|Capítulo 4: Tragedias|

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El Ha es el fundamento sobre el cual se construyeron los mundos y se esculpieron los universos que, hoy en día, componen al Na'Sama

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El Ha es el fundamento sobre el cual se construyeron los mundos y se esculpieron los universos que, hoy en día, componen al Na'Sama.

El Ha es el fundamento sobre el cual se construyeron los mundos y se esculpieron los universos que, hoy en día, componen al Na'Sama

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Gran Nación Savva, tierras de Zjarr.

Voraces llamas devoraban una extensión del Gran Bosque Azir, pintando el empíreo con una luminosidad granate que se ensanchaba sin piedad hacia el territorio de Zjarr.

El crepitar del fuego y el crujir de la madera consumida colmaban el ambiente, formando una cacofonía que se mezclaba con los desgarradores gritos de los lugareños y el feroz aullido del viento. El calor sofocante se abatía contra la tierra, provocando que cada respiración fuera un desafío. Las llamas se alzaban con avidez. Estas consumían la belleza del arbóreo, dejando tras de sí una estela de ruina y desolación.

Asimismo, había partículas de cenizas suspendidas en el entorno.

En medio de tal espectáculo, los sobrevivientes, aterrados y desesperados, buscaban refugio y suplicaban ayuda a los soldados que se aproximaban presurosos a su rescate. Allí, una mujer —con el rostro empapado en lágrimas y suciedad— apuntaba a un joven aprendiz que merodeaba la zona.

—¡Estoy segura de que fue él! —exclamó ella con voz entrecortada—. ¡Sus ojos eran rojos como la sangre! ¡Es el culpable!

Los murmullos de la multitud se convirtieron en gritos de condena y las miradas acusadoras se fijaron en el imputado. Los susurros de desconfianza y las acusaciones avivaron la hostilidad y el anhelo de justicia. Consciente de ello, el oficial hizo un gesto decisivo con la mano. Sus hombres se abalanzaron tras el novicio, corriendo entre los escombros.

Con el corazón golpeando en sus pechos, dos jóvenes aprendices intentaban comunicarse, corriendo tan veloz como sus piernas se lo permitían. Mas sus palabras se perdían en el caos ensordecedor del entorno.

La adrenalina se extendía desenfrenada por sus venas.

En lo que avanzaban a través de un paisaje desolado, se mantenían en alerta máxima. Sin embargo, se vieron obligados a detenerse en medio del camino. Fueron acorralados por los guardias.

|Una memoria perdida|Место, где живут истории. Откройте их для себя