Capítulo 38

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Uno, dos, tres toques resonaron en la puerta, seguidos de un par de golpes rápidos. Luego, un breve momento de silencio llenó la habitación antes de que una voz hablara desde el otro lado. No escuché las palabras, pero tampoco sentí la necesidad de preguntar. Me había levantado solamente para rezar Dhuhr, pero luego preferí quedarme tendida en la cama, perdida en mis pensamientos.

Addo había estado tocando la puerta durante un tiempo, y aunque sabía que estaba allí, fingía no haber escuchado. Las sábanas se sentían cálidas y reconfortantes a mi alrededor, y me negaba a moverme de esa comodidad, incluso con su insistente llamado. Las horas pasaban sin prisa mientras me sumergía en un mar de pensamientos y recuerdos. La voz detrás de la puerta se desvaneció en el fondo de mi mente, reemplazada por el silencio tranquilo de la habitación. 

Había derramado todo lo que tenía dentro de mí, hasta que no quedó nada más que un profundo cansancio y una especie de apatía. Ya no me apetecía enfrentarlo todo de nuevo, no porque le tuviera miedo, sino porque ahora me importaba menos de lo que solía, y no quería escuchar sus fingidas muestras de preocupación por mí. El sonido de la puerta aún resonaba en mi cabeza, pero me mantuve inmóvil en la cama, sintiendo el peso de la noche anterior sobre mis hombros. Los pensamientos se agolpaban en mi mente, pero me esforcé por alejarlos. Me envolví más en las sábanas, tratando de encontrar un poco de consuelo en su calidez . El mundo exterior parecía lejano y ajeno en ese momento, y me permití quedarme allí, en ese refugio temporal, por un poco más de tiempo.

Los golpes y las llamadas cesaron poco después, y supuse que se había ido a entrenar. Agradecí el silencio que ahora llenaba la habitación, permitiéndome estar a solas con mis pensamientos.

Ding

Un sonido agudo interrumpió el silencio de la habitación, sacándome momentáneamente de mi letargo. Alcé la vista hacia la mesita de noche donde había dejado mi teléfono, y vi la pantalla iluminarse con un mensaje entrante. Un leve suspiro escapó de mis labios al leer el nombre de Mia en la pantalla. Extendí mi mano todo lo que pude para alcanzarlo, y una vez en mis manos, abrí el mensaje con cierta aprehensión.

Mia 

La reunión empieza a las 7:00 , en el restaurante central .
por si quieres ir.

Rodé los ojos con cansancio ante esa dichosa reunión. Me arrepentía de haberle dicho que lo consideraría, pero ahora tengo más claro  que no iré. No tengo intenciones de salir de esta habitación en todo el día.

Decidí que le respondería más tarde y dejé el móvil en su sitio, poniéndolo en modo silencio. No quería que nadie más me molestara en ese momento y ni en ningún otro momento de este día. 

{...}

Me desperté con un bostezo largo y me estiré lentamente en la cama. Al abrir los ojos, me encontré con un cielo nublado que parecía anunciar lluvia inminente. Me senté en la cama y alcancé mi móvil en la mesita de noche para comprobar la hora. 

— Seis y cuarto —Susurre sorprendida.

Me levanté de un salto de la cama y fui directa hacia el baño. Había perdido el rezo de Asr por estar dormida, y necesitaba hacer Wudhu lo más rápido posible.

Varios segundos después, salí del baño completamente mojada y me puse mi conjunto de rezo. Extendí la alfombra lo más rápido que pude y me posicioné en dirección a La Meca.

Antes de empezar, suspiré lentamente, tratando de enfocar mi mente y no distraerme con tonterías en medio del rezo.

—...As-salamu alaykum wa rahmatullah — Giré hacia la izquierda y repetí— As-salamu alaykum wa rahmatullah. 

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now