Capítulo 26

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Mientras el avión se eleva en el cielo, no puedo evitar sentir un torbellino de emociones dentro de mí. Mis pensamientos están en caos, revoloteando como mariposas en busca de respuestas que no logro encontrar. Me siento mal, confundida y, sobre todo, enfadada conmigo misma.

¿Por qué no me aparté? Esa pregunta martillando en mi mente mientras miro por la ventana, viendo cómo la ciudad se vuelve más pequeña a medida que nos alejamos.

No puedo evitar pensar en cómo Addo se acercó, cómo tocó mi mejilla y cómo su mirada bajó a mis labios. Cada detalle de ese momento está grabado en mi mente. Estoy enfadada por haberme quedado paralizada, esperando a que algo más sucediera.

Antes, cuando Addo se acercaba, solía apartarme instintivamente, mantener una distancia. Pero esta vez no lo hice. Esta vez, me quedé ahí, inmóvil, esperando.

Estaba sentada en la última silla del avión, y Addo en la otra punta; no podía ni mirarlo a los ojos. Estaba muerta de vergüenza.

A medida que el avión avanza en el cielo, una pregunta más abrumadora se cierne sobre mí: ¿Siento algo por Addo? La posibilidad de que mis sentimientos vayan más allá me golpea como un puñetazo en el estómago.

Traté de culparlo a la novedad de la situación, a la cercanía constante y al hecho de que lo veía todos los días y apenas dormía a tres habitaciones de mí. Y aún así no me sentía satisfecha ni tranquila; todo lo contrario, sentía que esa no era la respuesta y que la respuesta correcta era la que no me atrevía a pronunciar.

Mis pensamientos se deslizan hacia atrás, recordando cada interacción, cada sonrisa compartida, cada momento en el que nuestras miradas se cruzaron. Recuerdo el incidente en el ascensor, cómo me agarró de la cintura, cómo estaba atrapada entre la pared y su cuerpo, la foto y cómo lo tenía a centímetros de mí. Todos los momentos empezaron a pasar por mi mente y ahora la forma en la que los recordaba no era la misma que antes.

Y eso era lo que más me asustaba.

Cierro los ojos hundiéndome en el asiento, sintiendo cómo las emociones me arrastran en direcciones opuestas. El ruido del avión se desvanece mientras me sumerjo en mis pensamientos. No sé cómo resolver esto, cómo enfrentar estos sentimientos sin arruinar el trato que hicimos.

Necesito hablarlo con alguien que no sea Addo ni mucho menos mi hermano.

**

Mis ojos se abrieron unos minutos antes de que el avión aterrizara, y Addo no estaba en su sitio así que supuse que estaba en el baño. Como no tenía nada que hacer, decido coger mi móvil y ver los mensajes sin leer que tenía.

Mia
Holaaa guapísima
Cómo estás?
Y tu marido?
Cómo lo estáis pasando ??

En otro momento, esos mensajes de Mia me habrían hecho gracia y me hubiera dado vergüenza ajena al mismo tiempo. Pero hoy lo miraba y tenía ganas de llorar.

Tenía que hablar con ella, no podía lidiar con esto sola, aparte de la ayuda de Dios, necesito la ayuda y los consejos de Mia.


Hola preciosa, estoy bien gracias a Dios
Pero necesito hablar contigo
Ahora no puedo pero podemos quedar el domingo?

Cuando termino de escribir, respiro y le doy a enviar. Mia tarda unos minutos en responder.

Mia
Sí, podemos quedar
pero ¿qué pasa? Me estás asustando


No te lo puedo decir en mensaje, tiene que ser en persona

Mia
Vale, el domingo te veo,
Cuídate

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now