Capítulo 2

416 15 5
                                    


Eran las siete de la mañana y la alarma resonaba por toda la habitación sin piedad. Intenté ignorarla, pero era imposible, así que sin muchas ganas me arrastré hasta la mesita de noche y la apagué. Hoy no podía quedarme ni un segundo más en la cama, ya que había quedado con Safa a la una, y no podía permitirme llegar tarde. Me vestí apresuradamente y recé antes de bajar.

Decidí tomar un desayuno rápido, ya que los hoteles en Liverpool eran bastante grandes y sus cafeterías ofrecían gran variedad de opciones. Dado que tenía prisa y planeaba hacer una parada para comprarle flores a Safa, opté por una barrita energética y un café con leche antes de salir del hotel.

Para salir, necesitaba tomar el ascensor hasta la planta -1, donde había estacionado mi coche. Nada más entrar, revisé la hora y noté que eran las diez y media. Afortunadamente, todavía tenía tiempo. Mientras estaba en el coche, encendí mi móvil y abrí Google Maps para buscar algunas floristerías cercanas. Encontré una cercana llamada "Springtime in Your Hands" las reseñas eran bastante buenas y seguí las indicaciones para llegar al lugar.

Cuando estuve lo suficientemente cerca, di vueltas con el coche en busca de algún lugar para aparcar, pero todo estaba muy lleno. Así que decidí ir un poco más lejos y estacioné el coche. Tenía que caminar unos minutos para llegar a la floristería.

Mientras camino por las calles, observando a mi alrededor, había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuve en Liverpool. Es un lugar notablemente tranquilo pero también hay muchos "curiosos" por todos lados porque noto que muchas personas me miran como si nunca hubieran visto a una mujer musulmana antes, pero continúo mi camino sin prestarles mucha atención.

Una notificación en mi móvil interrumpe mis pensamientos, y al abrirlo, veo que es un mensaje de mi hermano.

Yousef:
Oye, para la boda, ¿qué crees que debería ponerme?

Dice, enviando dos fotos de dos trajes: uno completamente negro con una camisa blanca debajo, y otro azul sin corbata.

Tú:
En serio, solo me escribes para esto?

Yousef:
Solo escoge uno

Tú:
El segundo, pero ponle una corbata

Yousef:
¿Cuál le pongo? ¿De qué color?

Tú:
No lo sé, cualquiera le quedará bien.

Absorta en la conversación con mi hermano, apenas noto que he comenzado a cruzar el paso de cebra. El sonido estridente de un claxon me saca abruptamente de mis pensamientos, y antes de que pueda entender lo que está sucediendo, veo un coche que se acerca velozmente hacia mí. Mis músculos reaccionan por instinto, intentando correr hacia la acera, pero el mal estado de la carretera conspira en mi contra, y tropiezo, cayendo con un golpe brusco en mi pierna.

El corazón me late con fuerza, mezclando el miedo con el dolor repentino. En un instante, me encuentro en el suelo, aturdida y confundida por lo que está ocurriendo a mi alrededor. El ruido del coche se fusiona con los gritos de las personas, y solo soy consciente de que algo va mal.

Cuando intento ponerme de pie, el dolor en mi pierna me lo impide. Es entonces cuando una mano firme me sostiene, evitando que caiga de nuevo al suelo. Mi visión borrosa se enfoca lentamente en la figura delante de mí: un chico alto, de piel morena y vestido de traje.

—Dios, ¿estás bien?—su voz es profunda y llena de preocupación.

Intento reunir mis pensamientos mientras me suelto de su agarre, el miedo convirtiéndose en una mezcla de adrenalina y enojo.

—¡Pero a ti qué te pasa, ¡casi me matas! — mi voz sale más alta de lo esperado, cargada de miedo y furia.

El frunce el ceño, su tono cambiando a una defensiva casi instantánea.

—¿Qué? Si fuiste tú quien cruzó sin mirar a los lados, tú eres la que casi se mata a sí misma. — responde, su voz elevándose en respuesta.

—¡No es mi culpa! Estoy segura de que... — las palabras se me quedan atascadas en la garganta mientras intento justificar mi error.

La discusión se intensifica rápidamente, ambos defendiendo nuestras versiones de los hechos con creciente frustración. El chico insiste en que tenía el derecho de paso, mientras que yo enfoco mi enojo en su velocidad aparentemente imprudente.

—¡Pero tú quién te crees! Si no hubieras estado conduciendo tan rápido, habrías tenido tiempo de frenar. ¡Es tu deber como conductor evitar accidentes! — mi voz retumba con indignación.

El chico, manteniendo su postura desafiante, responde con sarcasmo.

— Claro, ahora la culpa es toda mía. Olvida que tú cruzaste sin mirar y te metiste en mi camino. Además de que yo sí he frenado, si no lo hubiera hecho, no estarías aquí dando gritos.

Cada palabra aumenta mi enojo, pero también mi conciencia de que quizás haya sido imprudente. Sin embargo, mi orgullo sigue en juego, y me es difícil ceder.

 —No voy discutir con un maleducado como tu.— Grito con frustración, cada vez más enfadada. 

 Lo veo caminar de un lado a otro mientras intenta controlar su enojo. Me quedo en silencio por un momento mientras él toma la iniciativa. 

 — Vale, ahora me insultas. Al menos yo intentaba ayudarte cuando casi te caes, y me vienes con esas. 

Aunque aún siento frustración, reflexiono sobre sus palabras y reconozco que su reacción inicial fue la de intentar evitar un accidente. Sin embargo, mi ego sigue siendo un obstáculo en este momento, y encuentro difícil admitir que puedo haber cometido un error. 

Por un momento, me quedo sin palabras. Luego, respiro profundamente y me alejo.

 — Vale, gracias por no dejarme morir, y ojalá aprendas a conducir. 

— Lo mismo digo. Ojalá aprendas a seguir las reglas como cualquier persona responsable. 

 — No eres nadie para decirme que no respeto las reglas. — Digo deteniéndome en medio de la acera. 

 — Y tú no eres nadie para llamarme maleducado. — Responde él mientras entra en su coche, acelera y se va.

Antes de alejarme, observo cómo algunas personas parecen estar tomando fotos. Era increíble cómo en la actualidad, ante la mínima cosa, la gente opta por sacar sus teléfonos y grabar en lugar de intentar ayudar. Sacudo la cabeza ante esta realidad que parece tan común, donde la empatía a menudo queda eclipsada por el deseo de capturar el momento para las redes sociales.

Decido seguir mi camino, sin prestarles el menor caso a las personas que están más preocupadas por documentar lo que está sucediendo que por brindar una mano amiga. 

**

Yasmine es una bruta, ¿verdad? Espero que su comportamiento mejore.

(Este capítulo ha sido "ligeramente" editado, si lo están releyendo seguro lo han notado, y también aviso que los capítulos siguientes también tendrán algunos cambios, no drásticos, pero los estaré mejorando).

Espero que os guste 🖤.

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now