capítulo 33

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Mia:
No te veo.
¿Dónde dices que estás?

Dios mío, esta chica me va a volver loca. Lleva media hora intentando localizarme, y por alguna razón, al Jessica's Java Gem le dio por llenarse de gente esta tarde, y no hay espacio ni para respirar.

Tú:
Estoy en la planta de arriba, donde están las sombrillas, en la mesa 8. Está un poco apartada del resto.

Mia:
Espera, creo que te veo. A ver, levanta la mano para ver si eres tú.

Levanto la mano de la nada como una loca en medio de la multitud. 

Mia:
¿Llevas un kimono naranja y el velo blanco? ¿Y muletas?

Tú:
Sí, esa soy yo. Ya te lo explicaré. Ven ya.

Después de unos segundos, Mia se acerca con una sonrisa de alivio en el rostro. La multitud a nuestro alrededor parece desvanecerse mientras me saluda.

- ¡Por fin te encuentro! Este lugar está más lleno de lo que pensaba - Mia parece emocionada, y yo asiento, sintiéndome igual de feliz de verla.

- Es de locos, cuando veníamos no solía estar tan lleno - comento mientras me acomodo en mi silla.

- Ya ves - responde mientras coloca su bolso en el asiento a su lado y su móvil sobre la mesa.

Me presta atención y luego nota mi pie.

- ¿Qué te has hecho en el pie? - pregunta, preocupada.

- No es nada, solo me torcí un poco el tobillo, pero estoy bien - intento restar importancia a la situación.

- Bueno, yo pensaba que era algo más grave. ¿Y cómo te lo hiciste? - pregunta.

- Fue una tontería, me puse unos tacones un poco altos y me caí - digo mientras observo su reacción. Obviamente no le iba a contar sobre el padre de Addo.

Se echa a reír y me dice que soy muy torpe, lo que me saca una sonrisa y alivia un poco la tensión en el ambiente. A pesar del frío en el exterior, comienzo a sentir cómo el calor sube en mi interior. Mis manos se vuelven un poco sudorosas mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. Sabía que cualquier dirección que tomara en esta conversación probablemente llevaría a problemas.

- ¿Qué te parece si pedimos algo antes de entrar en el tema? - propongo, observando su expresión.

Mia asiente, aunque su mirada denota que no está dispuesta a dejar que posponga la conversación.

- Está bien, pero ten en cuenta que después de comer, quiero que me cuentes todo sin excusas.

Después de ordenar nuestras bebidas y algo de comer, el ambiente se siente un poco más relajado. Esta cafetería solía ser nuestro refugio para conversaciones profundas, o simplemente cuando nos cansábamos de nuestros compañeros de trabajo veníamos a relajarnos aquí.

Finalmente, Mia deja su vaso de refresco y suspira.

- Bueno, Yasmine, adelante con lo que sea que quieras contarme.

Respiro profundamente antes de continuar, consciente de que lo que voy a decirle cambiará su percepción de todo lo que ha ocurrido hasta ahora.

- ¿Sabes cómo nos conocimos Addo y yo? - comienzo preguntándole.

- Sí, me sé parte de la historia, pero a qué viene eso, ¿no te habrá puesto los cuernos? - dice, saltando de repente de la silla y mostrando un interés repentino en la conversación.

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