Capítulo 28

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Después de merendar en lo que probablemente fue el silencio más incómodo que he experimentado en mi vida, me dediqué a recoger y lavar los platos.

Sentía que necesitaba despejar mi mente, así que decidí dar un paseo por los establos y explorar un poco el lugar para pasar el tiempo.

Comencé visitando a las cabras. Eran simplemente hermosas, con sus pelajes marrones que cubrían sus cuerpos por completo. Luego me dirigí a visitar las vacas y a saludar a los caballos nuevamente. Para mi sorpresa, también descubrí que tenían gallinas en los alrededores.

Después de un tiempo deambulando por los terrenos, decidí que era hora de volver a casa. Al entrar en la cocina, me encontré con Addo y su madre en medio de una conversación. Aunque sus expresiones no parecían ser las más optimistas, decidí saludar.

- Hola - dije al entrar.

- Hola, cariño - respondió Alice con una sonrisa.

Parecía que los dos estaban atravesando algo, y mi instinto inicial fue dar la vuelta para dejarlos solos. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Alice capturó mi atención una vez más.

- Yasmine, ¿qué te parece si salimos a cenar juntos en algún restaurante? Todos nosotros. - me propuso.

- Claro, estaría encantada- respondí con una sonrisa genuina.

Noté que Addo no se veía nada bien. Sus ojos reflejaban cansancio y preocupación.

Poco después, Alice me dijo que ya era hora y que tenía que ir a arreglarme y subí intentando escoger lo más bonito que había traído, quería estar presentable, al final me fui por un kimono azul claro. Debajo de él, la típica prenda que va por debajo blanca. Todo eso lo combiné con un hijab del mismo color y unos tacones no muy altos. Cuando terminé, bajé y para mi sorpresa, ya todos estaban allí reunidos, incluyendo a Malik, quien aparentemente estaba en casa de un amigo.

Saludé a Malik y nos preparamos para salir. Alice insistió en conducir, así que nos acomodamos en el coche de la familia. Durante los primeros minutos, un incómodo silencio parecía llenar el vehículo. Finalmente, llegamos a nuestro destino: un restaurante de comida halal, bastante bonito, pero la calle en la que estaba estaba muy maltratada. Casi me caí como cincuenta veces antes de llegar.

Una vez dentro, un chico nos condujo a nuestra mesa y nos entregó los menús. Después de ordenar, esperamos a que nos sirvieran. Durante la comida, el silencio persistió, llenando el ambiente de una extraña tensión.

Sin embargo, después de un tiempo, algo cambió. Addo habló mencionando que Leyla, su hermana, había llamado para saber cómo estaba su padre.

- Ya la llamaré - respondió su padre cortante.

- Me dijo que quería venir a visitarte pero no podía por el trabajo y además dijo que tenía buenas noticias para ti - continuó Addo, tratando de encontrar terreno común para mantener la conversación fluyendo.

Fue entonces cuando la discusión emergió en la conversación. Se dejaron llevar y pronto estaban discutiendo nuevamente sobre la quimioterapia y las diferentes opciones.

Mientras tanto, yo observaba la escena, sintiendo como si estuviera atrapada en medio.

La frustración del padre y la preocupación de Addo aumentaron. Finalmente, Addo se levantó de la mesa ya cansado de no llegar a ninguna parte, saliendo del restaurante. Y sin pensarlo dos veces, me disculpé con los demás y me levanté para seguirlo.

Sali corriendo para intentar alcanzarlo, lo llamaba, pero parecía que no quería escuchar. Sin embargo, cuando salí a la calle todavía intentando hacerlo parar, olvidé que tenía tacones puestos y, en mi prisa, tropecé y caí. Un grito de dolor escapó de mis labios mientras sentía una punzada aguda en mi tobillo. La calle parecía girar a mi alrededor.

Se dio la vuelta para ver qué había pasado, y su rostro mostraba preocupación. Addo se apresuró hacia donde estaba, su expresión llena de preocupación y confusión. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, mi dolor se volvió más agudo y dejé escapar otro grito.

- ¿Estás bien? -preguntó.

Asentí con un gesto adolorido mientras sujetaba mi tobillo con una mano, sintiendo cómo el dolor comenzaba a aumentar. Era evidente que me había torcido el tobillo en la caída y cada pequeño movimiento parecía enviar oleadas de dolor a través de mi pierna.

- No te muevas, déjame ver - dijo Addo con voz suave, su preocupación palpable en cada palabra.

Me quedé quieta mientras él examinaba cuidadosamente mi tobillo, evaluando el daño. Su rostro estaba tan cerca del mío que podía sentir su aliento sobre mi piel, lo que solo aumentaba mi nerviosismo.

- Creo que me he torcido el tobillo - murmuré, tratando de mantener la calma a pesar del dolor.

Addo se puso de pie y miró a su alrededor en busca de ayuda. Finalmente, vio un taxi que pasaba cerca y rápidamente levantó la mano para detenerlo. El conductor del taxi se acercó y Addo le explicó la situación, pidiéndole que nos llevara al hospital.

- ¿Puedes ponerte de pie? - preguntó Addo con suavidad, extendiendo una mano para ayudarme.

Hice un intento tembloroso de ponerme de pie, pero el dolor en mi tobillo me hizo retroceder casi de inmediato. Mis labios se apretaron mientras luchaba contra las lágrimas que amenazaban con escapar.

- No puedo... me duele demasiado - respondí en un murmullo, sintiendo la frustración crecer dentro de mí.

Addo asintió con comprensión y se agachó a mi lado. Y antes de que pudiera protestar, Addo actuó con rapidez y me recogió en sus brazos, sosteniéndome contra su pecho. Mi sorpresa fue evidente en mi expresión mientras me aferraba a él instintivamente, sintiendo el latido de su corazón contra mi mejilla.

- ¿Qué estás haciendo? - pregunté, mi voz mezclada con sorpresa y una pizca de incomodidad.

- Está claro que no puedes caminar, voy a llevarte hasta el taxi - dijo, su tono ligero pero lleno de preocupación.

Quería quejarme, pero el dolor volvió a mi tobillo y lo único que pude hacer fue colocar mis manos alrededor de su cuello. Nuestras miradas se encontraron brevemente, y un pequeño gesto de sonrisa se formó en sus labios.

Su mirada era tranquilizadora, como si quisiera asegurarse de que me sintiera protegida en ese momento. Y empecé a sentir un cálido cosquilleo en el estómago, una sensación que no dejaba de sentir. Había algo en la forma en que me miraba, en cómo había estado allí para mí que estaba despertando algo más en mi interior y que era incapaz de ignorar.

Finalmente, Addo me ayudó a acomodarme en el asiento trasero con cuidado. Se sentó a mi lado, asegurándose de que estuviera cómoda. El trayecto fue relativamente corto pero lleno de incomodidad debido al dolor. Cuando llegamos al estacionamiento del hospital, Addo nuevamente me ayudó a salir del taxi y me apoyó mientras caminábamos hacia la entrada. Cada paso era una tortura.

En el hospital, el tiempo parecía pasar lentamente mientras esperábamos a que me atendieran. Sentada en una silla de la sala de espera, apoyé la pierna herida en un intento de encontrar una posición más cómoda. Addo estaba a mi lado hablando por teléfono, me dijo que iba a mandar a alguien a que le trajera un coche. Finalmente, una enfermera vino a buscarnos. Addo me ayudó a ponerme de pie con cuidado y me sostuvo mientras cojeaba hacia la habitación. Mi corazón latía con rapidez por su mano en mi espalda que intentaba tranquilizarme pero solo lograba todo lo contrario.

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Adiós y que os guste 🖤.

Un Giro Inesperado Where stories live. Discover now