Capítulo 11

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- ¡Yasmine, date prisa, tenemos que irnos ya! - grita mi madre impaciente.

- ¡Ya voy, espera un momento! - le grito desde la segunda planta.

Eran las 2 de la tarde del miércoles, el día en que tenía que ir a comprar el vestido. Estaba súper nerviosa. Hablé con Addo la noche anterior para preguntarle cómo era su hermana y me dijo que no sabía nada de que esto fuera falso, y que cuando alguien miente, se le da muy bien detectarlo. Eso me asustó un poco.

Estaba frente al espejo practicando lo que le iba a decir, pero no me salía nada y volvía a repetirlo. Llevaba así desde la mañana.

- ¡Yallahhhh! ¡Que nos estarán esperando! - grita una vez más mi madre, y ahí decido dejarlo y que Dios me ayude.

Salgo del baño y voy a mi habitación para coger mi bolso. Meto el móvil dentro, asegurándome de que no se me olvide. Bajo las escaleras y me encuentro con mi madre impaciente, gritando una vez más que nos están esperando.

Salimos de casa y nos dirigimos al coche. Mi madre estaba súper emocionada desde que Addo vino a mi casa, no ha dejado de sonreír. Pero yo sigo sin poder sentirme bien desde ese momento.

Cuando el GPS nos indica que hemos llegado, nos bajamos del coche y empezamos a caminar hacia la tienda. Después de un rato de espera, nos encontramos con la madre y la hermana de Addo.

Le reclamo a mi madre que ni siquiera llegamos tarde después de todos esos gritos.

Aunque ya la había visto antes, la madre de Addo es una mujer muy elegante. Cuando estás cerca de ella, puedes sentir lo sofisticada que es, con sus vestidos caros de marcas de lujo. Siempre trasmite poder. A pesar de todo, es muy amable y me saluda con una sonrisa cálida que te hace sentir bien.

La hermana de Addo, a diferencia de él, tiene una apariencia distinta. Sus ojos son claros y contrastan con su piel pálida y de tez clara, resaltando aún más sus ojos brillantes. Se parece más a su madre. Lleva un hijab de color veige, junto con una falda tipo jean y una camisa blanca, es muy guapa masha'allah .

En cuanto a su semblante, puedo sentir una expresión decidida y una actitud un tanto dura, especialmente cuando se entera de que soy la chica con la que su hermano se casa.

Cuando terminamos de saludarnos, nos dirigimos a la tienda de vestidos de boda. Cuando llegamos, nos damos cuenta de que la tienda ha cerrado sus puertas al público. Resulta que la madre de Addo ha hecho arreglos especiales para que esté reservada solo para nosotras.

No me sorprende.

Al entrar, quedo paralizada por el ambiente encantador y la decoración. Hay espejos por todas partes, reflejando la luz suavemente, y perchas llenas de hermosos vestidos de novia que cuelgan en cada rincón.

La madre de Addo nos lleva a una sección especial que tenía reservada, donde los vestidos seleccionados están listos.

Y aunque esto sea falso, me siento como en "Say Yes to the Dress", ese programa de la tele donde la novia se prueba vestidos y sus familiares los critican.

Y si pasamos a la sala mientras mi madre y la madre de Addo se sentaban, Leyla, así se llamaba, se quedaba de pie.

Mientras tanto, ya estaba dentro del vestuario probando cada vestido que había. Cada vez que salgo del vestidor, la madre de Addo y la mía aplauden y exclaman de alegría, y Leyla siempre sonríe. A medida que avanzamos, las risas y las conversaciones animadas llenan la tienda.

Finalmente, después de muchas pruebas y risas compartidas, encuentro el vestido perfecto.

Cuando me veo en el espejo, siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Es el vestido que siempre soñé llevar en el día de mi boda, nunca pensé que me lo pondría en estas circunstancias.

La cintura ligeramente acentuada del vestido resaltaba mi figura de manera discreta. La falda del vestido caía desde mi cintura, fluyendo a medida que me movía, y un velo largo se desplegaba desde mi pelo hacia atrás, cubriendo mis hombros. El velo estaba adornado con bordados a juego con el vestido.

Cuando salgo del vestuario, mi madre me mira y puedo ver cómo se limpia las lágrimas. La madre de Addo me echa un montón de piropos, diciéndome lo guapa que me veo con el vestido. Y Leyla no para de decir que este es el vestido perfecto.

Y al final me decido por el último vestido, y todas están de acuerdo conmigo, así que entro de nuevo al vestuario para quitármelo y poder comprarlo.

- Nosotras te esperamos en la caja - dice mi madre detrás de las cortinas.

Salgo del vestuario con el vestido en mis manos, y veo que Leyla todavía está sentada en el sofá de antes.

Y se me sube la sangre a la cabeza.

- Estabas preciosa - vale, eso no me lo esperaba - no sé cómo lo has hecho - dice sin darme tiempo a contestar el cumplido - mi hermano nunca me habló de ti, nunca le había llamado la atención ninguna chica antes que tú - me dice y quedo sorprendida, porque la imagen que tenía de Addo no era para nada esa.

- Gracias, de verdad - no sé qué más contestar.

- Trata a mi hermano bien, que él lo hará, te lo aseguro. Se nota que le gustas de verdad.

Ay, si la pobre supiera.

- Lo haré - le digo y miro qué expresión pone.

Creo que no sospecha nada.

- Insha'alah os irá bien, venga, vamos que nuestras madres estarán esperando - dice y la sigo a la caja.

Y con esa última conversación, nos dirigimos a pagar, y nos encontramos a nuestras madres discutiendo por quién va a pagar el vestido, y pasamos unos minutos así hasta que por fin deciden que lo van a pagar las dos, mitad cada una.

Nos despedimos de ellas, y nos marchamos, mi madre se me adelanta al coche mientras yo con cuidado coloco el vestido en la parte trasera , me aseguro que el vestido esté acomodado correctamente, evitando que se arrugue o se dañe.

Cierro la puerta  con suavidad y me dirijo al asiento del conductor.

Me acomodo en el asiento, sintiendo una mezcla de emoción y tristeza . Observo el vestido a través del espejo retrovisor, pensando en cómo iba a lidiar con todo esto.

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now