Capítulo 4

358 13 0
                                    


Las fotos fueron un auténtico tormento, con todos apretujados, y llegó un momento en el que sentí que iba a morir asfixiada, así que en cuanto terminaron, salí corriendo de allí. Safa se marcharía pronto, y quería pasar un rato más con ella.

Después de unos minutos, nos encontrábamos todos los invitados más cercanos, listos para despedir a Safa y Karim. Esto era una parte importante de algunas culturas, como la mía, donde los novios se subían a un coche decorado con flores hasta el máximo y la gente los veía partir hacia su "nueva vida".

- Yasmine - dice Safa cuando llega mi turno para despedirme. - Te echaré muchísimo de menos.

- Yo también, no será lo mismo sin ti - digo, sintiendo cómo mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

- Ay, no me hagas empezar a llorar otra vez- dice Safa mientras se abanica con las manos, intentando mantener la compostura.

Las lágrimas amenazan con empañar nuestros ojos, pero preferimos sonreír y darnos un cálido abrazo. Sabíamos que ese adiós era solo un hasta luego y que nuestra amistad perduraria a pesar de la distancia.

Antes de marcharse definitivamente, Mia me envuelve en un cálido abrazo y me susurra: "Trata de ser menos terca". Asiento con una sonrisa, viendo cómo se aleja con un nudo en la garganta.

Aprovecho ese momento para despedirme de mis padres, ya que se marchan esta noche de vuelta a Leeds y no los veré hasta pasado mañana. Siempre suelen estar separados en las bodas, y cada vez que quiero irme más temprano, debo pasar media hora buscándolos entre los invitados. Yousef todavía no se va hasta mañana, así que no le digo nada y me dirijo a recoger las llaves del coche para regresar al hotel a descansar.

Mientras me dirigía hacia donde había estacionado mi coche, una figura emergió de una calle oscura, apenas visible en la penumbra. Al principio, no le presté mucha atención, pero la tensión se apoderó de mí cuando noté que esa persona comenzaba a seguirme. Aceleré el paso, pero esa persona también lo hizo. La atmósfera se volvió cada vez más inquietante mientras intentaba mantener la calma y encontrar una solución para salir ahí.

- ¿Tienes dinero? - me espetó con voz grave y áspera, revelando que era un hombre mayor.

- No, lo siento, no tengo nada - respondí, tratando de disimular mi nerviosismo mientras aumentaba la velocidad de mis pasos.

Entonces, sentí su mano agarrando mi brazo con fuerza, y un escalofrío de terror recorrió mi espalda.

- ¡Suéltame! - grité desesperada, luchando por liberar mi brazo de su agarre.

- Dame el maldito dinero que me robaste y te suelto - insistió, apretando con más fuerza.

- No tengo tu dinero, por favor, suéltame - supliqué, al borde de las lágrimas.

En ese momento, alguien intervino, empujando al hombre y haciéndolo soltar mi brazo.

- Te ha dicho que no tiene dinero, ¿qué más quieres? - increpó al agresor, confrontándolo y obligándolo a retroceder. El evidentemente borracho, profirió insultos y amenazas mientras se alejaba tambaleándose.

-¿Estás bien?- preguntó, acercándose a mi lado. Cuando escuché su voz de cerca, lo reconocí al instante. Mi cuerpo se alejó de él involuntariamente, todavía lleno de temor. Mis manos seguían temblando, incapaces de calmarse.

Él me vio alejarme y pareció comprender que necesitaba un momento para calmarme. Se mantuvo a una distancia respetuosa, dejando que recuperara la compostura.

- Sí, estoy bien, gracias - le digo, limpiándome las lágrimas que habían brotado debido al miedo.

-¿Segura? - insiste.

Un Giro Inesperado Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum