Capítulo 10🎭

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Capítulo diez:

        Algo raro pasaba, había sido invitada por James a un café. En el teatro andaba un poco más apegado a mí. No quería hacerme ideas raras, tal vez solo quería conocer a su compañera. De todas, a mi casi ni me había dirigido palabra.

Engurruñé buscando los abrigos más apropiados para combinar. Me lancé por unos pantalones anchos Adidas, una enguatada completamente negra, la bufanda que me había comprado junto a la de Patrick y unas botas grises con algunos pelos arriba abultados.

Salí luego de darle de comer a Toby, le daba en pocas porciones ya que por el frío no quería obligarle a salir y engordaría.

Busqué mi auto en el estacionamiento. La dirección que me había entregado James estaba algo lejos de casa. Tuve que pasar incluso calles pobladas de Manhattan para llegar al Battery Park City. En invierno el parque era demasiado lindo, los arboles deshojados y los banquillos sin nieve. Parecía paleado, algo que sí tenía Nueva York en esta época del año.

James me esperaba con una sonrisa y un saludo desde su ubicación. A medida que nos íbamos acercando, más quería comerle la boca. Su ropa arreglada totalmente de gris y letreritos. Parecía ser un mismo conjunto.

Miré sus manos, no llevaba flores, señal de que solo es una salida de colegas. Apreté mis labios, evitando que viera mi frustración.

—Disculpa por citarte aquí—aclaró su garganta—. Estaba resolviendo un asunto cerca.

—No pasa nada, extrañaba conducir— hice una pausa. Para romper el hielo volví a abrir mi boca sonriente—. Ya sabes, el teatro queda muy cerca y es mi única rutina.

—Entiendo— señaló un Mercedes Benz SLS AMG—. ¡Subamos a mi auto! —me invitó corriendo hasta la puerta del copiloto, abriéndola para mí—. Suba joven dama—era tan decente. Me hace pensar que es un extraterrestre, pocos hombres son así.

—¿Qué hago con mi auto?— pregunté confusa antes de subirme—. ¡No puedo dejarlo aquí!

— ¡Sígueme!—su tono estaba frustrado—. Sígueme en él.

Obedecí subiéndome a mi auto. Le seguía por todas las calles sin perderle rastro, estábamos cerca del Central Park. Había una pista de hielo, vislumbré eso antes de apagar el motor del vehículo. ¿Íbamos a patinar? Me preguntaba en mi mente, retorciendo mi alma de pavor. No sé hacerlo y eso me atemorizó hacer el ridículo delante de él o de todas aquellas personas.

Le vi bajarse de su auto, imité su acción. Tronaba mis dedos, acto que hacía nerviosa o en situaciones vergonzosas. Él estaba alegre, mostraba sus dientes y un brillito en sus ojos.

— ¿Has patinado otras veces?— daba brinquitos de la emoción.

—No—admití avergonzada—. No lo he hecho nunca.

Tuvo un ataque repentino de euforia, sujetó mis hombros como si fuéramos unidos o como si una amistad de largos años tuviéramos. Suspiró y se brindó para ayudarme emocionado.

Me ayudó a ponerme los patines, acariciaba mis pies que solo estaban cubiertos por unas medias grises Nike. Estaba concentrado mientras me quitaba los zapatos y los sustituía con el patín.

Contaba vacas en mi mente, evitaba a toda costa que notara mi nerviosismo o viese mis pies temblar.

Tomó mi mano y me ayudó a caminar con aquellas cosas filosas. Me dió a escoger entre caderas o manos. Pero, siendo honesta sin querer sonar a pícara… elegí caderas. Me sentía más segura, soy un poco torpe y podría irme de boca con solo sujetarme las manos.

Bajo reflectores ©️[Completo]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora