–¡Han pasado mil cosas desde la última vez que hablamos! Tengo mucho que contarte y me imagino que tú a mí.

–Siiii, son demasiadas cosas. ¿Tienes tiempo ahora?

–Sí, tengo la tarde desocupada.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now