Capítulo 37

143 6 5
                                    


Pequeños rayos de sol iluminaban todo el salón con destellos que dejaban tonos amarillentos. Mis ojos comenzaron a adaptarse a la luz mientras me levantaba sin prisa alguna. Al alzar la cabeza, sentí un pequeño dolor en el cuello debido a la posición en la que había dormido. Tras soltar un bostezo ruidoso y largo, me reincorporé por completo para sentarme en lo que había sido mi cama la noche anterior. Al intentar ponerme de pie, me tambaleé un poco, lo que provocó que cayera de nuevo en el sofá. Miré a mi alrededor, pero no encontraba mis muletas por ninguna parte. Me levanté nuevamente, esta vez apoyándome en la pared a mi lado. Al estar de pie, me encaminé hacia la cocina, apoyándome en los muebles y paredes para mantener el equilibrio.

Al llegar a la cocina, me detuve un momento para volver a bostezar y luego busqué en los armarios hasta encontrar una taza para hacerme un poco de té caliente. Mientras esperaba que el agua hirviera, me apoyé en la encimera, sintiendo cómo el calor del sol se filtraba por la ventana y acariciaba mi rostro. Me permití disfrutar de unos minutos de tranquilidad en la cocina. Observé cómo los destellos iluminaban cada rincón de la cocina, creando patrones de luz y sombra que bailaban por las paredes.

Mis pensamientos se desviaron hacia Addo, quien seguramente estaba en medio de sus entrenamientos de fútbol en ese momento. Me pregunté cómo le iría, si estaría bien, si había descansado lo suficiente. De repente, un ligero maullido me sacó de mis pensamientos. Miré hacia abajo y vi a Scar despertando de su siesta, estirándose perezosamente en el suelo de la cocina. Una sonrisa se formó en mis labios al verlo, y me agaché para acariciar su suave pelaje.

— Buenos días, Scar —susurré, sintiendo la calidez de su cuerpo bajo mis manos. El felino ronroneó suavemente en respuesta, como si estuviera disfrutando del momento tanto como yo.

El agua hervía en la tetera, y preparé mi té con cuidado, sintiendo el vapor caliente que se elevaba hacia mi rostro. La fragancia reconfortante del té de manzanilla llenó la cocina, mezclándose con el aroma del sol creando un ambiente acogedor y tranquilo. Me llevé la taza a los labios y tomé un sorbo, sintiendo cómo el líquido caliente me reconfortaba desde adentro. Estaba un poco enferma por lo tanto esto iba a ser de mucha ayuda a mi garganta .

Cerré los ojos por un momento, permitiéndome sumergirme en la paz del momento. Aunque la vida había estado llena de altibajos últimamente, estos momentos simples y tranquilos me recordaban que siempre había espacio para la calma, incluso en medio del caos.

Con cuidado, caminé hacia la ventana de la cocina y miré afuera. El sol brillaba en el jardín, bañando todo con una luz dorada y creando sombras suaves en el césped. Algunas aves revoloteaban por el aire, cantando su melodía matutina. Me quedé allí por un momento, observando el tranquilo espectáculo de la naturaleza en pleno movimiento.

Al intentar tomar otro sorbo de mi té, sin querer derramé un poco sobre mi ropa. Al colocar mi dedo en la sudadera que llevaba puesta para limpiarlo, me di cuenta de que no era mía. Era la sudadera de Addo. Podía ver claramente el escudo rojo y verde del equipo de fútbol sobre mi pecho. No había recordado hasta ahora que Addo me la había prestado. Dejé escapar un suspiro, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas. Los recuerdos seguían llegando, uno tras otro, inundando mi mente con imágenes y sensaciones. Recordé  la incómoda escena con el queso, luego lo mismo con la bolsa de harina y cómo Addo me había ayudado a llegar al sofá. En ese momento, me di cuenta de que en las últimas situaciones yo no estaba en mis cinco sentidos. Me sentía mal, y aunque no quería admitirlo, Addo tenía razón.

El clima y el estrés estaban pasando factura sobre mí. Me había estado esforzando tanto por mantener todo bajo control, por ignorar lo que realmente estaba sucediendo en mi interior. Pero ahora, con la fiebre y la confusión que me embargaba, no podía negarlo más. Necesitaba detenerme, necesitaba tiempo para ordenar mis pensamientos y aceptarlos.

Un Giro Inesperado Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz