Capítulo 22

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Tres días habían pasado desde la cena con Gemma y Lucas. Al día siguiente, empezaron los entrenamientos. Todavía seguía distante y le preguntaba de vez en cuando qué le pasaba, y él seguía con lo mismo, así que me cansé y dejé de preguntar.

Hoy tenía planeado ir a la clínica para traer unos informes médicos. Todavía había gente que trabajaba ahí y a veces tienden a toquetear mis cosas, así que tenía que cogerlos antes de que fuera tarde y de paso iba a visitar a mis padres.

Ya había terminado de ducharme, me tenía que ir a las 10 y ya eran las 9:30, así que cogí y me puse un chándal gris oversize y un hijab negro, como siempre, y bajé a hacerme una tostada. Estaba sola en casa; Scar, como siempre, cuando Addo y yo no íbamos a estar, lo dejaba en la casa de la vecina, y Addo salía a las siete al campo de entrenamiento.

Me terminé la tostada, cogí las llaves de la casa y tenía planeado ir en el coche de Addo, pero él tuvo que coger el suyo, así que tenía que pedir un taxi. Pero cuando cerré la puerta principal y fui a salir de la propiedad, vi que en el parking de la casa había otro coche. Me extrañó porque normalmente no había ninguno aparte del de Addo.

A medida que me acercaba, vi que era un BMW negro. Cuando estaba lo suficientemente cerca, vi que tenía la ventanilla abierta y dentro vi las llaves y un papel.

Intenté abrir la puerta y se abrió, cogí las llaves y la carta. La abrí y vi que ponía "Te compré esto para que no vayas en taxi, de nada. Addo". Me quedé de piedra.

No sabía qué pensar, así que cogí mi móvil y lo abrí para llamar a Addo. Después de un rato, lo cogió.

- Hola

- Pero tú estás loco, ¿cómo me vas a comprar un coche así por la cara? - le pregunté furiosa.

- Esperaba un gracias.

- No, esto es demasiado; podía perfectamente pedir un taxi.

- No es nada, además lo hice porque la gente si te ve en un taxi va a sacar rumores.

Tenía razón, la gente no podía verme ir en taxi, pero un BMW es mucho.

- Ya, pero solo le hubieras dicho a alguien que trajera el mío; no tenías por qué comprarlo.

- Yasmine, me tengo que ir, de verdad hablamos luego. - dice antes de colgar.

Entiendo que tenga trabajo, pero últimamente me resulta imposible coincidir con él, y cuando lo hacemos, está en el móvil.

Suspiro y enciendo el coche, iba a volver por la noche y no pensaba irme a dormir hasta hablar con él.

El sol brillaba en el cielo mientras manejaba por las calles. Era una sensación agradable, pero también me sentía un poco aprensiva por el hecho de que la gente pudiera verme conduciendo ese coche.

El camino, como siempre, tenía que ir de Liverpool a Leeds y el trayecto siempre se hacía más largo por el tráfico. Sin embargo, cuando llegué a Manchester, algo inesperado me pasó. Mientras esperaba en un semáforo, un grupo de chicas emocionadas se acercó al coche.

Las chicas pidieron tomarse fotos conmigo. Al principio, me sentí halagada pero algo incómoda. Sin embargo, decidí ser amable y aceptar. Finalmente, el semáforo cambió a verde, y me despedí amablemente de las chicas antes de continuar mi camino hacia la clínica.

Llegué más o menos a las tres de la tarde, entré y cogí mis cosas; no saludé a nadie porque todos estaban ocupados y me fui. Ahora iba camino a mi casa a ver a mis padres. No me iba a quedar con ellos tanto tiempo, ya que tenía que volver a Liverpool.

Cuando llegué, toqué el timbre y mi madre no tardó en abrirme.

- Yasmine, ¿qué haces aquí, cariño? - preguntó abrazándome.

- Venía a por unas cosas en la clínica y me pillaba de camino - dije dándole un beso en la frente.

- ¿Y Addo dónde está?

- Ahora está entrenando, tiene un par de partidos cerca. - dije entrando.

- Qué bien, mi amor, ¿y cómo os va? - dijo mientras la seguía a la cocina.

- Muy bien - mentí.

- Pues, alhamdulillah.

- ¿Y papá? - pregunté.

- Acaba de salir, tiene una cita con el dentista - me dijo.

- Ah, muy bien entonces, y Yousef, ¿dónde está? - pregunté.

- Fue a visitar a un amigo - dijo dándome un vaso de zumo.

Seguimos charlando hasta que era las seis de la tarde; el sol comenzaba a ocultarse y mi madre tenía que irse a rezar, mientras que yo aproveché ese momento, sabiendo que no tenía que rezar, para despedirme.

Mientras caminaba por la calle, las luces de las farolas empezaban a encenderse, dando paso a la tranquilidad de la noche. Un leve suspiro escapó de mis labios, ahora de vuelta a Liverpool.

Tardé otras tres horas en el camino y no llegué hasta las nueve de la noche. Al entrar a casa, me di cuenta de que las luces estaban apagadas, lo que me hizo suponer que Addo no me había esperado. Aunque me molestó un poco, decidí ignorarlo y subí a mi cuarto.

No me importaba Addo, pero me molestaba que no hablará conmigo, que no me hubiera esperado, me molestaba que ya no hiciera sus típicas bromas, me molestaba que cada vez que estamos juntos ni siquiera me dirija la palabra y sobre todo me molesta que me molesten todas estas cosas.

Los días seguían pasando y la tensión entre Addo y yo persistía. Sus acciones eran siempre iguales, dejándome notas por la mañana antes de irse y por la noche cuando regresaba. Apenas cruzábamos palabras y él se encerraba en su habitación sin volver a salir hasta el día siguiente.

Me sentía cada vez más confundida por su comportamiento, sin entender qué era lo que lo mantenía tan distante. Me preguntaba si había hecho algo mal o si había ocurrido algo que no sabía. Mi mente se llenaba de preguntas sin respuesta mientras trataba de seguir adelante con mi rutina diaria.

Un día, mientras me encontraba sola en la cocina, como era habitual, escuché sonar mi teléfono en el salón y fui a ver quién me llamaba. Pensaba que sería una de mis amigas, pero para mi sorpresa, era un número desconocido. Dudé por un momento antes de contestar, pero al final decidí cogerlo.

- Hola Yasmine, soy Gemma. Addo me dio tu número hace un par de días - dijo al otro lado de la línea, dejándome desconcertada.

- Ahh, hola ¿qué tal? - respondí, tratando de ocultar mi sorpresa.

- Bien gracias, te llamaba para decirte que si vas a ir al partido de esta tarde, tengo un asiento reservado para ti.

Que partido ?

No sabía qué decir, se supone qué nuestra relación consiste en estar juntos en público y ahora tenía un partido y ni se molestaba en decirme nada.

No me estaba enterado de nada

- Yasmine, ¿estás ahí? - pregunta sacándome de mis pensamientos.

- Sí, Gemma, estoy aquí. Solo me sorprendió un poco enterarme del partido por ti y no por Addo. No me comentó nada al respecto.

- Lo siento, supongo que se olvidó de decírtelo. Pero como te dije, tengo un asiento reservado para ti si quieres venir.

No pienso aguantar más su mierda.

- Gracias por avisar. En unos minutos estoy - respondí.

- Genial, el partido empieza en media hora así que date prisa. - dijo antes de despedirse.

Después de colgar, me quedé reflexionando sobre qué hacer. Decidí que era momento de hablar con el. No podía seguir evitando la situación.

***

Espero os guste 🖤.

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now