|Capítulo 3: «Organización»|

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El Ha es el aliento de vida, la base misma de la Existencia

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El Ha es el aliento de vida, la base misma de la Existencia. Por desgracia, fue otorgado a la humanidad en sus albores más remotos.

 Por desgracia, fue otorgado a la humanidad en sus albores más remotos

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Gran Nación Saoge, tierras de Maa.

La noticia la dejó atónita y sin aliento. Cada palabra resonaba en su cabeza, reverberando con un peso abrumador. Los ojos purpúreos de Khrizira escudriñaron los rasgos faciales del anciano. En cambio, Jeir la observaba con una mezcla de inquietud y afecto, consciente del impacto que causó. Ella comprendía la situación, mas, en lo profundo de su ser, se negaba a aceptarla.

No quería resignarse a un destino que parecía estar más allá de su control.

—Entiendo —refunfuñó la joven Cedyr, apenas audible.

—Bien. Es importante que lo sepas desde ahora, vorel. En verdad entiendo tus sentimientos y sé que esta no es la respuesta que esperabas obtener, pero es eso o suspender el Examen de Ascenso a aprendiz —explicó, a la par que le entregaba un formulario—. Decide antes de que finalice Hudu, por favor.

—¡Ellos siempre deciden por mí, toman las decisiones que les plazca! —reclamó Khrizira, arrebatándole el papel de las manos—. ¡No es justo!

Incapaz de enfrentar la decepción de su protector, salió de la oficina con un portazo.

Al dejar atrás el edificio gubernamental, se adentró en las amplias y pulidas veredas de pedralma de la Gran Nación Saoge, hasta liberarse de los formidables muros que los encerraban.

Con paso audaz, se dirigió hacia el lago Ranhi.

En aquel rincón remoto, donde las nubes del cielo se reflejaban en la quietud de las aguas, se acomodó en las raíces retorcidas de un viejo tronco de zyr'andor incrustado cerca de la orilla. Se restregó las manos estremecidas contra las mejillas, enjugando las lágrimas que continuaban resbalando.

Soltó un quejido involuntario.

«¿Será una señal de que debí seguir los pasos de papá?»

La joven Cedyr estaba tan inmersa en sus pensamientos que no notó cómo su amigo se acercaba con sigilo. Gracias a las enseñanzas de su padre, él comprendía cómo los sentimientos y las emociones se manifestaban a través del Ha. Sin embargo, con Khrizira resultaba casi imposible discernir cuáles la envolvían.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now